El próximo 25 de marzo llega a nuestros cienes A tiempo completo: un drama francés, escrito y dirigido por Eric Gravel, en el que Laure Calamy vive una pesadilla social extraordinariamente realista.

Empecemos esta crítica yendo de frente en lo referente a las películas francesas de corte realista o cotidiano: nos encantan. O cuanto menos a un servidor. Incide en ello, tal vez, esa proximidad cultural que refuerza la empatía social o, tal vez, recrearse en su habitual capacidad para generar historias emitidas desde un realismo casi naturalizado en su ejecución. A tiempo completo (A plèin temps en su título original) no sólo narra una suerte de pesadilla social, familiar y especialmente personal, sino que lo hace de un modo que te pasas toda la película aquejado de cierta incomodidad (en el buen sentido): lo han clavado.

A tiempo completo (01)

A tiempo completo relata los días de incertidumbre que vive Julie (excelente Laure Calamy) metida en dos crisis paralelas. Madre de dos niños, viviendo en las afueras de París y trabajando en un precario empleo como jefa de limpiadoras en un hotel de lujo, tiene problemas para recibir la pensión de su ex marido y todas las mañanas debe dejar a sus hijos al cuidado de una vecina. Y todo ello mientras intenta, de espaldas a su jefa, triunfar en una entrevista de trabajo para un empleo de su especialidad en medio de una enorme huelga nacional que afecta a todos los transportes.

Eric Gravel, director y guionista de A tiempo completo, se sirve de una dualidad narrativa según que parte de la vida de Julie estamos contemplando: una reposada cuando median escenas con sus hijos y una frenética, nerviosa y incesante cuando tenemos a nuestra protagonista en su trabajo, o yendo del mismo a las entrevistas, o luchando a diario para sobreponerse a no disponer de trenes, metro, autobuses o siquiera su propio coche. Una suerte de degradación, con momentos de cierta humillación, que Gravel y Calamy clavan a costa de hacernos partícipe de lo que está viviendo Julie. No media la pena, ni el drama gratuito, sino la necesidad de volver a casa como sea, de dormir donde sea y de rebajarse sin apenas fuerzas para sentir vergüenza.

A tiempo completo (02)

Laure Calamy, de algún modo, merced al libreto, la dirección y su propia interpretación, consigue erigir un personaje tridimensional, real, transmitiendo emociones en medio de todo ese caos. De toda esa velocidad por dormir algunas horas, o que evitar que le corten el crédito, o por limpiar como sea una habitación de hotel llena de heces. Gravel y Calamy dejan que las acciones nos transmitan lo necesario sin esperar grandes momentos de trifulca dramática: de ese modo el romance, que apenas asoma la patita a lo largo del film, se vive del mismo modo atropellado que el resto de la película. Es todo tan apresurado, apretujado, que la única certeza de la película se convierte en su mayor virtud: todos haríamos lo mismo que Calamy. Sin más historias.

Finalizamos apuntando que A tiempo completo sucede, claro está, en París. Pero no en esa gran París repleta de tópicos de fantasía estadounidense (como en Emily in Paris) sino en una más creíble (es lo que tienen que filmen los propios franceses) y azotada por una descomunal huelga que lo pone todo patas arriba. El paralelismo con la situación personal de Julie es evidente. Si acaso es necesario, de puro ejercicio de empatía reparadora, pasar los apenas 85 minutos de A tiempo completo con Julie. Van a sufrir pero, creanme, merece la pena.