The Last of Us es la adaptación en formato serie de uno de los mejores videojuegos de la historia. Como verdadero fan, aquí tienes mis más sinceras primeras impresiones y la crítica de su primer episodio, que se estrena este lunes 16 de enero.
The Last of Us es una de las historias que más ha marcado mi vida. Son pocas las historias que verdaderamente pueden hacer eso. Como amante del cine y los videojuegos, quedé impactado cuando completé por primera vez el primer videojuego de la saga y completamente sobrepasado cuando completé el segundo –el primero se publicó en 2013 y el segundo en 2020-. Mi persona no era capaz de digerir lo que había presenciado: una historia tan profunda, tan humana y tan cruda que ocupó directamente un hueco dentro de mí y que me acompañará siempre, ya que quise homenajearla directamente en mi piel. Una historia que cada vez que revivo al rejugar alguno de los videojuegos me rompe más por dentro y me enseña algo nuevo.
Y es que no soy el único que lo piensa, cuando la primera parte de The Last of Us fue lanzada por primera vez en Playstation 3 en 2013, la reacción fue unánime. El drama de terror post-apocalíptico fue aclamado como uno de los mejores videojuegos de todos los tiempos. Neil Druckmann -creador de ambos juegos de la saga- presentó a los jugadores una historia de supervivencia inmersiva y cargada de emociones que rara vez se había visto en los videojuegos antes. La combinación de una narrativa atractiva y un mundo post-apocalíptico repleto de personajes moralmente cuestionables permitió que el juego estableciera un nuevo estándar en la industria en términos de cuán lejos podrían igualar los videojuegos -o incluso superar- a los formatos de narración más tradicionales como el cine y la televisión. The Last of Us era -y es- puro cine hecho videojuego. Debido a ello, desde siempre los fans hemos pedido una adaptación cinematográfica para poder enseñar al mundo la gran joya audiovisual que se han estado perdiendo, con lo que eso conlleva.
Una carta de amor para los fans



Los esfuerzos para transferir los éxitos de los videojuegos a la gran pantalla siempre han alimentado los problemas de los estudios cinematográficos durante décadas, como si fuera una maldición. Son cientos y cientos los ejemplos de adaptaciones de grandes sagas populares que han acabado en fracaso, y es que -al parecer- no es fácil adaptar un videojuego. El último ejemplo lo tenemos con ‘Resident Evil‘, que tras varios fracasos en la pantalla grande decidió dar el salto al formato serie, así como lo hace The Last of Us, cosechando otro fracaso. Entonces, llega 2020 y no quepo en mi asombro cuando HBO anuncia la esperada adaptación en formato serie. ¿La plataforma reina de las series adaptando esta historia en una serie? Parecía que no podían ser mejores noticias hasta que se supo que estarían a cargo del guion Craig Mazin, que acababa de estrenar hace un año la increíble ‘Chernobyl‘, y el creador de los videojuegos Neil Druckmann. Todo pintaba de color de rosas, pero la espinita de la maldición de la adaptación iba a estar ahí.
Tres años han pasado en los que he estado contando los días y -por fin- he tenido la suerte de asistir al preestreno del primer capítulo en Madrid y he podido comprobar de primera mano si HBO ha conseguido lo que hasta ahora parecía imposible. Y como fan de los videojuegos, de la espectacular historia que Druckmann comenzó en 2013 y prosiguió magistralmente en 2020, he de decir que la serie de The Last of Us es la mejor adaptación de un videojuego que jamás se ha hecho. Y lo digo simplemente habiendo visto el primer episodio. Neil Druckmann y Craig Mazin no solo traen una increíble experiencia televisiva, sino que el trabajo de producción, de actuación, de guion, de dirección e incluso de fotografía que hay puesto en esta adaptación es una completa carta de amor para los fans. El respeto infinito por el material fuente, que también se expande de manera significativa, rompe con firmeza la maldición de las adaptaciones de videojuegos.
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Todo está cuidado y medido al milímetro



