El 10 de marzo llega a nuestras salas la nueva película de Davy Chou: Retorno a Seúl. Con un aura especial, de elocuente inmersión en la cultura coreana y seleccionada en distintos festivales, Retorno a Seúl se nos antoja una de las propuestas más interesantes de lo que llevamos de año.

Retorno a Seúl (escrita y dirigida por Davy Chou) se inicia con un par de escenas de las que marcan meritoriamente el tono del film: la francesa Freddie, de claro origen asiático, se presenta en un hotel preguntando por una habitación, no habla coreano pero su interlocutora se defiende con el inglés y el francés. A continuación se encuentran en un restaurante, con un amigo, y entre el baile idiomático de francés, inglés y coreano, entramos en situación no sólo temática, sino tonal. Freddie se adentra, pese a su origen coreano, en un mundo que le es completamente ajeno. Como al espectador. Y eso que Chou aún no ha desplegado ahí el auténtico leit motiv del film. Retorno a Seúl da inicio, sin duda, de forma notable.

Retorno a Seúl (01)

En Retorno a Seúl se relata la juventud de Freddie, una francesa de 25 años, de origen coreano, que viaja a Seúl con la intención de conocer a sus padres biológicos. Durante su estancia el impacto cultural se verá mezclado con el fangoso proceso de encontrar y sobre todo tratar con quienes la entregaron en adopción.

Se nos antoja, así de entrada (además de comer en los numerosos restaurantes coreanos que aparecen a lo largo de Retorno a Seúl), una breve mención a aquella maravillosa Lost in Translation: no, no se parecen en demasía, esencialmente porque el film que nos ocupa no es del género romántico. Pero si emana ese punto de desconexión que afecta a la protagonista en su buceo en la cultura y día a día coreano. Con un matiz clave: su origen coreano, pese a no hablar el idioma y ser esencialmente francesa (ahí el contraste es divertido: ella es muy europea), incide en el auténtico tema del film. Y este no es otro que la búsqueda de la identidad personal.

Ahí es donde Retorno a Seúl se eleva como algo más que su premisa: Freddie, en su proceso de búsqueda, se aleja cada vez más de quien era cuando llegó al país y a la vez de quien se supone que debería ser. Su desorientación vital no sólo marca la narrativa formal del film (que avanza temporalmente en cada acto) sino que induce al espectador a una sesión de empatía con el camino que Freddie emprende buscando conocer su lugar en el mundo.

Retorno a Seúl (02)

Ji-min Park, la actriz que da vida a Freddie, es crucial en esto porque como protagonista absoluta (insistimos: no es un film romántico, es su viaje y el de nadie más) debe soportar el peso entero del film y lo logra merced a una lúcida capacidad para no comerse el plano. Esto es: es quien protagoniza pero Chou no basa la dramatización en un exceso emocional, todo lo contrario, sino en una profusión de silencios y escenas contemplativas en las que Park se siente -o eso nos parece- como pez en el agua.

Retorno a Seúl, como film moderno y sensible que se enmarca en el cine actual, es plurilingüe (algo crucial en este tema: el francés con los pocos que lo hablan, el inglés de supervivencia con los coreanos que lo chapurrean y el coreano como metáfora de la situación de Freddie pues, claro, ni lo habla ni lo entiende), se sumerge en la Corea urbana y la más humilde, nos sorprende con sus escenas nocturnas y por encima de todo no deja de antojarse como algo auténtico.