Grandes trabajos ignorados en los Oscar: Diseño de producción

El Silencio de los Corderos

Los premios de cualquier tipo se basan en la percepción subjetiva de quienes lo entregan. No me refiero a que sea una lotería o algo caprichoso o arbitrario. Para que algo guste como para ser merecedor de un premio, se le presupone ya cierto nivel. Pero algo decidido por seres humanos será siempre algo subjetivo. ¿Qué no lo es, al fin y al cabo, por muy serios, reflexivos y asépticos que queramos ponernos? Pero si hay algo que pertenece por completo al plano de lo personal, esa es la experiencia artística.

Premiar como lo mejor del año o decidir si una obra de arte es mejor que otra se basa sólo y exclusivamente en que una nos ha caído mejor, que conecta más con nosotros, que nos ha pillado justo en el momento en el que esa obra sí y otra no… y mil millones de cuestiones personales más. Así que todos juzgamos unos galardones como los Oscar desde el punto de vista de lo que nosotros hubiéramos elegido. Y ni tenemos razón nosotros ni la tiene la academia. Sólo premian lo que les ha caído en gracia, que es justo lo que haríamos nosotros ¿Que han elegido películas muy sobrevaloradas? Nadie lo niega. ¿Que han tenido olvidos escandalosos? Por supuesto que sí, pero… ¿Cómo vamos a juzgarlos… si hasta los Nobel premiaron en medicina al “inventor” de la lobotomía y en paz a un presidente metido en cuatro guerras en ese justo momento.

Los premiados de los Emmy 2017

En esta sección vamos a centrarnos en esos grandes trabajos que fueron ninguneados en las nominaciones a los Oscar. Ya me imagino lo que estarás pensando… ¿Otro artículo más sobre eso? ¿Otra vez? Cierto, cierto… pero las listas de ninguneo hablan casi siempre de actores, canciones, películas y directores. Nosotros vamos a hablar de “los otros”. Figurinistas, montadores, diseñadores y compositores cuya labor no es que sea buena, no es que sea antológica, no es que sea mítica: Es icónica. Todos estos artistas han creado referentes del diseño en la historia del cine. Los Oscar los ignoraron. Nosotros no.

Empezamos por Diseño de producción.

El diseño de producción es como se llama hoy lo que siempre ha sido dirección artística o escenografía. ¿Por qué se le ha cambiado el nombre? Pues por la explosión del cine digital, ahora se vería muy raro llamar decorador a alguien que con un ordenador está rellenando un croma. Por supuesto que sigue existiendo el decorador de toda la vida, y eso que Sky Captain y el mundo del mañana pretendía llevarlos a todos al paro haciendo la escenografía exclusivamente a ordenador. El gremio de directores artísticos respiró tranquilo cuando el único que pisó la cola del Inem fue su director Kerry Cornan.

El diseño de producción es uno de los puestos clave en una película. No es más importante que otro, porque en una película tan indispensable es el director como el último de los auxiliares. No hay Gru sin Minions, así que no más importante pero sí con más responsabilidad… y lo saben. Que me perdone si me está leyendo un jefe de producción, pero no hay ego más grande que el de ellos, y estamos hablando del mundo del cine, que es una batalla campal entre los mayores egos del universo. Fíjate hasta qué punto esto es así, que las producciones que se lo pueden permitir tienen a un puesto específico cuya única labor es hacer de intermediario entre el equipo de arte y el de producción. Y os aseguro que no está pagado eso…

Pero claro, luego te realizan trabajos como los que vamos a tratar hoy… y es que es para tenérselo creído, porque estos siete trabajos han calado en la cultura popular como auténticos iconos. Empecemos.

El silencio de los corderos. (Diseño de producción: Kristi Zea)

Clama al cielo que esta obra maestra del terror psicológico obtuviera siete nominaciones al Oscar, ganara los cinco grandes y nadie se acordara de la dirección artística. Solamente la recreación de la prisión de máxima seguridad se mereció todos los premios del año. No fue nominado a ni uno. Echa un vistazo a todos los galardones a los que aspiró la película.

Todos los equipos ganaron o fueron candidatos a uno, excepto Zea. Lo que creó la neoyorquina podría haberse cargado la película, y sin embargo la elevó todavía más como obra maestra. Su cárcel no era una penitenciaría, en absoluto, Hannibal Lecter está recluído en una mazmorra medieval. Que el encuentro entre Lecter y Starling tuviera lugar en un castillo del siglo XI podría haber tirado por la borda toda la suspensión de credibilidad, si el espectador se hubiera dado cuenta. Pero no lo hace en ningún momento. Seguro que, ahora que lo sabes, estás alucinando de no haberte percatado nunca, pues alucina aún más. Vuelve a ver la escena entre Hannibal y Clarise no hay cristal y nunca te habías fijado. El canibal llega a colocar las manos fuera de su celda cuando la policía vuelve corriendo a él tras su famoso “incidente”. No volverás a ver la película igual ahora que lo sabes. Semejante osadía merecía todos los premios del mundo, y lo más importante, piensa en todas las prisiones de máxima seguridad que has visto posteriormente en el cine, todas son El silencio de los corderos.

