Crítica de La mirada de Orson Welles (2019): Desmontando a un genio

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Hablar de alguien del que se ha contado todo es como regalarle algo a una persona rica. Lo más que vas a sacar es una sonrisa educada. A no ser que te llames Mark Cousins y te hayas hecho conocido como uno de los divulgadores cinematográficos más interesantes del momento. Entonces ten por seguro que vas a encontrar ese “no sé qué” que ni siquiera tu amigo rico se había comprado.

Orson Welles no es sólo un director de cine, actor, productor y/o guionista. Es una “categoría” cinematográfica. En el mundillo hay un tipo de películas a las que llamamos “cine de guerrilla”, aquel hecho con más ilusión y esfuerzo que presupuesto. Son películas (cortometrajes, básicamente) realizados con todo el amor del mundo aun sabiendo que no van a tener la más mínima repercusión ni consecuencia. Es un cine hecho de la misma esencia que la vida: Sabes que te vas a morir, pero aun así no puedes dejar de vivir.

Pues dentro de esa categoría, hay un tipo de director que no sólo dirige la historia. También la ha escrito, la produce y, por supuestísimo, la protagoniza. ¿Sabéis cómo se le llama a ese tipo de cineasta? Exacto: Decimos que son un Orson Welles de la vida.

Eso sí, hay una grandísima diferencia entre Orson con mayúscula y los orson  minúsculo. El primero es Historia del cine. Los segundos casi siempre son atroces tanto en el rodaje como en el resultado final. Porque Orson tenía talento y los orsons de turno, ínfulas de talento. Pero puedes ver así en qué se ha convertido el cineasta norteamericano: no es un artista, es un símbolo. ¿Hay algo más que contar entonces de una de las figuras de las que más se ha escrito? En efecto.

¿Qué sabías acerca de la faceta como pintor de Orson Welles? ¿Y la de su activismo político? ¿Sabías que jamás ocultó su bisexualidad? Es más, no negó en ningún momento que al comienzo de su carrera le ayudara conocer a determinados productores. Y cuando digo “conocer” ya sabes a lo que me estoy refiriendo, no te hagas el inocente.

Su pasión por las latinas te puede sonar de su tórrido matrimonio con Rita Hayworth ¿Pero sabías que le venía de antiguo? Su primera mujer fue Dolores del Río, la mujer que inventó la estética starlett del primer Hollywood (y a la que prometo que dedicaré un artículo)

Amaba España, pero seguro que no sabías nada de sus vídeos caseros sobre el Quijote. Por cierto, aprovecho para hacer un pequeño pero imprescindible inciso: Señor Cousins, sé que me lees. El barrio de santa Cruz de Sevilla nunca ha sido un barrio gitano. No sé de dónde se ha sacado eso. Se lo digo yo que soy de allí. Es más, ya que estamos le aconsejo que venga a visitarnos y de paso pruebe el vino de naranja. Le va a cambiar la vida, en serio. Bien, prosigamos.

Seis «españoladas» de videoclips… ¡americanos!

El secreto de Cousins es una receta de tres ingredientes. El primero es una pasión desbordante en el cine. Adora aquello de lo que habla y atraviesa la pantalla. El segundo es la atención a los matices y encontrar aquello en lo que no te habías fijado. El tercero es el más importante de todos. Tiene un estilo narrativo tan cercano que te deja la sensación de que el documental lo ha hecho expresamente para ti.

Y, lo más curioso, es que todo el tiempo le habla al mismísimo Orson Welles (aunque, obviamente, nos está hablando a nosotros) Le cuenta cómo es el mundo actual, cómo su cine y su figura ha influenciado el cine contemporáneo. También todo lo que él no querría que hubiera ocurrido. Los lugares donde actuó que ya no existen o incluso cómo un Charles Foster Kane hoy gobierna el mundo (cuando China se lo permite, claro).

A poco que ames el cine, hay que ver La mirada de Orson Welles. Y si no te gusta, también… porque ya se encargará Cousins de transmitirte su pasión por este arte.