‘Vuelta al Insti’ ha estrenado en Netflix, para recordarnos porqué la plataforma está perdiendo la batalla del streaming. Rebel Wilson protagoniza la típica película «wath if», de las que se hacían cientos en los 90’s. La fórmula entonces funcionaba, y la actriz siempre se ha caracterizado por un humor absurdo que arrancaba buenas risas. En esta película no.
‘Vuelta al Insti’ no hay por donde cogerla, ¿en qué estaba pensando Netflix? La premisa de la película puede atraer: una chica que decidió cambiar sus ideales para ser mega popular en el instituto, sufre una caída que le deja 20 años en coma, y despierta con la madurez emocional que tenía entonces. En USA ya se sabe como son los institutos, salvajes. Esta película buscaba poner el foco una ve más en el valor que se le da a la popularidad por encima de la personalidad, pero ni eso consigue. Los adultos no hemos madurado de una manera tan penosa como plantea la película.



Una cambiada Rebel Wilson protagoniza a una adolescente australiana que busca su identidad en el cuerpo de una mujer de casi 40 años, pero sin la madurez que la vida te da. Sin esas herramientas que la edad adulta nos ofrece para dejar atrás la «edad del pavo». Por lo tanto, tenemos a una sobre actuada adolescente en el cuerpo de una adulta, pero que vuelve al instituto con esa edad. ¿Absurdo? Por supuesto. ¿Gracioso? Quitando un par de gags, no. Inverosímil a niveles muy tontos y que no refleja para nada el cambio que ha sufrido el mundo en 20 años. Por mucho que busque tocar la fibra emocional con los motivos de la búsqueda de la popularidad.
Una oportunidad perdida para hacer crítica social, rozando y superando el ridículo. Nadie se sometería a tamaña humillación. La película tiene demasiados momentos humillantes para la protagonista, y no creo que eso haga un favor a nadie. Situaciones que podrían llegar a ser graciosas, se convierten en humillantes. El concepto de popularidad de 2002 no es ni de lejos el de 2022, y la película lo lleva al absurdo, lo que hace que pierda autenticidad. Entre diálogos que parecen discursos políticos y sobre actuaciones, la película se pierde en sí misma.



Entre otras cosas, los tópicos actuales de corrección política no se respetan en los institutos. Con la temática cheerleader de fondo, con asomarse a la realidad americana, la película pierde toda credibilidad. Una frase a mitad de película indicando que «las redes sociales son tu mundo entero. Qué triste es.» es toda la mención crítica que vas a encontrar en el largometraje. Por llamarlo de alguna manera. Netflix ha apostado demasiado por productos de tan baja calidad, y a lo mejor es hora de parar. Replantear una política de estrenos que está perdiendo la batalla del streaming.
He de admitir que pillé la película con ganas de reírme y de encontrar crítica social (muy necesaria hoy en día con lo absurdo de las redes sociales). Pero lo que me encontré fue una película prescindible (top 10 en Netflix, curiosamente). Sin gracia, forzada, sobre actuada y con Rebel Wilson perdiendo toda la gracia, sin su «mojo». En el propio catálogo de Netflix hay cientos de películas con más gracia, mejor hechas y con mejores actuaciones. Ahora necesitaré terapia para borrarla de mi mente, y eso que sale Alicia Silverstone.