Asuntos familiares es un drama francés en el que Marion Cotillard y Melvil Poupaud dan vida a dos hermanos que no pueden ni verse. Esta nueva propuesta del cine galo, de complicada aproximación crítica, llega a nuestros cines el 24 de febrero.
En esta nuestra querida web, Cinéfilos frustrados, y en especial servidor de ustedes, somos acérrimos del cine francés. Acudimos con fervor a los pases de prensa dispuestos a sumergirnos en ese condenado don que suele atraernos: esa mezcla, natural y a la vez artísticamente elaborada, de realismo emocional y sofisticación europea. Ocurre que con Asuntos familiares dicha fórmula se torna complicada en su gestión crítica: por momentos parece un peliculon, en otros parece que quieren nadar en el drama de corte espeso.



Alice (Cotillard), famosa actriz, y Louise (Poupaud), famoso escritor, son hermanos y llevan años sin hablarse. Sin verse si quiera. Un accidente de tráfico en el que se ven involucrados sus ancianos padres les obliga a habitar la misma ciudad (Lille) durante el periodo en que son tratados en urgencias. Asuntos familiares, que goza de un notable ritmo narrativo, se acerca a las vivencias de ambos durante dicha convalecencia sin que lleguen a cruzar sus caminos: ella conoce a una fan rumana que apenas tiene para comer y él se instala en la casa de sus padres envuelto en la nostalgia, el consumo de alcohol y drogas.
Asuntos familiares juega, claro, a que el espectador anticipe como y cuando, y con que daños colaterales, van a coincidir, por fin, los dos hermanos. El problema llega cuando todo lo que nos llega a convencer cuando seguimos a Alice y Louise, funcionando por empatía, se va al traste cuando entramos en el porque no se hablan. En que demonios les pasó. Por supuesto no vamos a cometer delito de spoiler pero digamos que el film, cuando entra en ese barro, se estanca en una suerte de incomprensión por falta de empatía. La simplicidad de los días que rodean a una estancia de unos padres en el hospital, un encuentro con una fan a la que se lo cuentas todo o el retorno de golpe de un montón de recuerdos, se tornan mucho más certeros que el influjo dramático de las tensiones fraternales entre Alice y Louise.



En cierto modo ese lado más humano, el de las vivencias presentes de Alice y Louise, pasa por encima de sus diferencias. Y porque Marion Cotillard y Melvil Poupaud lucen mejor cuando pueden ser ellos mismos y no atados a un complejo estado nervioso, irracional, que les ha llevado al odio.
Decíamos, claro, que el film contiene una premisa que nos da a entender que esto va del reencuentro familiar. Así que no incurrimos en el mencionado spoiler pero debemos señalar que Asuntos familiares entra en una fase sorprendentemente interesante, simple, casi que agradecida por el trasunto trascendente que apuntaba el tema, cuando por fin comparten escena. De algún modo, casi como si Arnaud Desplechin (director i co guionista) le diera por jugársela a un último acto etéreo, Asuntos familiares finalmente decanta la balanza del lado galo que tanto nos mola.