Dogville (diseño de producción: Peter Grant)

Como dijo cierto político: No tomar ninguna decisión puede ser la mejor decisión. Desde luego que Peter Grant se lo tomó al pie de la letra. La película de Lars Von Trier podría decirse que, literalmente, no tiene escenografía. Esta ha sido, sin duda, una de las mayores valentías, atrevimientos e imprudencias nunca vistas en cine, o más bien, como se trata siempre que hablamos del danés, un acto de insolencia, descaro y desfachatez. Pero el caso es que funciona.

Toda una estancia negra con compartimentos pintados en el suelo es lo único que necesita Grant para recrear la ciudad. Cualquier otro director le hubiera despedido, Trier seguro que le dobló el sueldo. Ante este minimalismo llevado hasta la mínima consecuencia, el trabajo de atrezzo y vestuario toman un mayor protagonismo. El impecable trabajo de ambos departamentos hacen que estemos ante una experiencia cinematográfica mayúscula y dejemos de darle importancia a que no haya nada alrededor. El pintar unas líneas en el suelo y decir que eso es una ciudad parece recurso de teatro amateur con poco presupuesto y menos vergüenza, y sí, Dogville podría haber caído en parecer teatro filmado, o peor, parecer cutre. No es ninguna de las dos cosas… y ese mérito no se le puede negar a Trier.

Silent Hill (diseño de producción: Carol Spier)

Hay una regla no escrita en los Oscars que dice que si una película no gusta, cualquiera de sus apartados, por muy brillante que sea, lo tiene más que crudo. Al menos más que el mismo apartado de una película con buena crítica. Determinados departamentos, como canción, efectos visuales, maquillaje o sonido, suelen fijarse exclusivamente en el trabajo en sí, independientemente de si la película es buena o no. Diseño de producción, desde luego, no es uno de esos.

Así, tenemos una escenografía que ha marcado un hito y todo el mundo ignoró. ¿Por qué digo que fue lo nunca visto? Porque tenía una tarea dificilísima: trasladar el universo de un videojuego a una película. Y no un videojuego de los de ahora, que sólo habría que copypastear y punto, no, uno de la Playstation original, allá por 1999. El videojuego original sabía hacer de las limitaciones técnicas su gran virtud, el uso de la oscuridad y de la niebla para camuflar lo que aún no se podía conseguir a nivel gráfico lo transformó en una herramienta para generar terror. ¿Cómo llevar esa ciudad pixelada al lenguaje cinematográfico? Pues desde luego, como lo hizo Carol Spier. Además, la “colina silenciosa” pasaba de una dimensión real a otra demoníaca. Nunca se había llevado un universo de videojuego a una película de manera tan sobresaliente, y vuelvo a repetir, con la más difícil de todas.

Cube (diseño de producción Jasna Stefanovic)

Si de una película se puede decir que el escenario es un personaje más, esa tiene que ser Cube. Todo ocurre en una gran estructura dividida en cubículos iguales. El trabajo de Stefanovic es hacer que cada una de las estancias fuera igual a la anterior y diferente al mismo tiempo. El mayor reto era dotar de amenaza a unas habitaciones que en principio, debían de ser asépticas. Un frío trabajo matemático que, no obstante, ha de provocar suspense en el espectador, ahí es nada.

La solución que encontró la decoradora fue romper cada pared del cubo en nuevos cuadrados, que a su vez de multiplicaban con infinidad de diseños geométricos. Para diferenciar que habían pasado de una estancia a otra, un agresivo contraste de color lo inundaba todo. La película de Natali se hubiera quedado en una lograda cinta independiente de no ser por el cubo que le levantó Stefanovic, y nada, ni por esas consiguió ver reconocido su trabajo. Cube sólo logró una nominación por su escenografía en los Genie Awards, a saber lo que es eso…

La bella y la Bestia (Diseño de producción: Christian Bérard y Lucien Carré)

No, ni es La Bella y la Bestia de Disney de los 90 ni el remake actual, sino la versión francesa de Jean Cocteau. ¿Qué tiene de especial esta película que no tenga cualquier otro cuentos de hadas? Este tipo de historia se presta a unas escenografías muy trabajadas, muy preciosistas e imaginativas. Hasta ahí nada que objetar, pero es que el diseño de los dos franceses fue un paso más allá. El castillo de la Bestia es un prodigio del surrealismo aplicado a la escenografía. Bérard y Carré crearon un entorno orgánico, literalmente. Es imposible ver la película sin quedarse ojiplático, cuando las lámparas sostenidas por brazos comienzan a moverse siguiendo el camino de Bella, o los brazos saliendo del centro de la mesa que sirven la comida. Bien visto, era una solución tan “sencilla” que parece mentira que no se le hubiera ocurrido a nadie.

