Wonder Woman, siendo inicialmente la gran tapada, logró en el DCEU algo inaudito en este universo inaugurado con Man of Steel: fue un éxito en todos los frentes y gozó de total aceptación. Sin fisuras. Una victoria comercial, crítica y sobre todo un lavado de imagen para un DC y Warner que, hasta ese momento, acumulaban un éxito que se quedó algo corto, un histórico rechazo y un extraño artificio grupal que tuvo éxito pero que apuntaba al olvido. Con Wonder Woman se abría una esperanza para el DCEU aunque el tono y maneras de Patty Jenkins e implicados abrían dudas sobre si convenía un cambio de intenciones.
Wonder Woman, como adaptación al cine, vivió un calvario habitual en el género. Aunque la fiesta se inauguró en 1978 de la mano de Warner y Superman, multitud de personajes se pasaron la década de los 80, 90 y buena parte de lo que llevamos de siglo en el llamado infierno del desarrollo. Wonder Woman, como tercera pata de la trinidad superheroica de DC, junto a Superman y Batman, era uno de esos proyectos que chocaban una y otra vez contra su propia maquinaria (queremos hacerlo pero no nos gusta ninguna propuesta). En 2004 abordaron a un Joss Whedon listo para dar su salto a Hollywood (tras su etapa como gurú de la televisión con sus tres series y su debut con la secuela de una de ellas, Serenity), y se pasó unos tres años dándole vueltas al guión, bajo la mirada del productor Joel Silver, y las negativas de Warner. Finalmente el proyecto quedó huérfano a principios de 2007 y no fue hasta 2011 cuando Warner decidió darle un nuevo impulso al asunto. En 2013, de nuevo tras Man of Steel, y tras Los Vengadores, la editorial y el estudio anunciaron sus intenciones de incluir Wonder Woman en su camino hacia Justice League con una fecha que, sí o sí, iba a ser 2017. Por el camino ficharon a Michelle MacLaren (directora en Game of Thrones, Breaking Bad) hasta dar con una Patty Jenkins recién salida de la secuela de Thor.
Wonder Woman supuso un agradable receso en el temporal de críticas, comparativas y cierta mala leche en el mundo online hacia el DCEU merced no sólo a un éxito comercial y crítico, sino a la revelación de las posibilidades de ese universo: sin traicionar sus pilares, sin sentirse fuera del mismo salvo conexiones forzadas (como en el caso de Suicide Squad), Wonder Woman se sentía parte de todo ello y a la vez inauguraba una nueva narrativa basada en las interacciones de los personajes, el carisma y los diálogos. Un contexto humano enlazado con el conocido viaje del héroe y el cóctel habitual, e irresistible a poco que se haga bien, de la revelación del superhéroe ante los humildes mortales. A modo de remate Wonder Woman se erige como un film entretenido y con una clara divisoria entre introducción, presentación, nudo y desenlace. Y todo parte del mismo y reluciente luminoso foco de atención.
Esto es: Gal Gadot. La elección de la israelí suma enteros al premio a mayor acierto de todo el DCEU: sus decisiones de casting en los papeles centrales. Diana Prince/Wonder Woman, ya presentada en la entonces reciente Batman v Superman, introduce el film a modo de flashback en el que Patty Jenkins, el guionista Allan Heinberg y el aparato creativo de DC/Warner, trazan una historia sencilla pero notable en su recompensa de entretenimiento y poder de revisión periódica. El primer acto en Themyscira triunfa por su apuesta por el elemento humano (aunque sean amazonas) pese a discurrir por camino conocido en el género: la elegida, la madre/Reina, la guerrera protectora y esa inevitable gran verdad que el héroe desconoce y deberá asumir, probablemente, en plena batalla final en el tercer acto. Patty Jenkins consigue un producto superior a la mera réplica, al tiempo que reduce la distancia popular con Superman y Batman, utilizando los bajos fondos emocionales: queremos seguir a Diana y, sin duda nos apetece un rato de tonto romance entre ella y Steve Trevor.
Ese es el ingrediente clave de Wonder Woman: sin demasiados aspavientos, ni puñetazos efectistas en la frente, Patty Jenkins dirige con precisión a los actores, asegurando el carisma de Diana, el destino de Steve o el que, tal vez, sea el mayor mérito por comparativa con Suicide Squad: la formación de un grupo de apoyo memorizado al instante en el espectador y con una notable carga humana con solo unas pocas escenas. Un compendio de aventura, con el plus de la ambientación historicista en la Primera Guerra Mundial, que nunca olvida el viaje del héroe. Un viaje, además, de ida y vuelta. No se trata de una intromisión en un mundo nuevo para el héroe y para el espectador (a lo Harry Potter o Matrix), sino de un viaje en dos direcciones: para Diana el mundo real le es completamente desconocido, por lo que Jenkins y el libreto concentran en anclaje de nuestro interés en el contraste entre la inocencia casi infantil y optimista de Diana (aunque nunca se cruza la linea de la mofa) y el hostil mundo bélico y con hedor a muerte de Steve Trevor.
