Hoy nos ponemos delante de la nueva película del siempre interesante Miguel Ángel Blanca, el docu-ficción Magaluf Ghost Town.
Mi primer encuentro con Miguel Ángel Blanca, más allá de su proyecto musical Manos de topo, fue en el festival de cine de Gijón, con la fascinante y peculiar Quiero lo eterno (2017), una cinta, que en ciertos momentos, me hizo conectar con algunos de los trabajos más notables de Harmony Korine, o Larry Clark, lo cual, para un apasionado del teen angst, fue una revelación poderosa. Cuando me enteré de que Magaluf Ghost Town seria su próximo proyecto, apunte en rojo la fecha y me planté en el pase de prensa con ganas de más.



Y he decir, que he quedado plenamente satisfecho. Magaluf Ghost Town, es una radiografía social a través del documental ficcionado, del día a día de los habitantes autóctonos, invadidos por legiones de turistas con el único objetivo de drogarse, tener sexo fácil, y beber hasta perder el conocimiento. Para este cometido, sitúa un punto de vista doble, en primer lugar, en el de un joven que quiere ser actor, y que bien podría ser epítome de la generación Z, frente a una mujer mayor, tradicional, y llena de carisma, que debe compartir piso con un joven inmigrante de un paisa africano.
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De estos dos pivotes centrales, extiende el punto de vista a otros tangenciales, como el del ya citado chico africano, hasta el de una mujer de negocios, que planea una remodelación de Magaluf, con el fin de acabar con el turismo de borracheras, y convertir la isla en una especie de resort para gente rica. Diferentes puntos de vista, que se mezclan con imágenes de archivo de turistas, supervivencia, y una extraña sensación de maldición que rodea a la ciudad.
Porque si algo tiene Magaluf Ghost Town, -que me llevo como recuerdo especial de su proyección-, es la capacidad para transmitir esa atávica sensación de peligro que rodea a la noche. Hay algo realmente jodido en la atmósfera de esta propuesta, sin ser necesariamente explicita ni grotesca en nada de lo que muestra. Es una sensación de decadencia moral, de que el final de algo está rodeando a toda la isla, y una extraña relación entre los impulsos sexuales, y la propia muerte. Quizás, esto se amplifica por ciertos acontecimientos de toque esotérico en su parte final, pero es algo realmente excepcional que creo, merece la pena destacar.
Con esto, Magaluf Ghost Town se erige como una gran pieza de cine español en una gran año de cine nacional. Una película con un universo propio, que te atrapa, te envuelve, y utiliza los limitados recursos de los que dispone, para hacer un acercamiento directo e inteligente hacia algo que forma parte de nuestro país, pero a lo que realmente, nunca se le presta atención. Y las pocas veces que se ha hecho, ha sido a través del morbo y la prensa rosa, y no tanto, hacia las secuelas en los autóctonos de la zona. De lo particular, a lo general. Un lujazo tener propuestas así en España.