

Nuestra revisión de Friends se ha convertido en una feliz adicción. Las temporadas caen en cuestión de días. Pero vamos al tema: ¿es esta la mejor temporada de Friends?
La moda reciente (o no tanto) de los llamados maratones (los binge watching anglosajones) se torna, de momento, en extraordinaria coyuntura en el caso de nuestra revisión de Friends: cada temporada es mejor que la otra. La última en caer, la cuarta, se erige en la memoria de un servidor como su favorita pero estas revisiones a veces traen sorpresas. De momento se mantienen las impresiones previas (y hablamos de unos veinte años y varias revisiones) sin atisbo de duda: esta temporada es redonda.
La cuarta temporada de Friends se inicia donde nos dejó el final de la anterior, esto es, el primer cliffhanger de la serie si exceptuamos aquel final, semi, del primer año con Rachel (Jennifer Aniston) esperando en el aeropuerto al son del Take a Bow de Madonna. El episodio playero se resuelve rápido volviendo a separar a la pareja Rachel-Ross justo cuando parecían, incluso de forma natural, reunidos de nuevo. Admitimos que en una revisión a alta velocidad como esta se ven más las costuras de la errática estratagema de los productores con dicha pareja (tal vez a día de hoy, sexo casual aparte, no hubieran regresado, ni casado, ni niña, ni final forzado pero nos estamos adelantando) pero en esta cuarta temporada, pese a que los celos de uno y otro proliferan, Friends se abre de nuevo (tras Monica y Richard) a dar peso similar a otra relación y atreverse incluso con un triángulo amoroso.
La entrada en escena de Kathy (con K), la nueva pareja de Joey (Matt LeBlanc), y la caída, relámpago (esto es una sitcom, o se hace así, o no se hace) de Chandler (Mathew Perry) abren la mejor trama de la temporada y una de las mejores vistas en Friends. Como en cualquier sitcom, los gags y el humor articulan la narrativa entorno a tramas que pueden (y deben) ser sencillas, pero cuando estas nos invaden con naturalidad la experiencia es mucho más satisfactoria. De alguna manera (pues en tal simplicidad el estudio de personajes sobra) entendemos ese cuelgue de Chandler, simpatizamos con el error pasional y estratégico de ir al tema (sin sexo, eh, que esto es Friends y el sexo, salvo para Joey, es como a la 17a cita, con cena previa, velas y bajo las sábanas) antes que hablar con su mejor amigo sobre ello. Tal vez ayuda que Kathy (Paget Brewster) parezca de otro planeta distinto al que habitan los personajes de Friends pero compramos todo lo que ocurre. Una trama que además permite al espectador asistir, en forma de arco, al ascenso y caída de Chandler hasta quedar embutido en chándal y merced a Rachel, Monica y Phoebe acompañándole a ver a unas strippers. Sensacional.
Phoebe (Lisa Kudrow), cuyo personaje resulta gravitacional por definición (no habita en los apartamentos y no es Ross Geller), vuelve a llevarse la temporada por pura empatía y aporte emocional al aceptar la petición de su hermano (el que estudia en la universidad de neveras) de alojar y dar a luz a su hijo que, a la postre, resultan trillizos.
Por el lado abiertamente cómico brillan tramas como las de Joey trabajando en el museo de Ross, el ligue de Ross cuyo apartamento es un asco, los episodios tipo bottle como el del juego de preguntas, el del fútbol o el de la fiesta falsa. Precisamente la victoria masculina en dicho juego permite un cambio de ficha interesante, aunque provisional, cuando ellos y ellas intercambian apartamentos. Pero la trama clave, claro, se reserva para el final.
De Emily (Helen Baxendale) podemos decir de todo. Sin duda no ha pasado a la historia como un gran personaje de Friends, tal vez ni siquiera cae bien a la mayoría y su presencia parece diseñada para despertar los celos de Rachel. Pero al igual que con Kathy y Chandler su romance con Ross resulta creíble, aunque sea por como está ejecutado, y Emily se antoja otro ejemplo de personaje femenino novedoso más allá (o tal vez no) de su condición de inglesa (el contraste de acentos cuando entra en escena es refrescante).
La culminación de esta cuarta temporada de Friends, con la súbita boda de Emily y Ross en Inglaterra y el pertinente viaje a Londres (que fue real para parte del elenco) aportan dos sensacionales episodios que, por su innegable exotismo urbano y hasta contraste en el realismo (pasamos de una serie rodada en estudios en California a rodaje en Inglaterra con exteriores), se tornan especiales sin atacar siquiera con todo lo que acontece. Y esto mismo remata, sin duda, una temporada redonda: todas las escenas británicas son brillantes hasta culminar, en un triunfal momento marcado por la edición, en ese error de Ross en el altar.
Y si miramos hacia lo negativo (Joshua aparte…) (y episodio con flashbacks aparte) tenemos, como no, a Monica (Courteney Cox) como hacedora e imán de todas las ideas que atufan a moralina y especialmente a un sentido retorcido, casi fanático, de lo que es romántico. El discurso que le pega a Ross (David Schwimmer) sobre que todas las mujeres llevan soñando, desde niñas, con la boda de su vida da mucha grima moral. Por suerte el mejor giro de la serie lo protagoniza ella cuando aparece de debajo de las sábanas de Chandler. Ah, sensacional momento.
Mejor episodio: The One with the Embryos, The One with Ross’ Wedding
Peor episodio: The One with the Invitation
Mejor personaje femenino: Phoebe
Mejor personaje masculino: Chandler