El cine Poliziesco fue un género popular en la Italia de la década de los 70. Influenciados por el cine norteamericano, directores como Umberto Lenzi, Fernando Di Leo o Enzo G. Castellari dejaran su sello particular e influirán a directores actuales.
Son los 70, Bullit (1968) da el pelotazo gracias a su espectacular persecución en coche por las calles de San Francisco, Harry el sucio (1971) pasea su pistolón repartiendo justicia y The French Connection (1971) gana el Oscar con una historia frenética contra el narcotráfico. Los italianos, como ya hicieron con el western y con otros géneros, aprovechan el éxito policiaco para hacerlo suyo y crean el Poliziesco. Los ingredientes son los mismos con resultados diferentes. Un cine salvaje y directo.
Una de las peculiaridades de este género es como refleja la situación sociopolítica del país. Europa en general era un polvorín y en Italia a la época se le llama Anni di piombo (años de plomo) por tantos actos violentos: atentados de grupos paramilitares, nacen las Brigadas rojas, la delincuencia aumenta, se acepta en referéndum popular que la policía pueda disparar si es necesario…
Todo ello es un caldo de cultivo para que guionistas y directores den rienda suelta a plasmar la violencia más “real”. El italiano acostumbrado a ver la sangre del vaquero, encontró con el Poliziesco la violencia de los periódicos plasmado en las películas.
Los protagonistas de los Poliziescos varían: unas veces son policías corruptos, otras veces estrictos con las leyes, también habrá quien se salga de las normas. Ciudadanos cabreados, delincuentes carismáticos, mafiosos sin escrúpulos. Los directores, cada uno con su estilo, unos venidos del Spaghetti Western, otros del Giallo, encuentran en el Poliziesco una manera de diseccionar a la sociedad italiana.
Esta es una pequeña muestra de aquel boom que fue el Poliziesco, espero que a más de uno le entre la curiosidad y disfrute como lo hago yo con un género que merece mucha más fama, lleno de joyas imperfectas.
EL CIUDADANO SE REBELA (1974)
El inicio con los créditos ya resume la falta de seguridad de la ciudadanía, robos, asesinatos, secuestros, violaciones… Enzo G. Castellari impactando desde el principio al espectador. Sin dejar un respiro nos mete en un atraco a un banco, Franco Nero, un ciudadano que iba a ingresar dinero a una sucursal peca al defenderse y como respuesta, es secuestrado como rehén por los atracadores y abandonado tras una paliza llena de humillaciones.
En la comisaría, se da cuenta de la ineficacia de la policía. Más interesada en esclarecer crímenes importantes que simples robos o palizas “No podemos poner policías en cada esquina por cada robo que sucede”. Franco Nero, indefenso, se pondrá a investigar en los bajos fondos. Rápidamente, se dará cuenta de que por las buenas no se resuelve nada “harto de ser un ciudadano dócil y obediente” decidirá coger un atajo con consecuencias inesperadas.
Castellari, revolucionaría el polizziesco con La Polizia Incrimina la Legge Assolve (1973) protagonizado por Franco Nero. En la fantástica Forajidos 77 (1976) cambiaría de actor, con Fabio Testi. Repetiría la fórmula en El Camino de la Droga (1977) y terminaría de nuevo con Franco Nero, en una película más rutinaria y con el Poliziesco en decadencia, en El Día de la Cobra (1980).
INVESTIGACIÓN SOBRE UN CIUDADANO LIBRE DE TODA SOSPECHA (1970)
Alejado del Poliziesco más convencional, donde no hay tiros, ni hay persecuciones, pero sí, un delincuente déspota, chulo, intocable que puede hacer lo que le dé la gana, detrás tiene al sistema que no le dejará caer. Elio Petri no señala al criminal de la calle que se busca la vida como puede, señala hacia arriba, a esos psicópatas que viven en la poltrona del poder, un Poliziesco diferente pero necesario, intelectual y reflexivo, con mucha mala leche.
