Venom, protagonizada por Tom Hardy, era una de las películas más esperadas de 2018 entre los seguidores del mundo superhéroe y, concretamente, los del trepamuros. Ahora analizamos su propuesta y desgranamos si realmente ha merecido la pena.
No miento si afirmo que, hasta la llegada de Tom Hardy, nadie esperaba ni un pimiento de Venom; una de las cintas más absurdas de producir sin el principal aliciente de Spiderman, al que, últimamente, no dejan de lloverle cintas y apariciones. Es por tanto que cuando el intérprete se sumó al proyecto todos quedamos estupefactos por lo que podría llegarnos, ya que Hardy es un actor conocido por no aceptar cualquier papel. ¿Sería Venom lo que todos queríamos que fuese y no lo que Avi Arad gustase? Pues no, amigos, ha sido al revés; y es que ya lo dice la frase: «cuando seas padre, tomarás café».
Pues eso.
Valga decir que aquí, el humilde redactor, no es un fan acérrimo de Marvel y que vio la película con las expectativas más bajas que recuerda desde Linterna Verde (2011. Sí, la de Reynolds), que no es moco de pavo. Por lo que tuve la SUERTE de disfrutarla con objetividad y sin dejarme llevar por la veracidad con los cómics o el color de ojos de Eddie Brock, entre otras cosas muy importantes. Que aquí se va a hablar de la película y no del personaje, en resumen.
De mi libro, vamos.
Venom irrumpe con una secuencia donde conocemos la llegada del simbionte a la Tierra y su proceso de propagación, seleccionando las primeras víctimas. Luego conocemos a Eddie Brock y su trabajo, su pareja, su vivienda, su conflicto, sus problemas, su día a día, su reputación y toda una vida en apenas 10 minutos que descolocan a cualquiera. Luego pasan 6 meses. Es aquí donde la cinta consigue centrarse -y, lo más importante, centrarnos- y mostrarnos «detenidamente» al villano -malo, malísimo, y no me refiero a su propósito-, para dar a pie al primer encuentro entre Venom y Eddie, la chicha dentro del sinsabor que es la película. Como todos sabréis, el simbionte se caracteriza por ser un extraterrestre despiadado y mortal que acaba con las víctimas de manera violenta; pues bien, aquí no. Venom se presenta como «alguien» con un gran sentido del humor que se encariña con Eddie y el planeta Tierra, lo que despierta carcajadas entre la sala y funciona como dúo.
Lo cual, oye, está bien.
Todo se solapa con un ritmo marcado -y acertado- entre medias de secuencias de acción típicas de cualquier cinta de superhéroes con un no excesivo cariño ante el CGI y los agujeros de guion. Bastante típico. La cinta no arriesga y apuesta por mostrar una fotografía de lo más convencional, una estructura en 3 Actos sin ninguna sorpresa y unos personajes con propósitos marcados que no despiertan ningún interés más allá del mínimo indispensable para terminarla. Y estos son los principales problemas de Venom. Imagínense que se hubiera producido en 2004, hubiera viajado por un agujero de gusano y se hubiera estrenado ahora, en pleno 2018. El resultado sería el mismo. ¿Por qué? Porque los de Sony todavía no han aprendido cómo se hace el cine de superhéroes de hoy en día -que es, básicamente, lo mismo de cualquier blockbuster con unos personajes a los que se tiene mucho cariño, pero resulta que Marvel ha inventado la rueda. Esto es otro tema- y han hecho OTRA VEZ la MIIIIIISMA cinta que hemos visto cienes y cienes de veces y que seguiremos haciéndolo yo que sé por qué. Cosas de la vida.



En definitiva, Venom cumple su propósito de entretener y apuesta por ser la película que inicie un nuevo y absurdo universo cinematográfico sin querer arriesgar -no vaya a ser que les pase un Batman V. Superman- y con vistas a atraer a la máxima cantidad de público. Si tuviera que definirla con una palabra sería «entretenida» y si fuera con una frase «entretenida, pero ya la has visto muchas veces». Y es que ese es el problema, amigos, que antes de ver Venom ya la habíamos visto todos.
¡Ah! Por cierto, SPOILERS (Cuidadito, que llevo peligro), al final Eddie y Venom acuerdan solo comerse a los malos y proteger a los buenos. Literal. Os prometo que sucede así, tal cual. Jajajajajajajajajaja.
Sacabó. Gracias.