Hasta el día de hoy siempre he dicho que Hitchcock por Truffaut era de lectura obligatoria. A partir de ahora también diré que también lo es el visionado de 78/52: La escena que cambió el cine.
Alfred Hitchcock no es sólo un director. Fue el primer cineasta en convertirse en estrella de cine. Vale que en cierto modo Charles Chaplin o Buster Keaton lo habían sido antes que él, pero sólo hasta cierto punto. Realmente se iba al cine a verles en pantalla, no porque ellos contaran la historia. Hitchcock fue el pionero. Abrió el camino a Spielberg, a Tarantino o a Woody Allen. Fue el primero del que todo el mundo conocía el nombre. Hasta el inglés, nadie sabía cuál era la cara de un director de cine. Pues no sólo eso, sino que la silueta de Hitchcok es uno de los iconos del cine. Y vamos más allá. Alfred Hitchcock es la estrella absoluta de todos sus filmes. En Marnie, la ladrona sale nada menos que Sean Connery. En La cortina rasgada, Paul Newman y Julie Andrews. ¿Alguien que se ponga delante de Atrapa a un ladrón o La ventana indiscreta dice que va a ver una película de Cary Grant o de James Stewart? No. Todos decimos que vamos a ver una película de Alfred Hitckcock. Para colmo, se adueñó de un género cinematográfico y lo asoció para siempre a si mismo. Y ya para rematarlo todo, es uno de los grandes teóricos del lenguaje cinematográfico que ha habido nunca (vuelvo a recomendar el libro Hitchcock por Truffaut). Por todo eso, directores como Buñuel, Ford o los Wilder provocan admiración. Hitchcock despierta envidia. Y más con la escena que cambió el cine, 78/52.
78/52 analiza una de sus grandes películas, centrándose en la escena más estudiada de la historia del cine: La ducha de Psicosis. Esos setenta y ocho trozos de fotoquímico y cincuenta y dos planos que cambiaron la manera de hacer cine: Con el asesinato de Marion Crane se abrió las puertas del cine moderno.
¿Cómo nos cuenta y analiza esta secuencia Alexandre O. Philippe? Pues disfrutando y haciendo partícipe al espectador de la pasión por el cine. Para empezar, Phillipe reúne de un grupo de personas de distinta índole para analizarla teórica y técnicamente. Guillermo del Toro o Eli Roth desde un punto de vista de cineastas. Peter Bognovich da un paso más y nos confiesa todo lo que esos escasos cincuenta y dos planos han influido en su carrera y las referencias que en su obra hay en ellas. La escena se analiza a nivel de montaje por el editor Walter Murch y de música por Danny Elfman, que posteriormente se encargaría de la musicalización del remake de Gus Van Sant. Phillipe nos trae también el análisis más cercano de la propia nieta de Alfred Hitchcock, el hijo de Anthony Perkins y de Jamie Lee Curtis (que no creo que haga falta decir de quién es hija) ¿Quién falta en este análisis? Pues tú y yo, es decir, los simples y aficionados espectadores.
Psicosis es más que una película, es todo un referente cultural. Es parte de nuestro legado como civilización. Por eso nos cuenta también la experiencia del público, de aquellos que no necesitan diseccionar la película para estudiarla, sólo disfrutarla. Se dice que el buen comercial te consigue vender su producto si te contagia su entusiasmo. Pues vaya si 78/52 lo consigue. Cada diálogo, cada análisis, cada explicación de las virtudes de la película (algunas que por más que la hayas visto se te habrán escapado) y también de sus errores… todo eso está contado con una pasión, con un arrebato, con una energía que atraviesa la pantalla y te embriaga de cine. Después de ver este documental vas a amar el séptimo arte aún más de lo que lo hacías.
De todos los protagonistas te va a sorprender uno en concreto: la otra protagonista de la escena de la ducha. Sí, no sólo estaba Janet Leight en esa bañera. 78/52 cuenta con el testimonio de excepción de Marli Renfro, su doble de cuerpo y la única persona que hoy en día nos puede contar de primera mano cómo fue el rodaje de la secuencia más famosa, estudiada, innovadora e influyente de toda la historia del cine. ¿Algo más que resaltar? Pues una última cuestión ¿Cómo podría Alexandre O. Philippe demostrarnos la genialidad de Hitchcock y Psicosis? Pues rodando él mismo la misma secuencia, pero tal y como está descrita en el libro.
Y no… no hay color.