Jesús, la ópera prima del jovencísimo director Hiroshi Okuyama ha llegado por fin a nuestro país en plataforma VOD, y lo hace de mano, cómo no, de Filmin. Ganadora en el Festival de San Sebastián al Premio Nuevos directores en 2018, esta pequeña historia nos retratará un acercamiento a la religión desde el punto de vista más inocente, incluso naif, el de un niño que no conoce nada respecto a ella.
Jesús nos habla desde la perspectiva Yura (Yura Satô, sí, se llama igual que su personaje), un niño que desde Tokio se muda junto a sus padres a la casa de su abuela, sola tras el fallecimiento de su marido. Se mudará a un pueblecito rural en una zona nevada. Adaptándose a una nueva vida, el director, Hiroshi Okuyama, nos pondrá el foco en su nuevo colegio, tratándose de un centro cristiano. Y sobre el cristianismo, o la religión en general podríamos decir, orbitará el filme.
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Yura es un desconocido total del cristianismo, ni siquiera conoce qué es una misa o al propio Jesús. Es a partir de esta última figura que Yura tendrá su primer acercamiento a la religión, desde la perspectiva total de un crío, en una conversación con su abuela: «¿Tú qué crees? ¿Que existe o que no?», le pregunta su abuela. «Yo creo que no», responde Yura. «Entonces no existirá». Y con esta sentencia, Yura piensa que tal vez si él cree, existirá, y así se dará. Jesús (Chad Mullane) hace su aparición en miniatura en las narices de Yura, cual genio para cumplir sus deseos.
A raíz de la efectividad de sus deseos, Yura encontrará la confianza necesaria para integrarse en su nuevo entorno con mayor facilidad, consigue hacer un gran amigo, Kazuma (Riki Ôkuma), pero también caerá en una dependencia de su pequeño Jesús, dejándonos aquí una de las preguntas respecto a la religión que nos plantea el director.
La cinta se divide claramente en dos partes, la primera de acercamiento positivo a la religión, y la segunda, tras un trágico acto (que pillará por sorpresa a más de uno por ser más explícito de lo que nos podíamos esperar en esta producción), donde se aleja negativamente de ella, siempre con preguntas de lo más inocente por parte de Yura.
Junto a su acercamiento a la religión, Yura pasará también por una etapa de crecimiento, obteniendo respuesta a cuestiones que se planteaba al comienzo de la cinta y que se cerraran en su desenlace con la experiencia obtenida. No sabremos si es gracias o por culpa de la religión, eso es algo que debemos responder nosotros igual que hará internamente Yura.
Junto a este inocente guion nos acompañará una dirección y una fotografía que encaja a la perfección, sin alardes, en tonos grisáceos y muy cercana al formato que podríamos esperar de un telefilme. Lo mismo podemos decir de su banda sonora, claramente tematizada de carácter cristiano, que no tomará en ningún caso el protagonismo por delante del guion, y utilizada principalmente en momentos de acercamiento a la figura religiosa.
No asistiremos, por tanto, a una película que alardee en lo técnico, simplemente nos traerá una historia de descubrimiento y crecimiento desde un punto de vista infantil, con todo lo que esto supone, pero que desde luego nos supondrá una propuesta muy entretenida (también ayudará su corta duración), y con una actuación por parte del pequeño Yura Satô más que entrañable. Como curiosidad, Jesús se sospecha bastante autobiográfica desde su comienzo y es algo que se confirma con su letrero final: «Dedicado a aquel amigo que falleció demasiado pronto». Hiroshi Okuyama no ha derribado la puerta de entrada con una patada, pero está claro que ha irrumpido con la suficiente notoriedad para estar al tanto de sus próximas propuestas. Amén.