En el festival de cine Sundance compraron Palm Springs 69 centavos más cara que The Birth of a Nation de Fox Searchlight, rompiendo el último récord de venta.
La comedia romántica ofrece un giro al usual paradigma del bucle temporal. Escapa de ese embrollo conocido luego del estreno de Groundhog day (Atrapados en el tiempo). Frente a la comedia satírica que protagonizó Bill Murray, Palm Springs adquiere un matiz diferente en la ópera prima de Max Barbakow gracias a que el protagonista, Andy Samberg (Nyles), ya no transcurre la eternidad forever alone. En la película, Cristin Millioti (Sarah) acompañará a Nyles conformando una dupla cómica explosiva.
En un contexto de cuarentena, donde todos los días nos parecen iguales y más de uno ha incursionado en prácticas auto-destructivas, esta comedia se alza como la más aclamada de los últimos años. Con algunos pasajes poblados de humor negro, la cinta nos ofrece una comedia un poco existencialista que se permite ahondar donde Atrapado en el tiempo no. Hay un poco de humor físico, es cierto, pero no predomina.
La modernidad de Palm Springs
Sin querer insistir en la comparación con una película de 1993, me veo en la odiosa obligación de hacerlo para terminar de divorciarlas. Es muy difícil establecer un punto de comparación entre Atrapado en el tiempo y Palm Springs, sobre todo por la modernidad que reside en la última. La situación que mejor lo ejemplifica es la adquisición de conocimiento que adquiere Sarah gracias al Internet. Ella aprende sobre teoría y ciencia para poder vencer el obstáculo que tiene en frente, todo en un día repetido, varias veces. Las alternativas que tienen los jóvenes de Palm Springs son mayores, y se siente la conexión propia del Siglo XXI entre sus habitantes. La materialidad de las cosas, de las razones. La película explora tanto la metafísica del asunto, del repetir el día, como la física misma de la ciencia.
La modernidad de la película les obliga a los directores a otorgar una génesis verosímil al problema y un desenlace igual de plausible. En una escena, permitiéndose un guiño meta-narrativo, Sarah cree poder salir de ese bucle temporal haciendo el bien, como en ese cine noventero. Si recuerdan bien en los ’90 todo se solucionaba mágicamente si creías en ti mismo o encontrabas el verdadero valor de las cosas. Esto no es así en Palm Springs, la película que es más moderna que romántica.
De igual manera, el personaje de Nyles (extrañamente apócope de Nihilism en inglés) se abandona a los placeres de esa boda en la que revive diariamente. Frente a ese hedonismo, Sarah se opone. No podemos culpar a Nyles, no sabemos cuánto tiempo lleva allí, pero podemos asegurar que Sarah tiene otra perspectiva.
Acompañados es mejor
La película se encarga de demostrar cómo dos personas pueden estar destinadas eternamente a la rutina y divertirse a la vez. Es decir, si bien Nyles parece haber vivido mucho tiempo solo, es indiscutible que con ella el torbellino interminable le sienta mejor. A través de diálogos con J. K. Simmons (Roy), se deja entrever el guiño romántico que le agrega la pizca de dulzor justa a Palm Springs para no ser solo una película de comedia.
Series de Comedia sin plataforma
Centrada principalmente en la relación de los dos jóvenes, desviamos la vista de la génesis del conflicto y la posamos sobre la relación que mantienen los protagonistas. Cómo es que van construyendo su estadía juntos. La película parece querer enseñarnos acerca de las relaciones. Que siempre podemos darle una vuelta de tuerca a la cotidianeidad acompañados de alguien que nos hace reír.