El próximo 4 de marzo llega a nuestros cines Los amores de Anaïs: comedia francesa protagonizada por Anaïs Demoustier, Denis Podalydès y Valeria Bruni Tadeshi, sobre el triángulo romántico y sexual, diferencia considerable de edad incluida, en el que se mete una universitaria parisina.

Los amores de Anaïs (idéntico a su título original: Les amours d’Anaïs) causó buenas impresiones en el último festival de Cannes y, en celebrada coincidencia también por parte de un servidor, amante de las buenas comedias y dramas franceses. Ya son muchas las películas producidas en nuestro país vecino que han pasado por nuestra web en forma de crítica y casi siempre, con mínimas excepciones, las impresiones caen en terreno familiar: una suerte varita mágica capaz del maridaje requerido en este tipo de películas, esto es, comedia, drama y romance, endulzado con esa facilidad para dotar de humanidad (en el sentido más empático del término) esas historias que no pocas veces rehuyen del punto de sofisticación del pueblo galo.

Los amores de Anaïs (01)

En este caso, Los amores de Anaïs, nos propone seguir a una estudiante de tesis parisina (Anaïs Demoustier) no sólo en su desastrosa gestión de la vida personal (debe el alquiler), laboral (capaz de dejar colgado a su director de tesis en un trabajo que necesita), sino en la concatenación romántica que vive en apenas unas semanas: de tener una relación a medio gas con un hombre maduro, a enamorarse y vivir un romance con su pareja, una famosa escritora de novelas.

Los amores de Anaïs, más allá de ese encanto de las comedias francesas, nos lleva a terreno casi del dúo Greta Gerwig y Noah Baumbach, una como actriz y el otro como director, en la notable Frances Ha, o de la recientemente cubierta en nuestra web, Playlist. En ambas el personaje protagónico es una joven de la que el libreto, la dirección y las propias interpretaciones de las actrices no esconden la imperfección que las caracteriza. No porque ese sea su principal rasgo sino porque pretenden reflejar el encanto que supone un personaje realista a través de algo que nos caracteriza a casi todos: son un desastre. Encantadoras, excepcionales por momentos, pero un desastre y eso aviva ese punto de empatía en el que la autenticidad se impone a la perfección impostada.

Los amores de Anaïs (02)

No conviene, tampoco, llevarse a engaño: sigue siendo una película y hay que venderla. Anaïs refleja con facilidad lo que podría ser un sueño tópico parisino: es joven, atractiva, estudia en París algo con vocación cultural, vive un romance con un tipo mayor que ella, luego otro con una escritora también mayor que ella… Pero no estamos, por suerte, frente  a una Emily in Paris (probablemente Dumbo sea un ejercicio de realismo mayor), sino ante una película con aire casi costumbrista, en la que los deseos de Anaïs chocan con lo que siempre suelen chocar los deseos en el mundo real.

El tramo final de Los amores de Anaïs, casi totalmente volcado en el romance entre Anaïs y Émilie (Valeria Bruni Tadeshi), se torna etéreo, preciosista y reflexivo sin que el conjunto del film se resienta por ello. Es el caer natural de un arco que empieza con Anaïs aburrida en una relación soporífera y termina buscando un ideal romántico surgido de un amor a primera vista. Mala idea. En ello Charline Bourgeois-Tacquet, en su opera prima, es certera en su descripción de los piñazos emocionales que nos van cayendo de vez en cuando. ¿He comentado ya lo mucho que me gustan las comedias francesas?