Crítica de Van Gogh de los Campos de Trigo bajo Cielos Nublados(2018): Amor al arte

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Vale, sé lo que me vas a decir: «¿Otro documental de Van Gogh? ¿Qué me van a contar a estas alturas sobre el pintorque no sepamos ya?

Esta pregunta se la debió haberse hecho Giovanni Piscaglia. No es fácil aportar una nueva mirada sobre uno de los pintores más famosos y mejor conocidos de la historia. La solución que nos ofrece es no centrarse en el artista, sino en su legado. Gran parte del metraje está dedicado a la mayor coleccionista privada de su obra, la alemana Helene Kröller-Müller. Fue tal la pasión que el holandés despertó en ella que llegó a levantar un museo en su honor. Por otra parte, el documental nos habla de la exposición “Van Gogh. Entre el trigo y el cielo» que se le dedicó en la basílica palladiana de Vicenza.

¿Pero habla de Van Gogh? Sí, aunque no esté centrado en su producción como tal, a Piscaglia le interesa especialmente cómo París cambió su arte. Hasta que llegó a la capital francesa, su pintura mantenía un componente realista, social y monocromo. París transformó a ese sobrio en el Van Gogh enérgico y colorista que todos conocemos.

De todos modos, esta multiplicidad de temas se convierte en el principal problema del documental. La narración es algo caótica, saltando de un lado a otro sin aviso ni orden establecido. Estamos hablando de tres asuntos con suficiente calado como para dedicarle un documental entero a cada uno.

Puede saberte a poco, especialmente todo lo relacionado con Kröller-Müller. Su vida y dedicación al arte fue tan apasionante como desconocida para el gran público. Está aun por hacerse el documental que se merece la figura del mecenas y del coleccionista. ¿Significa esto que es un documental sobre Van Gogh fallido? Ni muchísimo menos. Dudo que nada que tenga que ver con Van Gogh pueda llevar esa etiqueta. Él de por sí lo suple todo.

Van Gogh es mucho más que un pintor. Es un concepto, un arquetipo. Representa nuestra idea de lo que es ser pintor: adelantado a su tiempo, solitario, creador compulsivo, pobre, sin haber sido reconocido en su tiempo pero considerado un genio a su muerte (prematura, a poder ser). Si a la receta añadimos una perturbación mental o, como mínimo, una personalidad extravagante, tenemos ya al artista definitivo. De nada sirve que el 99% de los pintores que han pasado a la historia hayan sido reconocidos en su tiempo y que vivieran de su trabajo. Es más, algunos fueron millonarios.

No, en el subconsciente colectivo, todos los pintores fueron van Gogh. Pero es que ni siquiera el bueno de Vincent responde exactamente al mito que se ha creado a su costa. No solo expuso en ferias de arte y galerías, sino que fue invitado a ellas y recibió elogios. Y eso de que no vendió nunca un cuadro tampoco es verdad del todo.

Si tuviera que recomendar esta obra a alguien, puede que no lo hiciera al público en general sino a los artistas. Es más, para ellos debería ser de visionado obligatorio.

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Van Gogh es, sin duda alguna, uno de los pintores más apasionantes que ha habido. Es muy difícil, por no decir imposible, encontrar a alguien a quien deje indiferente. ¿Qué tiene su figura que le hace conectar automáticamente con el espectador? ¿Qué puede (y debe) aprender un artista de esta figura? En primer lugar, era diferente. Su pintura no se parece a nada ni a nadie. Ver uno de sus cuadros es saber automáticamente quien lo hizo.

En segundo lugar, que esa originalidad no era impostada. Cuando se ve su pintura, uno entiende directamente que no podría haber pintado de otra manera. Esa era la realidad tal y como él la entendía. No se hacía “el moderno” ni el “original”. Él era lo que pintaba y pintaba como él era. Y por último: Su pintura nacía del corazón. No era un trabajo intelectual, que hay que disfrutarlo comprendiéndolo. No, su pintura es espontánea, nace de las entrañas, es directa. Eso hace que conectes automáticamente con ella desde el comienzo.

Estas son las tres primeras lecciones que se deberían dar en todas las academias de arte, ya sea de pintura, de cine o de arquitectura. Sobretodo arquitectura, que ha olvidado por completo que antes era considerada una de las Bellas Artes… pero eso es ya otro documental.

Reseña
Van Gogh de los campos de trigo bajo los cielos nublados
6.5
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Redactor de cinefilosfrustrados.com - Iba para DaVinci pero me quedé en Christian Gálvez
critica-de-gogh-de-campos-de-trigoUna nueva visión de Van Gogh a través de la herencia del mayor coleccionista privado de la obra del artista holandés: Helene Kröller-Müller (1869-1939), que, a principios del siglo XX, terminó comprando casi 300 de sus obras, pinturas y dibujos incluidos. Narra la historia de la unión espiritual entre dos personas que nunca se encontraron durante su vida (Helene Kröller-Müller tenía 21 años cuando Van Gogh murió en 1890), pero comparten la misma atracción por el absoluto, la misma inflexible y pura búsqueda artística y la dimensión religiosa.