Elio Petri utiliza la sátira para contar una historia casi surrealista, muy del tono Fellini y que Sorretino seguro que es una película que le gusta. El jefe de brigada de homicidios, interpretado por un genial Gian Maria Volonté, asesina a su amante. Ya desde el principio vemos como cuida al detalle tanto director como el protagonista la escena del crimen, pero algo no cuadra. Borra las huellas y en otros lugares las marca. Un policía dirá que el asesino es un idiota por todas las incongruencias que se encuentran, una descripción certera del protagonista. En realidad, se siente tan poderoso que vacila sin pudor a sus compañeros.
Mediante flashbacks iremos conociendo a Il Doctore con su amante (Florinda Bolkan), sus juegos eróticos basados en las investigaciones criminales. La pareja tiene una relación BSDM dónde teatralizan asesinatos, interrogatorios, torturas… todo ello al Il Doctore le excita. El poder es su droga, el cual esconde a un ser débil y cobarde, un poderoso de barro donde la mujer se deja dominar.
En toda esta locura el protagonista tiene otra obsesión y es la izquierda política, la cual asemeja con la delincuencia y no dudará en tener todo bajo control con un sistema de escuchas. En el momento que le interesa usará para criminalizar a comunistas, anarquistas o socialistas o cualquiera que quiera arrebatarle el poder. Interesante precepción del estado policial. Petri mete el dedo en la llaga y no lo suelta. Como diría el protagonista, “la represión es una nuestra vacuna”. El director fue premonitorio, hoy en día es exactamente igual que como lo cuenta. Los psicópatas están en los puestos de poder.
MILANO ODIA: LA POLIZIA NON PUÒ SPARARE (1974)
Ahora toca como protagonista a un delincuente magistralmente interpretado por Tomás Milián. Llena la pantalla con un personaje amoral, egocéntrico y despiadado. Su nombre será recordado Giulio Sacchi, uno de los mayores hijos de puta que hayan salido del Poliziesco. De gatillo fácil y como un perro acorralado, disparará al mínimo temor de que su plan caiga. Un cobarde mal nacido que no dudará en matar hasta su madre por unos pocos cigarrillos.
Su fin es tener dinero y ser alguien, sin dinero eres una mierda. No quiere ser un mindundi, piensa a lo grande. La realidad es bastante diferente, entra en una banda y sale apaleado. Abotargado de drogas, su plan maestro será secuestrar a la hija de un empresario, sin ninguna intención de dejarla viva a pesar de cobrar el rescate. La policía ira detrás del rastro de sangre que ira dejando Sacchi. Henry Silva, actor trotamundos y soso como una sopa sin sal, será el encargado de llevar el caso con un inusitado final.
Umberto Lenzi, director prolífico en el Giallo y creador del cine de caníbales con “El país del sexo salvaje” pone su oficio y mala uva para relatar las aventuras y desventuras de Sacchi. Y ese gusto por la crueldad sabe perfectamente llevarlo, inolvidable la secuencia con una ruleta de mujeres desnudas colgadas en una lámpara con un trágico desenlace. Es sorprendente como consigue que un protagonista tan poco atrayente para el público, logre enganchar y disfrutar. Eso es logro tanto del director como del actor, un éxito mutuo. Volverían a trabajar juntos en Roma a Mano Armada (1976), acompañados por Maurizio Merli.
Una vez más, el guion escrito por Ernesto Gastaldi, contiene sus chinitas. En este caso a las leyes y jueces que evitan que los delincuentes no vayan a la cárcel. No incide demasiado en la crítica, lo justo y necesario dentro del Poliziesco. Por cierto, Perros Callejeros (1977) de José Antonio de la Loma tiene mucho de Milano Odia (también del Poliziesco), con la diferencia de que el Torete era una especie de héroe del barrio y en este caso, Sacchi es una basura para todo el mundo.
