Netflix presenta Atenea, la nueva película de Romain Gavras. Una lucha por la justicia que parece que solo hay un camino, la de coger el coctel molotov y reventarlo todo. Una rabia contenida demasiado tiempo debe de explotar. Sin la distribución de Netflix, la película no hubiese sido posible. Ojala se atreviesen más veces. Bienvenidos al caos.
Atenea es un barrio ficticio de Paris, la muerte de un chaval en manos de la policía acarrea en una revuelta violenta. Los jóvenes buscan a los culpables y no tendrán límites, se organizarán en una batalla que tenía que pasar en algún momento. Es la chispa que va a iniciar una revolución con terribles consecuencias. El comienzo de una guerra que no parece que vaya a terminar, una rebelión donde los hermanos del niño asesinado serán los protagonistas de todo ese caos con olor a gasolina, pólvora y humo. Los cocteles molotov volando, cohetes impactando contra la policía, los palos golpeando. La victoria parece cercana, aunque la tragedia se siente cercana.
Desde el principio la película te atrapa con su ritmo endiablado y planos secuencia. Romain Gavras coge al espectador de la pechera y lo mete de cabeza en esta historia prerrevolucionaria, no terminará de soltarlo hasta que no llegue los créditos finales. No existe tiempo para pestañear. El director ya dejo en sus videoclips la semilla de lo que luego sería Atenea. El nervio que pone al film ya se encuentra en la canción Born Free de M.I.A. donde un estado policial carga contra los pelirrojos (idea que volverá con su ópera prima Nuestro Día Llegará) y más en concreto en Stress de Justice, con unos chavales de los suburbios que se pasan el día creando el caos en las calles o en no Church in the Wild de Kanye West y Jay-Z con una violencia más estilizada.
El director no duda en utilizar el plano secuencia en toda la película, creando la intensidad que necesita el film. Es imposible sin una buena planificación poder plasmar el caos en la que están metidos todos los personajes y Gavras consigue coreografiar todo. El peligro que suele provocar este tipo de películas es quedarse corto y Atenea logra recrearlo. No se echan de menos más extras. Las luces de los cohetes, el fuego rojo que casi quema el televisor, la energía de los actores… todo el conjunto logra para el espectador una experiencia inmersiva, metiéndote hasta el fondo en la rebelión.
Es imposible no mencionar la influencia de la tragedia griega. Ya desde el título, haciendo mención a la diosa de la sabiduría y la guerra, queda claro que quiere ser algo más que una simple lucha en los suburbios. El pesimismo está latente en todo momento, no hay luz para la esperanza. La tragedia familiar de los hermanos, quizás queda algo engullida por la guerra callejera, pero es la que le da a la película el dramatismo que necesita para no quedar solo en una batalla.
Cada personaje refleja un modo de actuar. Abdel quiere apaciguar el conflicto, sabe que la violencia no es la solución. Karim es quien quiere quemarlo todo, la voz de la rabia, de la impotencia, de las injusticias. Y luego está Moktar, un narcotraficante que lo único que le interesa son sus propios intereses. Romain Gavras logra que el espectador reflexione con cuál de los personajes se siente más identificado, seguramente durante el film las ideas cambien del espectador.
En 1995 se estrenó El Odio de Mathieu Kassovitz, película que dará pie al cinéma de banlieue, el cine de los suburbios. Historias de gente de los barrios periféricos de las grandes ciudades francesas. La delincuencia, inmigración, el abandono tanto político como social. Un género propio que en los últimos años vuelve a llamar la atención con películas como BAC Nord o Los Miserables. Parece que 30 años después de la película de Kassovitz no ha ido a mejor y sí a mucho peor, como bien refleja Atenea con ese estado preguerra civil. En vez de solucionar se ha ido enquistando y como una herida infectada, tiene que salir el pus por alguna parte.
Ladj Ly ha cogido la idea final de Los Miserables y le ha multiplicado por diez para crear la historia. Apoyado por Elias Belkeddar, el guion escrito por el director de Los Miserables junto a Romain Gavras no es casualidad. Los dos se conocen desde hace tiempo. Que uno sea hijo burgués del famoso director Costa Gavras y el otro de un simple basurero de Mali, criado de los suburbios, no fue obstáculo. Son integrantes del colectivo Kourtrajmé, creado en los 90 gracias a la influencia de El Odio. Un grupo de jóvenes se juntó para grabar cine de guerrilla sin complejos. Un movimiento más que englobaría en el cinéma de banlieue. Videoclips y cortometrajes fueron los trabajos que fue llamando la atención de la industria y que hace poco fue homenajeado en el Festival de Cannes. A día de hoy se ha convertido en una escuela de cine, un hervidero de futuros nuevos talentos salidos de los barrios.
Atenea no pretende dar un mensaje político, aunque la línea es fina como ya se vio cuando Netflix adelantó el tráiler, toda la caverna de Twitter saltó. Gavras quiere transmitir desde la imagen las emociones y sentimientos de los protagonistas. Personajes que no tienen tiempo de reflexionar lo que les está sucediendo, actúan bajo presión de los acontecimientos. Maravillosos esos planos acercándose a los rostros de los protagonistas. Momentos donde se paraliza todo, pero que enseguida vuelven a la realidad.
La familia se desangra, derramándolo por los suburbios y luego por el país. Solo es el principio de una guerra que ya ha comenzado.
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