Joseph Kosinski está de rabiosa actualidad. El director norteamericano estrena dos cintas en menos de un mes. Una actualmente en cines, Top Gun Maverick, que ha batido récords en taquilla con una gran secuela que supera a su original. Ahora con Spiderhead vuelve al género de ciencia ficción con el que empezó su carrera.

El centro penitenciario Spiderhead situado en una futurista isla secreta donde el excéntrico Steve Abnesti ofrece un programa de reinserción a reclusos, ofreciéndoles evitar la cárcel usándolos como conejillas de indias para sus experimentos con drogas experimentales.

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Crítica de Black Mirror Bandersnatch

Estas sustancias sirven para controlar las emociones: el risotril provoca una risa desenfrenada, la agonidrina te hace sufrir un profundo dolor, la amadrina despierta deseo y sentimientos por la persona delante de ti, la sinceridrina provoca decir la verdad…  Todo bajo las órdenes de un comité protocolario que supervisa todo el proceso.

Miles Teller vuelve a repetir con Kosinski tras Top Gun Maverick y Only the Brave, quien se está convirtiendo en su actor fetiche. Teller interpreta a Jeff, un joven sumido por la culpa, quien busca redención y un nuevo objetivo en la vida con el programa Spiderhead.

El que verdaderamente destaca es Chris Hemsworth, con una faceta más seria y alejada del cine de acción al que estamos acostumbrados a verle. Steve Abnesti es un personaje frívolo, taimado y persuasivo pero a la vez con un toque irónico, desenfadado y humorístico que tanto le gusta al actor.

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Crítica de Top Gun Maverick

Cierra el trío protagonista Jurnee Smollet-Bell, a quien hemos podido ver los últimos años en Aves de Presa o Territorio Lovecraft. Una reclusa con la que Teller establecerá un fuerte vínculo de confianza y honestidad dentro de Spiderhead.

Basado en un relato corto distópico de George Saunders titulado Escape from Spiderhead. Una película de experimentos psicológicos llena de culpa, dilemas morales, sentimientos. Podría pasar por un episodio especial de Black Mirror.

Sin embargo, es el principal problema de la cinta, una premisa interesante pero que se queda a medias. Da la sensación de ser un relato alargado en el que se podía haber contado lo mismo en menos tiempo o haber profundizado algo más.

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La banda sonora corre a cargo de Joseph Trapanese, otro habitual de Kosinski. De corte introspectivo, intimista, misteriosa y de suspense que encaja bien con la trama. Ésta a su vez contrasta con la música de éxitos setenteros que sale del móvil de Abnesti, para los momentos más locos del filme.

Aun así es una película directa y fácil de ver que te mantiene pegado a la pantalla y que, sin ser muy sesuda ni compleja, te hace reflexionar: ¿seríamos más felices con unas drogas así? ¿Sería un mundo mejor donde controláramos nuestras emociones?