Estamos muertos es la primera buena dosis de adrenalina que trae Netflix en este 2022, y no podía ser de otra forma más que con zombis coreanos

Corea del Sur está pegando fuerte en tema series, y más tras cosechar el tremendo éxito que fue El juego del calamar, que rompió todos los récords habidos y por haber de Netflix. Ahora, para continuar con los buenos resultados, aterriza Estamos muertos, una serie de zombis que te dejará pegado al sillón.

Esta no es la primera serie de zombis coreanos producida por Netflix, porque, recordemos, en 2019 llegaba a las pantallas Kingdom, la serie ambientada en la era Joseon y de la cual estamos esperando impacientemente la tercera temporada. Pero las diferencias entre ambas series son notables, con la salvedad de los devora cerebros, y empezando porque Estamos muertos se desarrolla casi íntegramente en un ambiente de instituto.

Estamos muertos

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Mientras que el arranque del primer episodio es más sosegado, centrándose principalmente
en una presentación de personajes y sus formas de interrelacionarse junto con pequeños
atisbos de lo que es y será el virus zombificador, el final de este capítulo abre las puertas de toda la gran debacle que va a originar dicho virus durante 12 horas que dura la primera temporada.

Con todas las figuras puestas en el tablero, empiezan a sobrevenir las distintas situaciones estresantes, en el buen sentido de la palabra, para el espectador. Situando a nuestros protagonistas siempre al borde del desastre, aumentando la adrenalina y queriendo más y más. Sin embargo, y siendo un punto negativo, pero no en exceso, la multitud de personajes y la poca focalización en los verdaderos protagonistas, hace que la empatía hacia ellos se diluya, por lo que los momentos que apelan a los sentimientos pierden la fuerza que deberían tener.

Aun así, y conforme se va extendiendo el virus, la acción queda mucho más localizada, uniéndose en varios grupos y recurriendo a su grupalidad como único ente (aunque como se va viendo a lo largo de la serie, hay separaciones puntuales y a veces determinantes) para generar el drama.

Los mejores momentos que abarca Estamos muertos se localizan principalmente en el nudo de esta primera temporada, cuando ya están establecidas las primeras bases de la serie, y el espectador ya conoce la situación de todos o casi todos los que van a tomar parte de la acción. Es aquí cuando sucede la explosión de adrenalina continua, la que consigue engancharte, y más si eres un fan del género. Esta adrenalina se va disipando poco a poco, pero sigue siendo lo suficientemente fuerte como para mantenerte hasta el final de temporada, que en un principio podría tener un final definitivo por el cierre que se le da, pero con estas cosas uno nunca sabe.

Estamos muertos

Si bien es cierto, la serie no inventa nada nuevo, el género zombi sigue siendo explotado, sacando alguna que otra buena producción de vez en cuando, como es la remarcable Tren a Busan, que llegó a todas partes del globo con buenas críticas, o la más reciente película, #Vivo, también coreana. Aun así, es capaz de apañárselas para no ser una producción más, mezclando adolescentes con la temática zombi (no, no al estilo de Memorias de un zombi adolescente) y con el tirón que tiene ahora mismo Corea del Sur.

A pesar de ello, y aunque las comparativas sean odiosas, para un servidor sigue teniendo mayor potencial como serie Kingdom, la cual va un paso más allá, además de hacer un mejor manejo de su historia siendo más consecuente con sus acciones y sin forzar tanto la maquinaria. Pero, porque siempre hay un “pero”, Estamos muertos consigue construir sus tramas de tal forma que quieres saber más, enlazando capítulos con interesantísimos cliffhanger y atrapándote en la rueda de querer seguir enganchado a la pantalla, que quieras o no, esto, salvando otros aspectos, es un gran incentivo para los devoradores de series.

Y ya para cerrar estas líneas, Estamos muertos es una serie que seguramente guste a todos que busquen estar en tensión durante la hora que dura cada capítulo, una serie que no deja tiempo para descansar y en el que las dosis de violencia y gore están servidas a partes iguales. Un acierto para Netflix, aunque sin alcanzar cuotas como El juego del calamar