M es el nuevo documental de Yolande Zauberman, que se adentra en los entresijos de una comunidad judía ultraortodoxa a las afueras de Tel Aviv para mostrarnos una oscura, terrible y triste realidad.
El título de este documental tiene un doble significado: M es, al mismo tiempo, un homenaje a Fritz Lang y la inicial del protagonista de este documental, Menahem, al que la cámara de Yolande sigue constantemente a medida que se adentra en la comunidad jasídica que abandonó años atrás.
Menahem fue un niño que sufrió abusos sexuales y violaciones reiteradas, y fue el único, o de los muy pocos, que se atrevió a sacar su caso a la luz en la prensa, después de haber sido ignorado por la policía y por su propia familia. Aquello le costó el rechazo de la comunidad y desde entonces, hace ya diez años, no había vuelto a pisar Bnei Brak, la comunidad en la que se centra este documental.
La imágenes, los testimonios, las costumbres… este documental pone el foco sobre un ciclo terrible en el que hombres que fueron violados siendo niños repiten ahora esos actos atroces con otros niños, en un círculo sin fin aparente. Y también lo hace en temas como la identidad sexual, la educación, la religión o las relaciones interfamiliares en un contexto ultraconservador desde el punto de vista religioso. Lo hace sin juzgar, sin buscar el amarillismo ni el escándalo: simplemente nos muestra una óptica neutra que se limita a reproducir lo que tiene delante.
Quizás este acercamiento tan aséptico sea criticable, teniendo en cuenta los impactantes testimonios que tenemos delante, o quizás sea lo más acertado para mostrarnos las cosas tal y como son. De lo que no cabe duda es de que M es un documental de obligado visionado: es necesario.
Desde un punto de vista técnico, el documental no es ni mucho menos perfecto. De hecho, es bastante mejorable en algunos aspectos y algunos de los planos elegidos son algo desconcertantes en el contexto general. Es mejorable, pero cualquier pequeño fallo en esta dirección queda eclipsado por la esencia narrativa de este documento.
La historia de M, de Menahem, no es solo suya. Es una pandemia que afecta a esta y otras muchas comunidades, a esta y a otras muchas religiones. Es un mal incomprensible y sobrecogedor. Y es obligatorio mirarlo de frente, por repugnante que pueda ser, y preguntarse qué estamos haciendo mal como sociedad para que estas cosas sucedan en una cotidianidad tan pasmosa.