En la redacción de Cinéfilos Frustrados se ha disfrutado de la cuarta entrega de John Wick desde dos puntos de vista opuestos: el del conocedor de la saga y el del, servidor de ustedes, completamente virgen de la misma. Versión libre de spoilers. Que no de risas.
De repente se nos presenta la oportunidad de disfrutar de la cuarta entrega de la saga John Wick de cara a un artículo en esta, vuestra casa, Cinéfilos frustrados. ¿El problema? Pues que servidor de ustedes no había visto ni una sola de las tres películas precedentes. ¿Mi solución mágica? Devorarlas en menos de 48 horas. La intencionalidad tenía su miga: no soy el mejor espectador del cine de acción y aquí me hallo dispuesto a hablar de John Wick 4 cuando, en mi cabeza, llevo aglutinadas 8 horas de metraje repleto de tiros, puñetazos y perros muy monos. Pero he sobrevivido. Y, creo, he entendido de que va todo esto.
La saga John Wick son comedias secretas, ¿verdad? Ahí donde otros films de acción, desde la explosión comercial del género en los años 80, inundaban el metraje de escenas y diálogos cómicos, en esta saga que nos ocupa aceptan sin problemas el absurdo sideral de la premisa y todo el arsenal de escenas de acción hiperbólicas dejando con ello espacio para el drama sin que tenga que mezclarse con el humor forzado. El problema es que, si no compras esa fórmula, al final lo que realmente te estás tragando, como es el caso de John Wick, son dos horas y medias de John Wick diciendo yeah, inacabables escenas de acción y una mitología que bordea ya lo demencialmente hortera (¿alguien me cuenta lo de las administrativas con estética digna de cierto director de superhéroes?).
Recién vistas las cuatro entregas John Wick casi de golpe (más duro que los que atiza el propio protagonista) reconozco lo atrevido de esta propuesta entregada a la carencia total de adornos que nos desvíen de un curioso (e intencionado, entiendo) efecto dual: puede ser disfrutada (bueno, es un decir), como en mi caso, como una aceptación a saco de que todo esto es un extraordinario ejercicio de exageración violenta; o bien puede apelar a quienes no encuentran problema alguno en la ausencia de humor o freno al absurdo de testosterona. Y en este particular puede ser hasta comprensible pues, esta franquicia, es tan animal que han logrado parir un producto que hoy en día escasea a base de ser completamente honestos en lo que proponen.
¿Entonces qué ocurre con John Wick 4? A estas alturas, tras pasar en apenas 48h por Nueva York, Roma, Osaka, París, algunos desiertos, unas cuantas discotecas en las que la gente ni se inmuta ante el recital de piñazos, podemos afirmar que esto es lo mismo de siempre. Algo que, entiendo, es exactamente lo que se busca con cada entrega de la saga John Wick. Entre las virtudes de la saga está la de poner en jaque a los críticos de cine: un copiar/pegar de cualquiera de las otras entregas serviría para John Wick 4 pero, eh, no somos tan chungos. O sí.