Daniel Monzón nos presenta una notable adaptación de Las Leyes de la Frontera, el libro de Javier Cercas.
Hay tándems dentro del cine español que parecen inseparables, y el de Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría , es uno de ellos. La pareja de director y guionista se dan la mano de nuevo en Las Leyes de la Frontera, tras trabajar juntos en cintas como Celda 211 (2009), El Niño (2014), o Yucatán (2018). Cuando existe esta sincronía de trabajo y mecanismos desarrollados durante años, todo es mucho más sencillo.
En Las Leyes de la Frontera asistimos a un festín temático para los amantes del cine español. Nos sitúa en Cataluña en 1978, con un aroma de cine quinqui estilizado, tapizado y una película donde la delincuencia, las drogas y los robos son el eje central de su desarrollo. Incluso coquetea con el concepto coming of age, al presentarnos a nuestro protagonista, “gafitas”, un joven de 17 años que recibe bullying en su día a día, y utiliza este hecho traumático, para trazar un arco de transformación que será el germen de la película.
A partir de ahí, tenemos un film entretenidísimo donde el drama, el romance, el cine de acción o incluso algunos escapismos líricos rara vez vistos en el cine español (bendita secuencia de la playa), se dan la mano para ofrecer un combo de explosividad que encaja como un cohete soviético.
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La película es, seguramente, bastante convencional, en todos los aspectos que uno se pueda imaginar, desde su formalidad, hasta el desarrollo de la trama. Aunque con cierto éxito esquiva algún que otro lugar común en este último apartado. Pero desarrolla todo de una forma tan coherente, elocuente y contundente que lejos de ser un problema, acaba siendo una virtud.
Las Leyes de la Frontera es una película a ras de suelo, de esas que están siempre con el espectador, que quiere que formemos parte de la vida de sus personajes, que respiremos sus problemas y nos alegremos con sus victorias. Y esto lo hace de forma muy interesante, al posicionar el punto de vista en un personaje, cuyas decisiones morales, son más que cuestionables.
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A todo esto se le suma un reparto poco conocido para la mayoría del público nacional, lo que le da un aroma de mayor credibilidad a todo lo que vemos. Se respira la cultura española – y catalana – por todos lados, y esto, en parte, es gracias a un etalonaje cálido, unas iluminación -en muchos casos natural – muy bien pensada, y una banda sonora compuesta en su gran mayoría por el grupo Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, una banda con clara influencia de la música árabe y andaluza, creando un rock que podría recordar al de grupos como Medina Azahara, o incluso, si me apuras, Triana.
Las Leyes de la Frontera fue la película encargada de clausurar el festival de cine de San Sebastián hace escasas semanas y fue recibida con bastante buena acogida. Lo cierto es que Monzón firma una pieza directa, magnética y con posibilidad de atrapar a el público más casual, y puede, que incluso a algún que otro sibarita.