Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades es el último trabajo de Alejandro G. Iñárritu. Una película profundamente personal y altamente reflexiva que se estrena en cines este viernes 4 de noviembre y que llegará más tarde a Netflix el 16 de diciembre.
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades es el esperado regreso de Alejandro González Iñárritu tras ganar el Oscar a mejor director con ‘Birdman‘ y ‘El Renacido‘. El hecho de que Bardo, falsa crónica de unas cuantas de verdades sea la primera película de Iñárritu rodada en México desde el año 2000 con ‘Amores Perros‘ da una pista de dónde está la cabeza del director. En esta cinta, profundamente personal y altamente reflexiva, Iñárritu reflexiona sobre una variedad de pensamientos y temas, como la inmigración, la identidad, el patrimonio, la familia y la mortalidad. La ambigüedad real de la vida en Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades hace que la película sea realista a pesar de su tono experimental. Su belleza interior y sus reflexiones existenciales la convierten en una cinta estimulante, una que sobresale de lo establecido a veces, pero siempre nos desafía como espectadores a ampliar nuestra mirada y nuestras mentes. Indudablemente, Iñárritu realiza un trabajo bastante impresionante e hipnotizante durante 174 minutos -sí, la película dura casi 3 horas- a través de una serie de viñetas poco conectadas, a veces surrealistas, a veces desgarradoras, a veces muy divertidas y más a menudo, las tres a la vez. Pocas películas son tan extrañas y, sin embargo, tan claras al mismo tiempo.
Silverio Gacho, interpretado por un maravilloso Daniel Giménez Cacho, es un periodista nacido en México convertido en documentalista-cineasta que ha triunfado y se ha mudado a EEUU. Recibe un premio importante por su último trabajo documental, el cual comparte nombre con el título de la película. A partir de aquí, se enfrentará a una espiral de dudas, a su síndrome de impostor y a la hostilidad de los que dejó atrás en México.
Ver BARDO, FALSA CRÓNICA DE UNAS CUANTAS VERDADES en NETFLIX
Iñárritu continúa siendo un fuera de serie



Se necesita una habilidad asombrosa para hacer una película tan larga y tan narrativamente compleja y hacer que realmente funcione en su conjunto. No muchos directores hubieran sido capaces de mantener la atención de la audiencia en un producto similar, y sin embargo, en su mayor parte, Iñárritu lo consigue. Cada sección de la película, que se compone de varios marcos temporales entremezclados, logra mantenerse convincente en sí misma. Hay dos elementos cruciales que hacen que esto funcione, además de la visión indiscutible de Iñárritu. En primer lugar, está el rendimiento de Cacho como Silverio, dejándonos con una actuación magnética. En segundo lugar, está la fotografía de Darius Khondji, responsable de la de ‘Seven‘, que es consistentemente impresionante. Cada escena está marcada por bloques de color, primeros planos inesperados, tomas pausadas, casi dando la sensación de que se podría obtener una gran fotografía de cualquier fotograma.
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades no es una película sencilla y para todo el mundo. Es una mezcla compleja de temas e ideas que deben estar extremadamente bien equilibrados para evitar que todo se desmorone. Me recuerda en concepto a ‘Blonde‘, otra película desordenada, ambiciosa y tremendamente arriesgada que te atrapa de principio a fin.
¿Es una autobiografía encubierta?



Claramente, hay una línea completa autobiográfica en Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades que es de todo, menos opaca. No hace falta ser un genio para relacionar que la historia de un cineasta mexicano, altamente admirado y galardonado por sus pares estadounidenses, con una crisis de identidad existencial está escrita y dirigida por un cineasta mexicano, altamente admirado y galardonado por sus pares estadounidenses, con una crisis de identidad existencial. Iñárritu ni siquiera intenta esconderlo, trayéndonos su manifestación más personal y visceral en forma de viaje a través de lo que mejor sabe hacer: cine.