El tercer film de Pascal Elbé, Estamos hechos para entendernos, llega el próximo 29 de abril aunando lo mejor de las comedias que merecen la pena: su dosis de humor, romance, la emoción necesaria y el elemento humano catalizador de todo final satisfactorio.

Las comedias francesas, por lo general, además de habitualmente apreciadas en esta web, gozan de una fórmula que ratifica su identidad y apuntala el motivo de su éxito: aúna los distintos elementos comunes en comedias de otras latitudes pero con una curiosa mezcla entre lo humano y lo sofisticado (sí: ese punto francés, habitualmente parisino, que parece afectarnos a todos) que añade la guinda al pastel. Difícilmente decepcionan. Y esta Estamos hechos para entendernos (On est fait pour s’entendre en su título original) cumple satisfactoriamente con todo ello.

Pascal Elbé (Cabeza de turco, 2010) dirige y protagoniza esta historia sobre Antoine, un profesor de instituto aquejado de una reciente sordera que amenaza su vida laboral y personal. No puede oír a sus compañeros de trabajo, a sus estudiantes, siquiera a sus amantes. Su accidentada relación con la vecina de abajo (eso de dejar sonando el despertador debe ser molesto), sin embargo, da un vuelco cuando conoce a su hija Violette. Si Antoine no puede oír como quisiera, Violette ha dejado de hablar desde la muerte de su padre.

Estamos hechos para entendernos (02)

La escena inicial de Estamos hechos para entendernos sugiere el tono cómico que sobrevuela todo el film: el pobre Antoine incapaz no ya de escuchar a su amante sino de darse cuenta que hace rato que esta se ha largado del piso. Sin embargo Pascal Elbé, que también firma el guión, inserta el factor emocional antes que el romántico. Y esa es la chicha y la mayor virtud de este film: el momento, extenso y reposado, en que Antoine cuida de Violette arranca el catalizador necesario para venderte, ya del todo (llevas tiempo riéndote, cuanto menos) esta comedia que mezcla géneros.

Estamos hechos para entendernos (03)

¿Necesita algo más para ganarnos? No si sabes que esperar de una película así (esperar más siquiera es de recibo) sin embargo Elbé, dirigiendo con acierto a una solvente Sandrine Kiberlain, y sobre todo a la pequeña Manon Lemoine, emite un segundo acierto emocional cuando remite a la conexión entre Antoine y Violette bajo el manto de un mismo propósito: la superación de sus problemas de comunicación. Uno no lo ha elegido. La otra sí. De ese modo, Estamos hechos para entendernos, relega el romance a una posición casi testimonial. Y eso, por impredecible, nos ha encantado.

No nos entiendan mal: nos encanta el amorío. Pero es que en Estamos hechos para entendernos anida otro tipo de amor. De relaciones humanas, si se prefiere. Un buen amigo (y que poco a poco te va cayendo cada vez mejor) de Antoine tiene su momento. Incluso su madre, aquejada sin duda de un problema de comunicación mucho más cruel, nos recuerda que la historia de Antoine, Claire y Violette tiene un poso amable en su discurso final. Suena a tópico pero si quieren reír y sobre todo notar esos momentos emotivos que le llenan a uno… Aquí tienen todo eso con sólida proporción.

Estamos hechos para entenderlos se estrena en cines el viernes 29 de abril.

Reseña
Puntuación general
7
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critica-de-estamos-hechos-para-entendernosAntoine parece no escuchar a nada ni a nadie: a sus alumnos, a sus compañeros a sus amigos, a sus colegas de trabajo, a sus amantes… Todos le exigen más atención y le recriminan su falta de concentración y empatía. Aunque hay una buena razón para que Antoine no escuche a nadie: aún es joven pero ha perdido mucha audición. Su nueva vecina Claire, que ha venido a vivir temporalmente con su hermana y su hija tras la pérdida de su marido, sueña con la paz y la tranquilidad. No es lo ideal tener de vecino al ruidoso Antoine, con su música estridente y su despertador que suena sin parar. Y sin embargo, Claire y Antoine están hechos el uno para el otro.