Esa excitación conjunta eleva Wonder Woman como el film más entretenido del DCEU: esa mezcla entre la presencia de Gal Gadot (su voz rota y el acento ayudan), la impaciencia y deseo por asistir a su revelación como superhéroe, su romance con Steve, la formación del equipo y la misión crucial para el devenir de la guerra. Jenkins juega, de nuevo, en dos direcciones: la inocencia de Diana, juzgando el mundo real según sus propios mitos deíticos, y la contención de Steve por no destruir esa creencia pese a que, una y otra vez, los razonamientos y cuestiones de Diana suenan como las de un niño que aún cree en la fantasía. Es el triunfo final de Wonder Woman como película: en el tercer acto, en el que inevitablemente nos aturden con la habitual batalla que da tanto trabajo a los equipos de efectos visuales, converge todo: el mundo de Diana, con esos dos seres irreales peleándose a muerte, el romance con Steve como catalizador de la victoria de la amazona, el deber de Steve lanzándose al sacrificio, el grupo participando en la contienda y especialmente la noción del bien derrotando al mal. A fin de cuentas es una película de superhéroes.
Para ello Patty Jenkins cuenta, de nuevo (nos referimos a las dos películas de Zack Snyder, que aquí goza de un crédito en la trama), con un buen plantel de actores aunque su mérito, sin duda, es sacar todo ese jugo humano: Chris Pine parece salido de un catálogo de príncipes de cuento pero emerge victorioso como primer contacto de Diana con el mundo real (esa escena en los baños… Warner, imaginamos, no quiso salirse del corsé tonal pero se intuye ahí que Diana… Pues eso, que puestos a ver un hombre por primera vez: que sea como Steve); Robin Wright y Connie Nielsen infunden respeto nada más verlas mientras que David Thewlis está como siempre: en ese punto casi paródico (cuando se revela como Ares, claro) que llevó al extremo ingenioso en la tercera temporada de Fargo.
Wonder Woman, la película, recuerda aquella Captain America de Marvel, en cuanto a film de origen, de ámbito histórico-bélico, centrándose en el personaje más carismático del universo en cuestión. Buscando otra comparativa (que son sanas, necesarias y en este caso inevitables), Gal Gadot sería un acierto de casting similar al de Robert Downey Jr: ambos celebran una simbiosis actor/personaje, tuneado con una dosis de carisma inusual, que aseguran el éxito en todas y cada una de las apariciones. En el caso concreto de Gal Gadot, con su fichaje previo a Batman v Superman, Zack Snyder supo encontrar a una guerrera amazona, pero a la vez una mujer dotada de una belleza inusual (esto es Hollywood: el aporte físico se busca sí o sí) y sobre todo un mezcla, insólita, de fuerza (sabes que te puede crujir con solo un manotazo) y a la vez una suerte de fragilidad emocional que sella el mejor personaje (por lo menos de los principales) de todo el DCEU. Eso sí, Gadot brilla especialmente bajo la batuta de Jenkins, y bajo el libreto de este film, en el que todo se adecúa a su personaje.
Wonder Woman, decíamos, se siente parte del DCEU merced a su propio personaje, incluso a los anclajes por ahí repartidos, pero se percibe en lo formal un film menos personal, menos incisivo que Man of Steel y Batman v Superman. Tal vez Wonder Woman, pese al excelente trabajo de Patty Jenkins donde -creemos- brilla un líder (dirección de actores, libreto llevado a la pantalla), se aleja de la fuerte personalidad formal de los films de Zack Snyder, especialmente del segundo, cualidad que nos sorprendió positivamente en nuestra revisión. Gustos aparte este es, sin duda, el motivo por el que de nuevo (Suicide Squad ya lo hizo), Wonder Woman tuvo una aceptación más transversal que los films de Superman y de este con Batman. Siendo un personaje menos conocido, y sin olvidarnos del hito que supuso el primer film de calidad -dentro del género- con una superheroina, Wonder Woman fue el primer film del DCEU para todo tipo de público. Literalmente gustó a todo el mundo.
Su taquilla fue espectacular: 821.8 millones a nivel mundial, a sólo 52 millones de los logrados por Batman v Superman. Si atendemos al nivel previo de popularidad de Wonder Woman y a la expectativa de Batman v Superman, así como el recorrido de taquilla de una y otra, el éxito relativo es contundente. Wonder Woman no sólo fue un éxito mundial sino que fue un hito en Norteamérica: 412.5 millones para erigirse como el mayor éxito del DCEU en su mercado de origen. Por supuesto ese fantástico dato revela que, en cifras internacionales (409 millones), quedó por debajo de Suicide Squad (421) y lejos de Batman v Superman (543), pero tanto Wonder Woman como Suicide Squad dan fe de dos éxitos de nivel similar, o superior, al de films con personajes más potentes a nivel comercial. No se puede negar que hasta en eso el DCEU es un universo curioso.