Con el festival de cine de San Sebastián a punto de comenzar, hacemos una retrospectiva sobre algunas de las Conchas de Oro que no puedes perderte.
En Cinéfilos Frustrados adoramos los festivales y las listas. Por eso os hemos traído una pequeña recapitulación de películas que creemos que no podéis perderos. Conchas de Oro icónicas, sorprendentes, y que en definitiva, han ayudado a crear y forjar la reputación del festival durante años. Es una selección que busca destacar algunas de muchas, y posiblemente, de cara a la próxima edición, rescataremos otras 10 a modo de previa. Pero de momento, aquí van nuestra selección de Conchas de Oro que no puedes perderte :
Romeo, Julieta y las tinieblas (1960), de Jirí Weiss
¿Hay algo más fantástico en la década de los 60, que la nueva ola del cine checoeslovaco? Una libertad absoluta a la hora de confeccionar historias, mezclas de género imposibles, y, principalmente, una creatividad audiovisual que hacia mucho tiempo que no se veía sobre la gran pantalla. Romeo, Julieta, y las tinieblas, es una Concha de Oro a revindicar por su crudeza narrativa, con una clara influencia del reciente expresionismo italiano de la época, pero con ideas de fotografía cercanas al expresionismo alemán, todo bañado en una atmosfera de opresión bélica, cuyo telón de fondo, no es otro, que ese gran conflicto eterno, el amor.
América, América (1964), de Elia Kazan
Que Elia Kazan era uno de los grandes directores de los 50, es algo todos sabíamos. Al este del Eden, Un tranvía llamado deseo, y sobre todo, La ley del silencio, son cintas de sobra conocidas y aclamadas del director estadounidense de origen griego. Pero América, América, tiene algo especial. Quizás llame la atención, que tome como pretexto, historias de su propia familia (un griego que emigra a América), pero lo que hace a la película sorprendente de verdad, es la alejada formalidad de las clásicas películas estadounidenses, el uso de actores completamente desconocidos para dar mayor veracidad al a historia, y la profundidad en el retrato social de la forma más realista posible. Una peli que salió directamente del alma de su director.
Dos en la carretera (1967), de Stanley Donen
La cinta de Donen, puede que sea, junto con Le Mepris o Te querré siempre, una de las mejores películas que se hayan rodado jamás acerca de la desfragmentación de una pareja. De forma brillante, Donen nos sitúa a los personajes en un road trip, plagado de elipsis temporales, siendo este, el mejor artefacto para construir una historia de personajes que se ocultan información, y nos la ocultan a nosotros, lo espectadores. Una cinta portentosa a nivel narrativo, interpretativo (Hepburn y Finney brillan), y una de las Conchas de Oro más contundentes que recordamos.
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La rodilla de Claire (1971), de Eric Rohmer
Estamos ante una de las películas correspondientes a los famosos cuentos morales de Eric Rohmer, uno de los directores más importantes de su tiempo, en una de sus cintas más icónicas. Los intentos de flirteo de un escritor con una joven de 17 años, son solo el comienzo de un artefacto mediante el cual Rohmer nos habla del deseo, la perversión, y todas las dudas que rodean al amor y la obsesión. Sosegada, como en la mayoría de la filmografía del director, y fotografiada, por el gran Nestor Almendros, estamos ante uno de los grandes títulos de su década, y una de las Conchas de Oro de las que más puede estar orgulloso el festival.
El espíritu de la colmena (1973), de Victor Erice
Una de las cintas más icónicas y queridas del cine Español. No caía Concha de Oro nacional desde 1954, y la aparición de Victor Erice con su opera prima, fue un absoluto shock. Una cinta poética, ambigua y abstracta, ambientada en pleno conflicto civil, a través de los ojos de una niña de 3 años, y utilizando el cine – y su discurso narrativo – como vehículo para comprender el mundo y una realidad difícil de entender. Bella y estremecedora.
