MOPE estrena en Filmin sin apenas hacer ruido, pero planteando el soñar con ser una estrella. Una estrella del porno. Si para ello el protagonista tiene que cruzar todas las fronteras, lo hace. Un film de buena factura, que se queda a medio camino entre la crítica y el humor mala leche, pero que entretiene y asquea por igual.
MOPE es el término que se usa en la industria del porno para definir el papel de aquellos actores de baja categoría que terminan haciendo escenas cutres, de bajo presupuesto o humillantes con tal de llegar a la cima. La industria del porno vive de la oferta y la demanda, y la demanda puede llegar a peticiones inimaginables. La historia se enreda y es lo que hace de esta película algo interesante de ver, gracias sobre todo al gran trabajo del director Lucas Heyne. En la piel de Steve Driver, el actor Nathan Stewart-Jarrett (Skins) se luce en su caída a los infiernos, quizás, lo mejor de la película.
Los protagonistas son Tom y Tranca, dos fracasados a los que la vida les da una segunda oportunidad en la industria del porno de baja calidad. Lo bueno de la película es que lo hace desde el humor, con un tono relajado y con gags constantes. Lo malo es que eso le resta importancia a la denuncia oculta en el film. En el momento que te la tomas como una comedia, empieza la diversión. Sólo hay algo más patético que los que demandantes del «mope style», y son los que lo ofertan, en el caso, nuestros protagonistas.
La manera como se plantean los sueños de los protagonistas es aún más miserable de lo que parece, ya que Dong y Driver se creen su propia historia, y hacen que el espectador quiera confiar en que lo conseguirán. Cada fase de su patético plan les hunde más y más en la mediocridad en la que se mueven, y llegado un punto, se desmadra. Ese punto de inflexión es la verdadera historia que nos cuentan, el de la demencia a niveles de sociópata, llevada al extremo. El problema de los locos es que se creen su propia locura.
El momento en el rostro de una actriz dice «para», es cuando el film devuelve a la dura realidad a la trama. En ese momento, la sonrisa se convierte en mueca y la gracia en asco. En ese momento te das cuenta que cada «click» tiene una historia detrás, en una industria que cuenta lo que quiere y muestra lo que vende. La película tiene el mejor momento cuando plantea el «no todo vale». Precisamente la industria del porno ha demostrado en demasiadas ocasiones que traspasa la delgada línea roja que hay entre el morbo y el asco.
Un guion simple y unos personajes patéticos son la baza con la que juega esta historia de porno, katanas y humor. Una historia de sueños vacíos y de locura, con un mensaje que, por desgracia, se diluye. Como todo sueño, hay precios que pagar, pero a veces son muy altos, y cuando los sueños se convierten en pesadillas, el click lo hace el cerebro. Cuando algo se rompe en la mente humana, el caos es el protagonista. En ese sentido, MOPE consigue hacer creíble la demencia del despertar.