Tres, la nueva película de Juanjo Giménez, el ganador de la Palma de oro de cortometrajes por Timecode en 2016.
Había expectación por el nuevo largometraje de Juanjo Giménez, titulado Tres. Tras su paso por el festival de Venecia, y posteriormente, por el de Sitges, me llegaron voces de que estábamos ante una película muy especial. Incluso, algunos, se atrevieron a compararla con otra de esas cintas singulares de este año, Memoria, la película que Apichatpong Weerasethakul presentó en la sección oficial del Festival de Cine de Cannes, y por la que se llevó el premio del jurado, por su interesante reflexión acerca del sonido en el cine.
Sabiendo esto, se entiende un poco la comparación con Tres. La película, nos sitúa en la piel de una diseñadora de sonido, que encuentra en la sala de mezclas, su santuario en el que refugiarse de una vida completamente vacía, y opaca emocionalmente. Apenas conocemos nada de ella, sus habilidades sociales parecen ser limitadas, y su vida sentimental, inexistente. Su día a día, se basa en realizar foleys, mezclar voces, y sincronizar las pistas. Y esta, es la clave de la película: la sincronización.
O quizás, debería decir, la desincronización. Nuestra protagonista, interpretada por una notable Marta Nieto, comienza a percibir un desfase entre lo que escucha, y lo que ve, en cualquier acción de su día a día. Siempre escucha tarde todo lo que acontece, y esto, es algo que para un trabajo como el suyo, que requiere de una precisión milimétrica, es una gran putada.
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A partir de aquí, Juanjo desarrolla el largometraje como si fuera una premisa de un cortometraje. Tres, parte de un concepto potente, y estira sus tentáculos narrativos por todos los caminos posibles, que le da un mundo desincronizado. Desde los peligros más rutinarios y comunes de cualquier persona normal, hasta la incapacidad para relacionarse en un mundo en el que ella siempre se siente fuera de lugar, pero nunca desde una perspectiva victimista, más bien, desde el de la lejanía del genero fantástico, que intenta observar y reflexionar acerca de que ocurre a su protagonista.
Paralelamente, se desarrolla una subtrama sobre lazos familiares, o incluso, una un tanto mas naive, sobre el amor, que entronca de forma bastante orgánica con la vía principal del desarrollo de la película. Tres, se va haciendo mayor a medida que el metraje avanza, y es un tipo de cine que se agradece mucho que nos encontremos en España.
Es un película inteligente, pequeña, que no necesita de grandes artificios para hablar de cosas relativamente complejas, que mantiene muy bien el equilibrio entre el misterio, el sinsentido, y la distancia con su personaje central, y que sobre todo, pone en primer termino narrativo, uno de los grandes recursos menos utilizados en toda la historia del cine: el sonido.
El sonido en Tres no solo no acompaña a la imagen -como lo haría tradicionalmente en cualquier película- sino que es el principal elemento narrativo de esta. La desincronización, funciona como una sencilla pero efectiva alegoría de la desubicación de su personaje en este mundo, alienado completamente en su trabajo, sin una razón real para vivir.
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Tres, es una muestra de que con una buena idea, y cierto ingenio, se puede hacer cine con capacidad de penetrar, reflexionar, y disfrutar. Una de las grandes sorpresas cinematográficas de este año.