La Templanza se estrena en Amazon Prime Video el próximo 26 de marzo, una serie de cosecha propia que adapta la novela homónima de María Dueñas. Ambientado en la segunda mitad del siglo XIX este drama histórico narra una historia de amor con Jerez como epicentro.
¿Conoces la leyenda del hilo rojo? En pocas palabras, un hilo rojo une a dos personas predestinadas a encontrarse, sean cuales sean sus circunstancias. Mauro Larrea y Soledad Montalvo ni se conocen ni tienen nada en común, pero desde el principio sabemos que, antes o después, los veremos compartir algo más que pantalla. Dos narraciones en paralelo nos van contextualizando a los protagonistas, de dónde vienen, el conflicto que les ocupa y qué necesitan conseguir.
Corren buenos tiempos para Leonor Watling, que viene fuerte en las pantallas españolas protagonizando varios proyectos. A Nasdrovia se le suman este año La Templanza y Besos al aire, pero centrémonos en La Templanza. En su papel como Soledad interpreta a una mujer entregada, resiliente y luchadora. En definitiva, una gran mujer a ojos del ideario patriarcal. Sus circunstancias la llevan a asumir un rol de matriarca que le otorga más facetas, como la empresarial, o la que le lleva a cruzar su camino con el de Mauro, interpretado por Rafael Novoa.
A pesar de tener Jerez como epicentro, esta producción se mueve en diferentes países dispares entre sí como lo son España, Reino Unido, México y Cuba. Esta confluencia de culturas con las consecuentes vivencias propias de cada lugar, así como acentos diversos y algún que otro subtitulo, dota de credibilidad a la serie, a la par que de riqueza. La ambientación de las diferentes ciudades está cuidadosamente conseguida.
La Templanza es una historia de amor, pero no solo eso. No se conforma con relatar una relación improbable, si no en narrar diferentes uniones, con sus diferentes formas de querer, o no hacerlo. Estamos ante amores reposados que cuentan con la experiencia de los años vividos y las circunstancias superadas. Pero ojo, eso no le resta pasión, al contrario, además, dota de significado el título. Son uniones templadas, como casi todo en esta ficción.
El vino es el hilo que acaba por unir todas las historias. Está presente en todos y cada uno de los capítulos, ya sea por las copitas que se sirven los personajes, por el viñedo o por el lugar en el que se produce. Como analogía, la serie se trabaja a la misma velocidad que esta bebida, con tiempo y paciencia para recoger todo lo sembrado.
Con las series pasa lo mismo que con los vinos, por mucho esfuerzo que haya detrás no siempre se consigue un Gran Reserva. La Templanza se queda en un Crianza. Las buenas intenciones, sumadas al cuidado estético, no logran pasar por alto el exceso de efectismo, una polarización excesivamente simple entre protagonistas y antagonistas y una idea demasiado extrema de que el fin justifica los medios.
Lo más destacable de esta historia es en quién pone el foco. Los personajes femeninos de La Templanza son mujeres de armas tomar, capaces de tomar las riendas de su vida. Además, apuesta por actrices protagonistas que pasan de los cuarenta, una reclamación que el sector lleva años haciendo y por fin parece estar empezando a ser escuchada. No termina de desprenderse del hombre como héroe, con un Mauro Larrea que puede con lo que le echen, al más propio estilo Lucas Fernández de Los Hombres de Paco. Buenas intenciones, malos desarrollos.
En La Templanza la audiencia encontrará una ficción de narrativa tradicional, un drama con resolución de conflictos e historia de amor. Es una trama emocionante, pero con un ritmo que se sale del tono palpitante que suelen tener las producciones actuales. Todo en esta serie evoca a un pasado, sea más o menos lejano. Eso sí, las tonalidades en pantalla podrían ser sacadas de un filtro de Instagram, del registro de los sepia.
¿Qué esperar de esta serie? Una bonita confluencia de culturas que nos muestra como era la vida en el siglo XIX y a que disyuntivas se enfrentaban sus ciudadanos. Nos hace cómplices de una bella historia de amor que se cuece a fuego lento y nos devuelve la pausa perdida a consecuencia de las series fast-food. En definitiva, La Templanza le hace honor a su título en todos los aspectos.
Crítica Dime Quién Soy (Movistar+, 2020): Libre y consecuente