Hoy hablamos de una de las películas más interesantes de 2021, París, Distrito 13, de Jacques Audiard.

Una de las películas que más me llamaba la atención de Cannes 2021 era Les Olympiades, también conocida como París, Distrito 13, la nueva película de Jacques Audiard, director, entre otras, de la Palma de Oro Deephan, The Sister Brothers, o Un Profeta. Aunque lo que realmente me llamaba la atención del proyecto, era la participación de Celine Sciamma, en un guion escrito a 8 manos, que adaptaba a la gran pantalla historias de Adrian Tomine.

Y sí, París, Distrito 13 es una película de historias cruzadas. No en el sentido más estricto del término, porque realmente, lo que nos encontramos, son a tres personajes centrales, y uno de ellos, el hombre, sirve de nexo con las otras dos, las mujeres. Pero la película sí que pretende ahondar individualmente en las situaciones emocionales y sociales de cada uno de ellos, por qué actúan como actúan y cuales son las claves de su desarrollo en París. De esta forma, nos encontramos con 3 personajes que definen a la perfección a la generación millenial: jóvenes que han seguido al pie de la letra todo lo que había que hacer para conseguir un trabajo digno y cumplir los sueños que les habían prometido. Pero la realidad, es que esto no ocurre. Cada uno de nuestros protagonistas acaba trabajando para algo para lo que nunca estudiaron, sus situaciones amorosas son terriblemente inestables, y, en muchos casos, su inmadurez y frialdad les impide conectar más allá con las personas por las que sienten algo. Tienen sentimientos que, rara vez, saben identificar.

La precariedad laboral, el acoso, la inseguridad sexual, o el desapego a las personas, son solo algunos de los temas con los que Audiard y compañía construyen el marco social parisino en su nueva película. Paris, Distrito 13, funciona como ese espejo en el que es muy fácil reconocerse, al ser, una película completamente generacional, para cualquiera que tenga una edad comprendida entre los 25 y 35 años.

Y todo el discurso teórico, queda ampliamente recogido en el plano estilístico y formal de la película. Rodada en un espléndido y muy contrastado blanco y negro, nos sumerge de lleno en esa tristeza que sienten nuestros protagonistas. La fragmentación social de los personajes, la vemos muchas veces amplificada por la fragmentación de la pantalla en dos marcos, mostrándonos a los espectadores lo que realmente hacen, en contrapunto a lo que realmente dicen. La película podría recordar a ese intimismo propio del cine de Garrel, quizás menos sofisticado e introspectivo, pero bastante más accesible y poderoso formalmente. Hay escenas realmente potentes, como la de la fiesta en la discoteca, o algunas sexuales entre sus personajes, que nos muestran a un Audiard que sabe alternar muy bien los tempos y las formas, desde momentos más sosegados, hasta algunos más dinámicos.

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París, Distrito 13, se siente una película viva. Abre varios frentes, pero todos los desarrolla de una forma cabal. Sirve como muestra de una generación perdida, que busca encontrarse mientras chocan entre ellos mismos, se equivocan, y, en algún que otro momento, consiguen sonreír. Una pieza notable de uno de los directores franceses más en forma.