Hogar a la deriva es uno de los últimos animes en aterrizar en Netflix. Una aventura de supervivencia, amistad y recuerdos
De la cabeza de Hiroyasu Ishida, para lo breve de su carrera, salen ideas muy variopintas, conceptos que van cogiendo forma y legibilidad conforme el devenir de la historia. Hogar a la deriva no es una excepción, y aunque el título dé indicaciones generales sobre qué tipo de aventura nos vamos a encontrar, todo tiene un entramado mayor. Este es el segundo largometraje de su director, tras la disfrutable Penguin Highway: El misterio de los pingüinos, también disponible en la plataforma de streaming Netflix.
Todo gira entorno a Kosuke, Natsume, y sus amigos, quienes durante el verano deciden jugar en un edificio a punto de ser demolido; este edificio que anteriormente era su antigua vivienda, se verá de repente rodeado de un inmenso mar con los niños atrapados en él. Como se ve, no se han devanado los sesos para el título de la película.
La historia que se nos propone en esta película es de construcción lenta, con un desarrollo escaso en sus inicios sobre los personajes que protagonizarán esta aventura y con pocos indicios de hacía dónde se dirige todo. Este comienzo de viaje puede ser un poco tedioso y perderse el interés por aquello que te están contando, pero toda espera tiene su recompensa.
Una vez que el “hogar” a cogido ritmo, las respuestas van llegando con cuentagotas, empieza el desarrollo y las relaciones entre los dos protagonistas principales y un invitado especial, el más misterioso y el que más cosas esconde de los niños a la deriva. El resto de personajes quedan en un segundo plano, siendo más un medio de relleno que una pieza de un puzzle totalmente necesaria para completar el mosaico. Algo desaprovechado para la extensión de la cinta.
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Es en la recta final de la película cuando las piezas empiezan a encajar, cuando la tensión y los momentos críticos se aglutinan en 30 minutos, y cuando realmente se recoge todo lo sembrado. Todo coge un ritmo más vertiginoso, entran prisas, entra los sentimientos a los que siempre apelan este tipo de cintas y cuando uno, como espectador, empieza a disfrutar realmente y a sentirse realizado por haber escogido esa película entre el amplio repertorio de Netflix. Un anime que si bien, no está a la altura de Penguin Highway, sí que se convierte en una cita para los amantes del anime.
Y bien, ¿de qué va realmente Hogar a la deriva? Aunque al principio pueda parecer confusa en su texto, pequeñas migas de pan se van dejando por el camino. El hogar, los recuerdos o la amistad y la familia son puntos que recorre la película, entremezclados y a su vez diferenciados, pero en especial y como aspecto diferenciador de otros animes, el pasar página, avanzar sabiendo dejar atrás aquellos momentos importantes en la vida que nos hacen crecer personalmente, enseñándonos a perdonar y a valorar lo que realmente importa; a dejar el lugar donde hemos crecido y que tan buenos momentos nos ha dado, pero como se dice, al fin y al cabo el hogar termina siendo donde están las personas que queremos.
No me gustaría dejar estas líneas si mencionar la labor de Studio Colorido, artífices de animar la película, y habiendo hecho una labor de notable, junto con una banda sonora acorde que no se come lo visual.
A fin de cuentas, Hogar a la deriva no es la joya de la corona de las películas anime, pero sí que es una película que, con paciencia, se convierte en un espectáculo visual digno de ver y de disfrutar. Seguiremos esperando por la tercera cinta de Hiroyasu Ishida, que de momento no lo está haciendo nada mal.