Seguramente, con el tiempo, olvidarás los detalles de la película, puede que la olvides entera, pero una cosa te aseguro… jamás se te irán de la cabeza esos brazos reales moviéndose y saliendo de la arquitectura. Hay que reconocerle aquí también el mérito a la obra maestra que creó Disney (me niego a especificar de cuál de las dos versiones hablo). Nadie se hubiera acordado ya de los brazos saliendo de las paredes y podrían haberlo utilizado ellos y el resultado hubiera sido igual que apabullante que en la francesa. Sin embargo, entendieron que este componente orgánico era el ADN de la película de Cocteau y que ellos tenían que buscar el suyo. El resultado de esa honestidad y valentía: Historia del cine.

Sky Captain y el mundo de mañana (Diseño de producción: Kevin y Kirsten Conran)

Pocas veces a lo largo de la historia del cine podemos decir que hemos estado ante un hito, que hemos asistido a algo que jamás se había hecho (y en este caso… ni se volvería a hacer). Sky Captain no respondería a las expectativas, eso fue así, nos vendieron algo que no era la película. Por ejemplo, publicitaron a bombo y platillo la resurrección digital de Laurence Olivier. Parecía que a partir de entonces que cualquier estrella clásica podría protagonizar una película actual gracias a la tecnología. Han pasado trece años y eso no ha ocurrido. Para ser justos, ni siquiera eso pasaba en SkyCaptain, Olivier sale en una sola secuencia y es más un truco de artificio que un personaje de la trama, pero toda la escenografía se hizo por croma y eso jamás se había visto.

La academia podría haber valorado que quisieran hacer algo nuevo, que propusieran ir un paso más allá de donde nadie lo había puesto, pero no. Les debió parecer un enorme bluff. En cierto modo no se equivocaron, ni el cine ha seguido una senda remotamente parecida, ni Conran ha vuelto a hacer una película más en toda su vida. Pero la propuesta ahí estaba, y no dejaba de ser interesante.

Claro que aquí estamos entonces ante una disyuntiva: ¿Es una escenografía o son efectos especiales? ¿O es una escengrafía realizada con efectos especiales? Y si nos ponemos en plan estúpido… ¿Es cine como tal o es animación? Quizá esa ambigua barrera hiciera que no se valorara del todo el trabajo y la apuesta de Kerry Conran. Porque vamos a ser justos, si todo trabajo digital pasa a ser efecto visual, entonces también lo era el maquillaje de El curioso caso de Benjamin Button y esa sí que ganó el Oscar. Y para colmo con que le cuesta a David Fincher que la academia se acuerde de él. Sea como sea, Sky Captain y el mundo de mañana era humo, pretendía cambiar el cine tal y como había sido hasta el momento, era pretenciosa a más no poder. La ambición no está mal, pero si la calidad final no está a la altura de tus ansias de grandeza, entonces la osadía se vuelve bastante irritante. Pero el hito está ahí y eso ya nadie se lo va a quitar a Conran. Seguir haciendo cine sí, pero el hito no.

Eduardo Manostijeras (Diseño de producción: Bo Welch)

A Tim Burton le ocurre lo mismo que a Guillermo del Toro, iban para diseñadores de producción pero terminaron como directores. Sus películas parece que están completamente enfocadas a la escenografía, mucho más que sobre la historia. Ninguno de los dos ha tenido especial suerte en los Oscars, a lo mejor es precisamente por eso. Aun así, cuando se acuerdan de que no son decoradores sino cineastas, brillan como pocos. Lástima que no ocurra siempre (y en el caso que nos ocupa… hace tiempo que dejó de pasar). La principal diferencia entre el norteamericano y el mexicano es que Burton ha sabido crear un universo personal y reconocible.

El diseño a lo Burton vende tanto entradas de cine como bolsos y monederos en un todo a cien. Su mezcla entre el romanticismo decimonónico, el expresionismo alemán, Roger Corman, la factoría Hammer y la animación de Jan Švankmajer han hecho de él uno de los cineastas más reconocibles en menos número de fotogramas. Quizá, de toda su filmografía, ningún diseño de producción ha sido tan icónico como el de Eduardo Manostijeras. Desde el castillo gótico hasta los setos escultóricos y las casas de colores ya son parte de la cultura popular. Sólo fue nominado el maquillaje de la película, pero este no puede separarse ni del vestuario ni de la escenografía, son un todo indivisible.

Una curiosidad, la filmografía de Burton tiene siete oscars: Uno fue para Martin Landau como actor de reparto en Ed Wood, dos fueron al maquillaje (Bitelchús y Ed Wood) y el resto fueron todos a la dirección artística (Alicia, Batman, Sleepey Hollow y Sweeney Tood). En serio, Tim, si me estás leyendo, los Oscars te están hablando, cambia de profesión. Dos nominaciones como director de animación y te fuiste de vacío, pero en decorados arrasas. En serio… cambia de profesión.