[Atlántida Film Fest 2020] Crítica de Dirty God (2019): Los Sueños Rotos

Dirección: Sacha Polak | Guion: Susie Farrell, Sacha Polak | Música: Rutger Reinders | Fotografía: Ruben Impens | Productora: A Private View, Emu Films, Viking Film | Reparto: Vicky Knight, Katherine Kelly, Eliza Brady-Girard, Rebecca Stone, Bluey Robinson, Dana Marienci

Dirty God

Dirty God, dirigida por la holandesa Sacha Polak, es un retrato introspectivo adolescente sobre la vida y los sentimientos póstumos tras la muerte abrupta de una parte del ser, su aspecto asumido.

Dirty God comienza con planos lentos y detallados de una superficie lisa, cambiante, de aspecto desagradable; la cámara se desliza entre ella y abre el plano para mostrarnos a Jade, una chica joven que ha sufrido graves quemaduras por la mitad de su cuerpo. Esta es la carta de presentación de la película, que muestra lo que será el principal detonante de toda la trama, preparada para adentrarse en lo más profundo de la protagonista y mostrarnos las consecuencias directas e indirectas de un horrible acto.

¿De qué va Dirty God?

Jade es una joven madre que ve su vida truncada por un ataque de ácido en la mitad de su cuerpo. Mientras busca la solución para reconstruir su cara, su belleza está oculta tras las cicatrices. Esto le hará perder relaciones y entrar en un vórtice de autodestrucción que la obligará a actuar para reconstruir su vida. 

La película, dirigida por Sacha Polak y escrita por Susie Farrell y Polak, muestra con precisión las consecuencias físicas y psicológicas que produce en Jade el ataque de ácido en la cara. En los primeros compases, juega por ver cómo se tomará su círculo de confianza el aspecto y por dónde pueden venir los conflictos de la t rama, manteniendo la atención del que la ve. Dirty God está rodada con objetivos de larga distancia para cerrar los espacios y centrar la atención en los personajes, normalmente; y, concretamente en Jade. Aquí se produce algo que siempre me llama la atención en películas que tratan una deformidad o enfermedad que afecta al aspecto: el espectador es un testigo constante que mira lo que atormenta al personaje y, a su vez, conoce su psyquepudiendo llegar a empatizar mucho. Ya lo vimos en otros grandes ejemplos como la mítica El Hombre Elefante (1980), que nos llegaba al corazón, o muchos otros; y esto, la conexión y gran empatía que se establece entre el espectador y el protagonista, y que en Dirty God se consigue poco a poco, es uno de los grandes reclamos de la cinta.

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Dicho esto, conviene destacar la interpretación de Vicky Knight como Jade, ya que supone su primer papel en un largometraje. En ocasiones la noto fría y rígida con la expresión, llegando a costarme más conocer sus sentimientos o emociones, pero cumple con el papel y lo lleva de manera sólida y crédula todo el metraje. 

Dirty God (01)

A nivel de lenguaje, puesta en escena y valores cinematográficos, Polak apuesta por una estética contrastada y mucho claroscuro, tirando al negro cuando tiene ocasión. Me parece acertado desde la intención narrativa, ya que Dirty God nos transmite emociones fuertes, duras, una cruda realidad, y esto siento que refuerza esa intención. Además, el hecho de rodar con ópticas más cerradas consigue una estética más efectista. Todo esto sumado al uso de la música, compuesto por una playlist en sintonía con la línea que sigue. 

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En definitiva, Dirty God se siente como una película madura, sólida y que apuesta por mostrar un relato más próximo a la realidad en cuanto a estructura y guion. Personalmente creo que le hubiera sentado mejor otro planteamiento visual y puesta en escena en algunas secuencias, pero es una cuestión de estilo. La película cumple, satisface y consigue dar con el espectador tratando el tema.