El reestreno mundial de Avatar, cuya primera trayectoria comercial en 2009 y 2010 la convirtió en el mayor éxito de todos los tiempos, es el momento idóneo para una nueva entrega en nuestra sección de historias de taquilla. Del como, y porqué, James Cameron pudo repetir el éxito de Titanic, 12 años después de aquella, y cuando todo el mundo señalaba su aparente retiro profesional.
El estreno de Avatar en diciembre de 2009 fue la culminación de una de las mayores dudas que transitaron fluidamente entre los fans de la ciencia ficción desde finales de los años 90: ¿por qué James Cameron, tras su éxito arrollador con Titanic, dejó de hacer películas? Por supuesto sabemos que no estuvo parado, ahí están sus documentales y proyectos varios, pero su carrera como director de cine jamás fue frenética: 6 películas entre 1984 y 1997. El verdadero asunto era: ¿acaso no sabía como seguir tras lograr el mayor éxito de todos los tiempos? ¿se veía incapaz de volver a sorprender? El asunto se zanjó, salvajemente, cuando entre 2009 y 2010, en unos meses históricos en taquilla, Avatar destrozó el record de Titanic (casi 1000 millones más) para coronarse como la nueva reina.
Sin embargo, si retrocedemos a los años previos al estreno de Avatar, nos daremos cuenta que su inmenso éxito empezó de modo similar a otros totems de taquilla: parecer, lo que se dice parecer, no parecía que iba a ser ningún terremoto. Un éxito, muy probablemente, ¿pero el mayor de todos los tiempos? En absoluto. Misma historia que con Tiburón, Star Wars o la mismísima Titanic. Las noticias sobre el nuevo proyecto de James Cameron, plagado de tecnología que en los 90 no se pudo permitir (este es un artículo sobre taquilla pero conviene recordar que la chicha de Avatar fue la captura de movimiento de Weta pero el tema del 3D se llevó toda la fama), nos llevó a su estreno a finales de 2009. Y de entrada conviene recordar que Avatar es, por derecho propio, el último blockbuster con taquilla de larga duración.
Lejos del modelo de estreno de golpe pero extendido en el tiempo durante muchos, pero muchos meses, así como múltiples reestrenos, que dominó entre Tiburón y los años ochenta y noventa, Avatar se estrenó en un periodo entre ese formato y el actual en el que en el primer fin de semana podemos predecir la recaudación final a costa de una ventana de 5-6 semanas donde se recauda casi todo el montante definitivo. En resumen: Avatar estuvo meses y meses en cartelera y, como decíamos, nadie tenía claro su éxito final. De hecho su debut fue exitoso pero algo modesto…
Avatar se estrenó el 16 de diciembre de 2009 con una salida doméstica (EEUU + Canadá) de 77.0 millones de dólares. Por entonces aún no se daban esos debuts alucinantes que inauguraron Los Vengadores en 2012 pero 77 millones no eran, en absoluto, impresionantes: en aquel momento estaba justo en la liga de la sexta entrega de Harry Potter (77.1 millones) y por debajo de films anteriores (y perjudicados por la inflación) como el Episodio II (80.0), La pasión de cristo (83.8), la entrega de ese mismo año de la saga X-Men (85.0), la secuela de Matrix (91.7), la cuarta de Indiana Jones (100.1), Shrek 2 (108.0) y muy lejos de Spider-Man 3 (151.1) y la que tenía el record en ese momento: The Dark Knight (158.4 millones). Y sin embargo se las pulió a todas. Y lo mismo a nivel mundial.
Para entender esas, relativamente, bajas cifras iniciales debemos remitirnos a un concepto que entonces ya era dominante y hoy es total: las franquicias preexistentes. Entonces era habitual, y hoy en día es casi el 100% del panorama, los blockbuster solían entrar bien en la categoría de secuela, precuela, remake, adaptación de material previo etc En cualquier caso un denominador común: fans previos que son quienes acuden en masa el primer fin de semana. Avatar era (como aquella Origen de Christopher Nolan) 100% original. Más allá de los seguidores del director, del género o quienes estaban ansiosos por la máquina promocional, Avatar no disponía de fans previos. Lo que sucedió fue similar a lo acontecido con Titanic: la recepción y sobre todo boca oreja fue descomunal. Y con dos añadidos clave: la curiosidad tecnológica y un precio medio de las entradas superior al habitual.
Si atendemos, a nivel doméstico y mundial, las caídas (porcentaje de pérdida de taquilla de un fin de semana a otro) de Avatar, estas fueron ridículamente bajas: por debajo del 30% hasta bien entrado 2010. Hoy en día especulamos con caídas del 50% para el segundo fin de semana como algo muy positivo… Avatar empezó a acumular fines de semana con millonadas excepcionalmente estables que revertieron la situación en apenas unas semanas: el 1 de enero llevaba ya más de 300 millones en Norteamérica. Llegaba a los 500 dos semanas más tarde y ya todos teníamos claro que el record de Titanic, por entonces increíble de 600 millones, iba a caer. Y cayó a primeros de febrero. En primavera se ralentizó, por fin, su éxito hasta aterrizar en los originales 749.7 millones.
A nivel mundial la sorpresa fue incluso mayor. En el doméstico pasar de 600 a 749 millones fue salvaje pero a nivel mundial hablamos de algo aún más apoteósico. Los mantenimientos se dieron en todo el planeta hasta el punto que logró los 1000 millones en sólo 19 días (¡44 días antes que su predecesora!), los 1500 en 32 días y sólo 47 en llegar a los 2000 millones. En ese punto no sólo superó los históricos 1843 millones de Titanic sino que fue, claro, el primer film en llegar a los 2000. En ese punto, impulsada además por un fenómeno global (75% de su taquilla fue internacional cuando en los 80 y 90 muchos blockbuster norteamericanos apenas llegaban al 50%), se convirtió en la nueva reina con 2749.0 millones.
¿Fue suficiente ese boca oreja para lograr esa taquilla? Ahí es donde debemos reducir algo ese fenómeno. Un doble factor, entrelazado, fue que en este caso se dio un fuerte sentimiento de curiosidad tecnológica (especialmente por el 3D) y un precio medio de las entradas mayor al habitual. Lo primero explica, en parte, la relación esquiva entre esa taquilla y un fenómeno fan alejado del de sagas como Star Wars o el universo Marvel. Lo segundo permitió números muy elevados de taquilla. No es arriesgado afirmar que esa curiosidad tecnológica permitió suavizar el impacto de esos precios (en plena crisis mundial) relacionando tal evento a un precio superior al habitual. Una coyuntura especial que no debe despistarnos: fue un éxito extraordinario. Menor al de Titanic, a todos los niveles (una vez ajustamos a la inflación y atendemos al fenómeno social), pero que cerró el debate: James Cameron regresó tras 12 años y lo volvió a lograr.