Malas tierras (1974), de Terrence Malick
Otra opera prima, en este caso, de uno de los directores que más ha dado que hablar en la última época. En este momento de su vida, el norteamericano aún no había instaurado su sistema visual de imágenes conceptuales, que se unen mediante el montaje, y en 1974, aun estaba encontrando su estilo. Es sorprendente ver Malas tierras hoy en día, y ver como ya hay cosas en común con sus recientes obras, pero la película, tiene una pulsión y tempo totalmente diferente. La de dos jóvenes que cometen un asesinato, y huyen por toda Norteamérica. Una suerte de road trip diferente a todo lo que habíamos visto, bordeando incluso el coming of age, y regalando escenas icónicas para el recuerdo.
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Alas de mariposa (1991), de Juanma Bajo Ulloa
Pocas películas dentro del cine español han tenido esa capacidad de hechizar, de mezclar de una forma tan absorbente y enigmática, la inocencia de la infancia, y esa fragilidad propia de la mente de un niño, con la incipiente maldad y sin sentido de hacernos adultos. Los ojos de Ami, la maravillosa banda sonora de Bingen Mendizábal ,el costumbrismo nacional, y esa palpable necesidad de un autor, que nos regaló su carta de presentación al cine a través de una de las mejores operas primas de nuestro cine. Emoción y conmoción de la mano.
Las tortugas también vuelan (2004), de Bahman Ghobadi
Bahman Ghobadi, que tan solo un par de años después volvería a llevarse la Concha de Oro con Media Luna (2006), aterrorizó a medio festival al presentar uno de los relatos bélicos más crudos que ha dado nunca el cine: el terror de un campamento de niños refugiados en el Kurdistan iraní, cuya misión es la búsqueda y recogida de minas antipersona, con el evidente peligro que esto supone para ellos.
No lo tuvo fácil, pues competía con nombres importantes, como Michael Winterbottom, Susanne Bier, o Adolfo Aristarain, entre otros. Pero, las miserias, -narradas con una crudeza prácticamente neorrealista-, fueron de tal conmoción, que es una de las Conchas de Oro más respaldadas de este siglo, y una de las que más lucen a día de hoy en su palmarés.
Magical Girl (2014), de Carlos Vermut
Una de las grandes películas españolas de la década pasada. Magical Girl fue la gran sensación en esa maravillosa edición de 2014, con títulos como Loreak, La isla mínima, Phoenix, o Eden, entre otros títulos destacables.
La combinación de cine negro patrio, contado a través de un misterio oscuro y ambiguo, alrededor del contexto social de crisis y miseria que azotaba al país, le valió a Vermut el premio a mejor dirección y mejor película, en uno de los mejores años a nivel de películas que había tenido el festival en el siglo XXI.
Beginning (2020), de Dea Kulumbegashvili
Concha de Oro para el recuerdo, no solo por darse un año complicado e inusual (primera edición pandémica, con medidas por doquier y restricciones de todo tipo), ni por su abultadísimo palmarés (mejor actriz, guion, dirección y película), sino por formar parte de una sección oficial, que contenía alguno de los títulos más potentes de aquel año, varios pertenecientes a la edición que nunca llegó a celebrarse del festival de cine de Cannes.
Gran nivel en una sección oficial, con directores como Bartras, Ozon, Vinterberg, o Kawase entre otros, compitiendo por un premio, que al final fue a parar a la cinta más rompedora, sorprendente, y polémica, de toda la edición. “Eternos planos, historia vacía, y aburrimiento extremo”, son alguno de los argumentos que esgrimían algunos de sus mayores detractores.
Por el otro lado, -en el que me encuentro-estábamos aquellos que veíamos en esta película, el nacimiento de una autora de primer nivel, que jugaba con la expectativa del espectador hasta extasiarlo, y que ofrecía unos recursos narrativo-visuales que pocas veces acostumbramos a ver en una ópera prima. Una gran Concha de Oro.