Entre las mejores películas en el catálogo del servicio español de streaming de cine independiente y de autor, destaca Una Gran Mujer, un filme desafiante que muestra la gran fuerza del espíritu humano, y que es perfecta para ver en estos tiempos convulsos e inciertos.
Una Gran Mujer (Dylda), la última cinta del joven autor ruso Kantemir Balagov, que causara tremenda sensación en el Festival de Cannes del año pasado, y una profunda polarización entre el público ruso local, es un triple acto de resistencia.
En primer lugar, la película analiza los actos históricos de resistencia en la guerra, ya que nos sitúa sabiamente en medio de las tensiones, traumas y horrores de las secuelas inmediatas de la Segunda Guerra Mundial. El supuesto aire de victoria está contaminado por toda la destrucción y la profunda soledad; sí, han sobrevivido, pero para muchos, el costo ha sido demasiado alto y, en particular en Leningrado, una ciudad que se convirtió repentinamente en un capo de batalla, la gente ha perdido lazos, recursos y esperanza.
Pero dentro de este paisaje sombrío y desolado, Balagov crea un drama poderoso e intimista que se centra en la increíble capacidad de recuperación de los humanos, y cómo incluso en las circunstancias más graves, en la mayor de todas las pérdidas, también pueden tomar lugar nuestros intentos de verdadera liberación.
Vemos a Iya (Viktoria Miroshnichenko, la gran mujer a la que hace referencia el título, debido a su altura) que sufre un caso grave de trastorno de estrés postraumático que la deja paralizada en los momentos más inesperados, y a Masha (Vasilisa Perelygina), que viene de la primera línea de batalla después de perder a un esposo y a otro miembro de la familia que es mejor no revelar, tratando de dar sentido a una nueva realidad, donde todo lo que tienen es una enorme voluntad de sobrevivir, sin saber ni cómo ni por qué, pero desesperadas por escapar de esta trampa maldita.
Pero aquí es donde se muestra una segunda forma de resistencia; Balagov les captura de cerca, y cada gesto abatido, cada interior aislado, ofrecen una dialéctica visual fascinante entre la quietud y el movimiento, en la que su cámara, al igual que las actuaciones, muestra la desesperación de dos mujeres y, por extensión, de una nación entera, al borde del colapso emocional y moral.
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Iya y Masha están también atrapadas por la tradición, en la cual su intenso deseo de maternidad expone la internalización de un orden patriarcal que condiciona a las mujeres a sus roles de subordinación. Cuidan a los enfermos y heridos, pero ellas mismas son también bajas de guerra; la desesperanza nunca desaparece, y cada resquicio, cada momento positivo es diezmado de inmediato por otro horror.
Sin embargo, el espíritu humano nunca muere, y podemos ver la capacidad milagrosa de las mujeres para crear luz en la oscuridad. Encuentran hermandad, amor y misericordia, desafiando valientemente incluso las normas más antiguas y represivas.
Crítica de Pure (Filmin): Tragicomedia en estado puro
El tercer acto de resistencia lo encontramos en el mismo Balagov. El muy joven cineasta se resiste a la sociedad de su natal Rusia, pero lo más importante es que está desafiando una narrativa histórica dominante, en la que el Estado retrata al sentido de heroísmo ruso como algo profundamente masculino y profundamente ortodoxo, en el que la tradición es unidad y la divergencia es derrota. Al adaptar la formidable prosa de Svetlana Alexievich, Balagov nos presenta una verdad que durante años fue ocultada por un Estado implacablemente represivo y retrógrada, y ha soportado draconianos ataques por ello. Pero la verdadera resistencia, resistencia exitosa y heroica, se basa en un sacrificio total y sin concesiones.