MILÁN, CALIBRE 9 (1972)
Seguramente uno de los directores más importantes del Poliziesco y a la vez bastante desconocido por la mayoría es Fernando Di Leo. Se movía como pez en el agua en los thrillers italianos, títulos como Nuestro Hombre en Milán (1972) o Secuestro de una Mujer (1973) son un claro ejemplo y sin olvidarme de Milán, Calibre 9, películas de gánsteres más cercanos al americano como Código del Hampa (1964) de Don Siegel y A Quemarropa (1967) de John Boorman, clásicos de la serie b de los 60. Di Leo se desmarca del Poliziesco típico, el mismo renegaba de esa etiqueta, pero es inevitable relacionarlo al género a pesar de sus diferencias.
El prólogo te atrapa, con esos 5 minutos brutales uno ya sabe que va a ver algo especial. De los créditos iniciales pasamos a Ugo Piazza saliendo de la cárcel, personaje interpretado por Gastone Moschin, más conocido por El Padrino 2 siendo el mítico Don Panucci. La mafia le acusa de haber robado dinero y no pararán en presionarle a pesar de que él diga que no lo tiene y que es inocente. Curioso la existencia de la mafia en la película, aunque el jefe sea un americano (Lionel Stander) y en un momento digan que la mafia ya no existe, es como si el director quisiera hablar de la mafia, pero sin mencionarla.
Conoceremos a la novia de Ugo Piazza, la preciosa Barbara Bouchet y los colegas que no dudan en ayudarle, un ciego y el otro un asesino profesional. Una lealtad pocas veces vista en el Poliziesco, aunque alguna sorpresa nos guarda. Entre otros personajes a destacar es el del matón, Rocco Musco, un histriónico Mario Adorf que termina resultando encantador ver lo pasado de vueltas que está, no dudará en dinamitar a cualquier sospechoso de traición.
En paralelo tenemos a una pareja de policías, uno de izquierdas que aprovecha el director para hacer su crítica política sobre los ricos nunca son detenidos y quienes son reprimidos, es la gente pobre que roba a consecuencia de su situación social y el otro policía, un anticuado (por no decir facha) que no le gustarán las nuevas normas, tener que presentar pruebas al juez para poder detener al delincuente. Rompen un poco el ritmo de la película, pero es un reflejo más de lo politizado que estaba el Poliziesco en una sociedad tan convulsa.
ROMA VIOLENTA (1975)
Maurizio Merli siempre me ha parecido el Franco Nero de marca blanca, con ello no quiero decir que sea malo, todo lo contrario, sus papeles y en concreto el comisario Betti siempre transmite carisma a pesar de interpretar a un policía con unas técnicas bastante peculiares e ilegales ¿A quién recuerda? Efectivamente a Harry Callahan. No tendrá reparos en dar palizas, disparar a la espalda si el fugitivo se escapa o tener una persecución sin tener en cuenta las consecuencias. Para él las técnicas policiales son inútiles, ya que el 60% de los delitos quedan inmunes.
La película no tiene una historia concreta, va a saltos de delitos y de casos resueltos. El guion no es nada del otro mundo, solo necesita entretener y es un no parar de robos en autobuses, bancos, bolsos de señoras. Divertidísima la escena del policía travestido al que le intentan robar unos chavales. Roma Violenta es el resumen perfecto de lo que es un Poliziesco de manual. Tiene violencia a mansalva, persecuciones de coches, un protagonista carismático y cientos de delincuentes provocando miedo y terror por las calles de Roma.
El discurso de la película camina por senderos peligrosos, hasta hay un grupo de ciudadanos patrullando la ciudad repartiendo justicia divina a base de palos. El tono de la película roza la apología fascista, “si el estado no puede defendernos lo haremos nosotros”. Menos mal que un compañero de Betti pondrá sentido común “Luchar contra el crimen, como tú y tus amigos, se convierte siempre en un asunto personal y siempre provoca una espiral de violencia. Pero no podemos hacer justicia por nosotros mismos, aunque la tentación sea fuerte.”
No evito que la crítica de la época comentase que fuese una película reaccionaria. El film tuvo un gran éxito, lo que provoco dos secuelas más con el comisario Betti, Napoles Violenta (1975) e Italia a Mano Armada (1976).