Ares desembarcaba este fin de semana en Netflix. Una serie dramática de misterio que gira en torno a una secta o sociedad secreta de la clase alta holandesa. A continuación os introducimos un poquito en este, vamos a calificar de extraño producto, que a nuestro juicio se debate continuamente entre aciertos y desatinos, al menos en esta primera temporada.
Rosa es una estudiante universitaria de medicina de clase media. En casa debe cuidar de su madre ya que padece algún tipo de enfermedad mental y sufre continuas crisis psicóticas en las que hace peligrar su propia vida. Su vida social se nos presenta bastante vacía a excepción de su amigo Jacob, el cual se presenta en su casa y que lleva meses sin hacer acto de presencia. Al parecer Jacob está en proceso de ingresar en una extraña agrupación de la alta sociedad neerlandesa llamada Ares. Por lo que parece esta sociedad está interesada en que Rosa entre a formar parte de ellos y, de igual forma, Rosa se siente tremendamente atraída por esta idea.
Ares abre con una escena bastante sugestiva en la que nos cuentan el ingreso y desenlace fatal de una chica en el colectivo. Creo que es un gran inicio y en pocos minutos una clara declaración de intenciones sobre lo que ha de acontecer. Es una escena realizada con ágil montaje sobre un tema muy pegadizo holandés llamado Zing, vecht, huil, bid, lach, werk en bewonder (Canta, lucha, llora, reza, ríe, trabaja y admira) con el que también termina el último capítulo de esta temporada intentado de alguna manera cerrar el círculo. Este tema, del cantante holandés Ramses Shaffy habla de conferir esperanza a gente solitaria, infeliz o frustrada, apuntando que no están solos y que deben unirse para disfrutar de la vida. Creo que es bastante acertado el uso de esta canción ya que incide directamente en la esencia de la serie.
Si bien ese primer contacto me pareció de una calidad notable, quizás se desvela demasiado enigma rápidamente y creo lastra nuestro interés en el misterio, núcleo total de la serie sin lugar a dudas. El primer y segundo capítulo siguen la misma estela y tenemos la sensación de que estamos plenamente metidos en el mundo que nos presentan, pero sin embargo no ha dado tiempo para desarrollar correctamente ningún personaje, ni siquiera el central de Rosa, por lo que es difícil conectar dramáticamente con lo que les ocurre. Estamos hablando que es una serie de 8 capítulos y de una duración media de tan solo entre 24 y 32 minutos.
Creo que esta excesiva exposición argumental en su inicio hace que la parte central de esta primera temporada se resienta. No es hasta los dos últimos capítulos en que se restaura el interés por el secreto que se oculta en Ares. «Se cuece a fuego lento», es la frase que se suele repetir en este tipo de productos, pero creo que al no darle demasiada importancia a la dramatización de los personajes, los estímulos no son suficientes para que no desconectemos.
Ares me parece que es una serie bastante superficial en muchos aspectos pero que luego intenta abordar temas más complejos como el sentimiento de culpa, cómo lidiamos con él, alimentamos nuestros demonios y finalmente salen estos a la superficie con mayor fuerza que cuando los soterramos. Buenas ideas pero mala ejecución en mi opinión
Así pues, Ares es una serie creo que claramente enfocada a un púbico joven, adolescente, pero al mismo tiempo quiere ser algo más transcendental y complejo, por lo que no tengo claro si va a funcionar demasiado bien entre algún tipo de público.