Promesas en París, drama político, con altas dosis de cruda realidad social, es el último film de la nominada al Oscar, Isabelle Huppert, y llega a nuestros cines el próximo 24 de junio.

En Cinéfilos Frustrados disponemos ya de una dilatada trayectoria cubriendo películas francesas. En su mayor parte, y esto es innegable, en su acepción de comedia romántica (o comedia a secas) pero en otras ocasiones, como es el caso de Promesas en París, de tinte mucho más dramático. Este film, de Thomas Kruithof, no sólo se decanta por una temática política ambientada en una ciudad cercana a París, sino que se empapa de un realismo social de los que se tornan por momentos demasiado cercanos al evento documental.

Promesas en París (01)

Una alcaldesa de una ciudad de las cercanías de París, Clémence (Isabelle Huppert), afronta el final de su segundo mandato. Junto a su mano derecha, Yazid (Reda Kateb), intentará culminar su mandato logrando la rehabilitación completa de un bloque residencial azotado por los desperfectos, los pisos pateras, las mafias y vecinos hartos de que no puedan vivir en condiciones dignas.

Promesas en París es, tal vez, un film gris. Y no sólo por la (acertada, necesaria) elección formal de su fotografía, sino por el poso de incomodidad social que genera. Los teóricos héroes del film, la alcaldesa y su jefe de personal, luchan por mejorar las condiciones de los vecinos pero el contraste ente los primeros (sin duda aseados, con buena ropa, posesiones y sueldo) y los segundos (son viviendas francamente insuficientes y cuando accedemos a los pisos pateras es momento duro) es absoluto. Ahí radica el principal, y casi invisible, mérito narrativo de Kruithof.

Promesas en París (2)

Y es que no se trata de un drama con héroes sociales luchando contra el mal. Se trata de gente que no lo está pasando esencialmente mal, rodeados de comodidades, intentando obrar lo correcto. Y pese a ello Kruithof tampoco juega la carta del exceso de azúcar (todo lo contrario) pues en todo momento ambos personajes permanecen bajo cierta coraza de frialdad política. Si a ello le añadimos que no se cortan un pelo (tampoco hablamos de nada incómodo, físicamente, para el espectador) en mostrar las viviendas, sus condiciones de vida, y sus semblantes agotados, tenemos un drama de los que se la juegan a confiar en que el espectador no necesita anclajes emotivos, o dulzones, para generar el objetivo final de la película.

En todo ello la dupla interpretativa (y absolutamente protagónica) de Promesas en París, Isabelle Huppert y Reda Kateb ejemplifican todo lo descrito anteriormente. Con ese trasunto de naturalidad que destila el cine francés, tan lejano y cercano a nuestras sensibilidades, ambos actores dan vida a dos políticos cuyas motivaciones jamás dejan de ser parcialmente estratégicas en el espectro político. Y una vez más se apuesta por visualizar una París lejana a ese tópico de fantasía urbana, de evento publicitario aromático, en favor de una realidad más gris, triste, sucia, decadente, diversa de la conurbación parisina. Un más que necesario choque de realidad.

Reseña
Puntuación general
6.5
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critica-de-promesas-parisTras toda una trayectoria como alcaldesa de una ciudad cerca de París, Clémence (Isabelle Huppert) afronta su mayor reto hasta el momento: presentarse como Ministra. Valiente y decidida, siempre se ha volcado con los más desfavorecidos para salvar a la ciudad de la pobreza y el desempleo junto con la ayuda de su fiel mano derecha Yazid (Reda Kateb), pero ahora, este nuevo cargo despertará en ella una ambición desconocida. ¿Será capaz de mantener su compromiso con los ciudadanos y su integridad política o acabará sucumbiendo al poder?