¿Es posible llegar a la sexta entrega de una franquicia, manteniendo intactos los mismos esquemas narrativos, y entregar una ejemplar película que se coloca en lo más alto de la saga? Misión difícil, pero claramente no imposible, ante el espectacular golpe en la mesa que han dado Christopher McQarrie y Tom Cruise con esta Fallout. Porque podemos decir sin ninguna reserva que estamos ante la mejor película de Misión Imposible junto con la muy redonda entrega inicial de Brian De Palma.
Como hemos dicho, las constantes de la saga Misión Imposible permanecen inamovibles: enrevesadas set pieces de acción, espionaje, dobles agentes, un macguffin a encontrar, una amenaza terrorista a escala global… sin embargo, esto no supone ningún demérito: en cine los esquemas se repiten constantemente. La diferencia está siempre en la ejecución. Y desde que Tom Cruise adoptó el papel de productor en la franquicia, siempre ha procurado que todos los ingredientes sean de primera calidad: desde los guiones a los equipos de especialistas, técnicos, actores… Y por supuesto los directores, no olvidemos que por la saga han pasado algunos de los más destacados de cada momento: De Palma, John Woo, J.J. Abrams, Brad Bird, y finalmente Christopher McQuarrie, el primero en repetir (quizás porque Cruise encontró una sintonía especial con él gracias a Jack Reacher).
Uno de los aciertos de la película es que se añaden ciertos aspectos temáticos sobre la psicología del personaje principal, Ethan Hunt. Cómo le atormenta la idea de que puede poner en peligro a la gente que le rodea, en especial a su esposa, a la que ha renunciado a ver para evitarle el riesgo. Esta idea se plasma en ciertas secuencias oníricas muy bien situadas, además de en determinadas situaciones en las que se demuestra que Hunt no es capaz de dejar perder una sola vida aunque sea por el bien mayor, salvar a millones. Lo que parece una debilidad se convierte en su verdadera fortaleza.
Este aspecto temático queda bien apuntado, pero eso no quiere decir que no tengamos una película de Misión Imposible con todo lo que esperan los seguidores, más bien al contrario: estamos ante posiblemente la entrega más espectacular, con una gran variedad de persecuciones (por tierra, mar y aire), peleas de todo tipo, suspense, sorpresas, buenas dosis de humor… un ritmo implacable que lleva al espectador de la mano mientras no deja de apabullarle con un «más difícil todavía». Un acabado técnico de primera, con grandes ideas en el uso del montaje, el sonido y la música.
McQuarrie demuestra un magnífico pulso para la acción, arriesgándose muchas veces con planos largos muy poco comunes en escenas de especialistas. Toma buena nota de la mítica El Caballero Oscuro (precisamente cuando cumple diez años), a la que homenajea en una secuencia claramente inspirada en el traslado de Harvey Dent de la película de Nolan. Incluso la música en muchos momentos remite nítidamente a la de Hans Zimmer.
En cuanto al reparto, Tom Cruise ofrece una de sus interpretaciones más medidas y completas como Ethan Hunt, acompañado por la eficacia habitual de Ving Rhames y Simon Pegg. Henry Cavill se une a la fiesta con un personaje que viene a representar la otra cara de la moneda de Hunt (un agente de la CIA sin conciencia alguna ni reparos en matar). Aparte de lo anecdótico-chismorreoso de contemplar el bigote que dio tantos quebraderos de cabeza a Joss Whedon en sus reshoots para Liga de la Justicia, lo cierto es que el look y la interpretación de Cavill consiguen que olvidemos a Superman y veamos un personaje que funciona a la perfección como reflejo oscuro de Hunt. Otros secundarios de lujo, como Alec Baldwin, Angela Basset o el estupendo villano de Sean Harris (el primero en repetir en la saga) redondean la parcela actoral.
Por poner alguna pega, quizás la persecución del clímax sea algo más larga de lo necesario, pero para entonces el espectador ya debería disfrutar de los últimos minutos con una sonrisa de oreja a oreja. Porque sin duda estamos ante el mejor blockbuster en lo que llevamos de año (sí, mejor que Inifnity War, mis disculpas para los marvelitas), una auténtica joya del cine de acción que merece disfrutarse en sala grande. No se la pierdan.