La estética visual y auditiva de The Last of Us -afortunadamente- permanece intacta en la adaptación. Desde el diseño de los sets y disfraces hasta los terroríficos sonidos que emiten las criaturas o la espectacular banda sonora original, el mundo del videojuego se recrea a un nivel casi perfeccionista. El amor con el que se ha trasladado cada ápice del universo creado por ordenador con detalles tan vívidos y minuciosos a la pantalla es enfermizo, casi como si fuera una forma más de elogiar al videojuego. Pero es que The Last of Us no solo destaca en el diseño de producción, sino que la elección del elenco es otro acierto indiscutible. Pedro Pascal y Bella Ramsay son los encargados de dar vida a Joel y Ellie, los dos personajes protagonistas. Su química en pantalla, un aspecto clave de la historia, es evidente desde el momento en el que se reúnen. Ramsay me convenció de inmediato como Ellie en términos de espíritu y actitud. En las escenas que comparte con Pascal y Anna Torv, que interpreta a Tess, muestra su talento y su entusiasmo contagioso por el papel. También reconocí directamente a Joel en Pascal, que ha sabido captar perfectamente su esencia. Para el resto de personajes, Nico Parker nos trae a una maravillosa Sarah, Torv está fantástica como Tess, Gabriel Luna no aparece mucho, pero consigue acercarse al personaje de Tommy; y Merle Dandridge, quien interpretó a Marlene en el videojuego, es ahora Marlene en la serie, ¿qué más se puede pedir?
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El primer episodio promete una serie fuera de lugar



¿Cómo se adapta tan perfectamente un videojuego en el que las partes de gameplay -cuando el jugador toma el control del juego- son avanzar, buscar recursos y disparar? Añadiendo material sin que repercuta en el original. Y por eso esta serie es una buena adaptación, porque la inclusión viene supervisada y aprobada -e incluso añadida seguramente- por el creador del videojuego. Druckmann, junto a la ayuda de Mazin, ha rellenado los huecos de la historia con nueva historia. Este primer episodio, que sirve como una adaptación del prólogo del videojuego y de sus primeras horas, nos permite a los fans encontrarnos en territorio familiar en su mayor parte, ya que los eventos del capítulo siguen prácticamente la trama del videojuego, repitiendo incluso líneas de diálogo. El nuevo material añadido es escaso en esta primera toma de contacto, pero aun así sirve para colorear el mundo de The Last of Us un poco más y agregar más detalles a una configuración ya completamente formada. Como fan, me ha encantado notar los paralelismos entre el juego y la serie y el drama inherente que presenta el capítulo sigue funcionando a las mil maravillas, incluso habiéndolo visto varias veces ya en mis múltiples rejugadas. Ambos guionistas logran expresar la sensación exacta del videojuego de manera fluida, recreando movimientos y momentos de una manera inmensamente cinematográfica. Este primer episodio deja claro que la serie será espectacular.
Esto acaba de empezar



Ha quedado claro que The Last of Us tiene todos las papeletas para ser la mejor adaptación de un videojuego a la pantalla -por lo menos su primer episodio ya lo es-, gracias al excelente casting, el respeto por el guion original y la sorprendente atención al detalle por parte del equipo de producción. La decisión de replicar casi por completo los personajes, configuraciones y eventos del videojuego hasta cada pequeña fibra es música para mis oídos y la mejor decisión posible que se podría haber tomado. El episodio inicial se adhiere en gran medida al material ya existente, con un efecto positivo y el resultado final es un entretenimiento que funciona debido a una trama que ya era excelente y lo sigue siendo. Druckmann ya ha afirmado que habrá una segunda temporada que adaptará los eventos del segundo juego -el mejor para mí- si esta primera funciona, y viendo el respeto y el amor por los fans y por la historia del videojuego, no tengo ninguna duda de que pasará. Este primer episodio se estrena mañana 16 de enero en HBO Max y continuará en formato semanal. Te invito a adentrarte en una de las mejores historias que he visto nunca.