La plataforma Filmin empieza a ser una de las más potentes del mercado, por variedad, cantidad y calidad. Apostando fuerte por producciones internacionales que nos hacen ver que otro cine es posible. «Parking» es un ejemplo de esa diversidad cultural, una película de producción compartida entre Rumanía, España y República Checa. Una historia dura contada a modo de poesía, sobre esas vidas a las que no prestamos la atención que merecen, pues tienen mucho que enseñar.
El director, de nacionalidad rumana, de «Parking» ha conseguido con esta película, dar una buena bofetada de realidad a la audiencia. La película se puede ver en Filmin, y es recomendada sobre todo porqué enseña esa realidad que insistimos no querer mirar. Apartamos el rostro ante la miseria, el hambre y la pobreza. En este film, nos recuerdan que todo eso está más cerca de lo que creemos o de lo que queremos aceptar.
El protagonista, Adrián (Mihai Smarandache) , es un poeta rumano que llega ilegalmente a España en 2002. Sin papeles, comienza a trabajar como vigilante nocturno en la tienda de un lugareño, Rafael, y su vida dará un giro cuando conozca a María (Belén Cuesta), que toca la guitarra en un grupo de jazz. Esa es la historia, pero hay mucho más detrás de ese feliz encuentro.
A través de un historia de amor, la película explora y cuenta las penurias de los asentamientos de inmigrantes, de gente que huye de una realidad peor que la del Covid-19. Mucho nos quejamos de esta pandemia, de estar confinados, de no poder ir a la playa o hacer nuestros cuatro kilómetros corriendo para estar guapos en instagram. Pero hay una realidad más dura, una que nos acompaña desde que la globalización se conoce como tal. A través de un sentimiento tan bello como es el amor.
La trama se sustenta en las grandes actuaciones de Mihai Smarandache y Belén Cuesta, y en un guión que crece a medida que avanza la película. Todo se complica en la vida de Adrián, pero el ancla que supone María salva tanto su vida como su alma rota. El personaje de Adrián es un reflejo de una sociedad fragmentada, donde psicológicamente nos vamos destruyendo con deseos superficiales y miedos escénicos.
«Parking» nos transporta a esa realidad sumergida, a esa economía sumergida de las barriadas, más presentes en nuestras ciudades de lo que nos imaginamos. Pero lo hace de una manera tan poética que te sonroja el corazón. El empeño del director por mostrar la dureza de la inmigración sin papeles queda patente en como se desarrolla la historia. Pero esa luz que acompaña a María, ofrece al espectador una esperanza que mantiene la atención en la pantalla. Los personajes están tan bien trabajados, que la historia se cuenta por sí sola.
Actuaciones consistentes, una historia dura pero con esperanza, una realidad auténtica, sin llegar a ser pretenciosa, sin querer darnos lecciones. En esos pilares se sustenta un relato pausado, pero que cuando avanza, destripa detalles que enriquecen un guión cuidado, donde la simpleza de su complejidad queda al servicio de un final sin miramientos. Podría haber sido una historia oscura, depresiva y triste, pero hay espacio para alegrías, para ilusiones y para esperanza. Una historia de la vida. De la vida de personas que la sociedad se empeña en olvidar.