Jean-Jaques Annaud nos propone la crónica ficcionada de uno de los momentos más traumáticos, no ya para París, ni siquiera para Francia, yo diría más bien para Europa y, por extensión, para Occidente. Por desgracia… Arde Notre Dame.

Notre Dame salió ardiendo el lunes santo de 2019. No podría haber sido una fecha más señalada ni un monumento más icónico. Hasta para las tragedias, los franceses son únicos vendiendo el producto. El templo en cuestión no es una iglesia más, es seguramente unos de los principales símbolos de Europa. Cuando ardió, una parte espiritual de la identidad europea tal y como la conocemos se estaba consumiendo con ella. De ahí el impacto emocional que la imagen supuso. Notre Dame de Paris no es el edificio gótico más impresionante y, seguramente, la pérdida del de Reims o Chartres habría sido una catástrofe cultural mayor… ¿Pero a que ni os suenan? ¿Qué tiene la catedral de la capital francesa que nos identifica a todos los europeos?

El veterano cineasta francés (ganador del Oscar por su ópera prima y autor de algunas piezas relevantes como El amante, El nombre de la rosa, Siete años en el Tibet, pero por encima de todo, el anuncio de J’adore de Dior) nos ofrece una visión curiosamente personal de unos hechos objetivos que fuimos conociendo en tiempo real.

Arde Notre Dame 01

Para empezar, no estamos ante un documental de los hechos sino ante un largometraje de ficción. Funde imágenes de archivo con material filmado ex profeso, pero Arde Notre Dame no es una crónica aséptica de los hechos. Annaud hace una película en la que nos da su impresión de lo ocurrido. Eso sí, es imposible saber qué imágenes proceden de archivo y cuáles son rodadas para la película. La fusión entre ambas es tan fluida que llegamos a dudar si el presidente Macron realmente ha participado en el rodaje o si han tomado sus imágenes de las crónicas periodísticas. Minipunto para Annaud.

El género al que se adscribe la película es el principal mérito de esta propuesta. Annaud sabe utilizar muy bien los recursos de Thriller y nos va metiendo poco a poco en la catástrofe de manera muy inmersiva… aun cuando todos sabemos lo que ocurrió. Otro minipunto para el director.

El cineasta incide que en que la quema de Notre Dame fue una muerte anunciada. Que sí, que un g̶i̶l̶i̶p̶o̶l̶l̶a̶s̶ imprudente tiró una colilla donde no se podía fumar, es cierto. Pero no lo es menos que la desidia en la seguridad y conservación del edificio que no ayudó lo más mínimo. Este tirón de orejas de Annaud a las autoridades es lo primero que nos indica. Es su carta de presentación y lo deja bien claro desde el minuto uno para que no haya ninguna duda.

Crítica de ‘París, Distrito 13’ (2022): Radiografía de una generación perdida

Ahora bien, terminado el muy emocionante primer acto… la película comienza a decaer. El autor se pasa por el arco del triunfo (y nunca mejor dicho) una de las leyes del cine catastrófico. Da igual que sea Titanic que Aterriza como puedas: Por mucho que la tragedia pueda ser de lo más cinematográfica, el espectador solo va a empatizar con una historia humana. Un cuarto de siglo después no nos planteamos si el barco podría haberse salvado, sino si en la tabla cabían Rose y Jack.

Sin embargo, en Arde Notre Dame no hay ninguna historia humana, no nos hace partícipes de la evolución de un personaje ante la tragedia ni nos hace sufrir a partir de él. Quiero entender que Annaud entiende que la destrucción de la iglesia no era un asunto particular de nadie, sino que afectaba a toda la civilización occidental, por lo que prescinde de unificar la trama en la vivencia individual de un personaje.

Arde Notre Dame 02

Entiendo la propuesta, pero simplemente no funciona. Y mira que tenía para elegir: El párroco, el conservador, el arquitecto, el jefe de policía, el nuevo encargado de seguridad que se come el marrón de su vida el primerito día, los bomberos novatos, el operario que descubrió la manera de salvar la estructura y que no colapsara… todas esas vivencias quedan desdibujadas y el espectador no termina por vivir la historia vista por los ojos de ninguno.

Por último, me llamó la atención que Annaud nos muestra el monumento desde un punto de vista caleidoscópico, sin olvidar ninguna faceta: Notre Dame como foco turístico, símbolo de la historia francesa y europea, como icono popular, como simple medio de subsistencia de sus trabajadores… y no olvida el que solemos pasar por alto: El de edificio religioso. Le da un protagonismo a la religión que descoloca, en primer lugar porque la religión no suele tener ya protagonismo y en segundo porque nos recuerda que lo de catedral significa justamente: primer edificio cristiano de la ciudad (que se nos olvida siempre).

¿Está bien Arde Notre Dame? Pues técnicamente es una pasada y no empieza nada mal, pero Señor Annaud, una cosa le quiero decir ahora que sé que me está leyendo… me sigue pareciendo mejor su anuncio de colonia con Charlize Theron.