Nayola, el primer largometraje de José Miguel Ribeiro, es una película de animación portuguesa que pasará por el ‘Atlàntida Mallorca Film Fest’ y que estará disponible en Filmin este mismo lunes 24.
Nayola narra la historia de tres generaciones de mujeres: una abuela, su hija y su nieta cuyas vidas han sido marcadas de distintas formas por la guerra civil en Angola. La hija, Nayola, sale en busca de su marido desaparecido en la guerra. Décadas después, tras su desaparición, la abuela y la nieta se encuentran en un contexto político más tranquilo, pero donde la represión sigue presente.



Debido a mi desconocimiento en el cine de animación portugués, la falta de expectativas ha hecho que la cinta me sorprendiera, me conmoviera y me hiciera consciente de un episodio de la historia muy oscuro, pero que parece haber pasado más desapercibido que otros similares.
La cinta, se mueve entre dos líneas temporales: pasado y futuro. Y desde los primeros minutos podemos entender por qué esta obra ha utilizado la animación para contar esta historia: el pasado se construye a partir del surrealismo y del uso de colores muy vivos, como si de un sueño pesadillesco se tratase, mientras el futuro es más realista y utiliza colores crudos, lo que no evita que siga brillando un estilo visual lleno de detalles y que refleja perfectamente la cultura y sociedad que representa.
En el continúo montaje entre ambos periodos podemos observar el tema principal de la obra, la violencia intergeneracional en el conflicto de Angola y cómo las vidas de las familias están marcadas por la guerra. Durante varios momentos se expresa la idea de que la guerra nunca cesa para las víctimas que han sido parte de ella, ya que aunque en el futuro la guerra civil haya finalizado, sus consecuencias no desaparecen, y así se ven reflejadas en la vida de las protagonistas.



La obra alberga un ritmo pausado y con muchos silencios que invitan a la reflexión, siendo bastante contemplativa y donde los escasos diálogos brillan por su fuerza. La banda sonora resulta muy viva y atmosférica, logrando que la experiencia y la conexión emocional se establezca primordialmente por el poder visual de las imágenes, ante las que personalmente me he quedado prácticamente hipnotizado, sobre todo aquellas donde el escenario es inmenso y los personajes minúsculos. El uso de las capas, los fondos, el trazo grueso, la combinación de colores (fundiéndose unos con otros)… Todo ello es indudablemente la mejor baza de «Nayola».
Pero lo que más me ha maravillado de su estilo visual tan peculiar han sido las transiciones entre el pasado y el futuro de la historia, y por ende, de la familia. Resulta poético observar la forma en la que a través del color, los trazos y las capas se cambia de una línea temporal a otra sin que resulte chocante, como si de un río abriéndose al mar se tratase, o como el proceso de germinación de una semilla. La conexión emocional está perfectamente tejida y, aunque pasen décadas y se intercalen las escenas, se produce la sensación de que ambas historias están pasando a la vez. Que, cuando la nieta y la abuela sienten el miedo al observar a la policía militar llamando a las puertas de los vecinos, cuando Nayola está contemplando el final de multitud de vidas masacradas por la guerra años antes, ahí, las 3 mujeres de esta historia parecen abrazarse.



He de destacar también que el uso del 3D en momentos puntuales me ha sacado un poco de la película, aunque entiendo totalmente que se utilice para simplificar el proceso creativo. Por otro lado, siendo una película de animación para adultos hay momentos que me han resultado un tanto infantiles y que podrían haber sido más serios para impactar más.
La simbología está muy presente, sobre todo en lo respectivo a la naturaleza, a través de la vegetación o de los animales, siendo el chacal, aquel que orienta y guía el viaje de la protagonista. Otros elementos como el agua también permiten vislumbrar en ciertas ocasiones el camino de Nayola, constantemente en la búsqueda de su marido y de sí misma.



Estamos sin duda ante una obra sobre la guerra y la violencia, pero por encima de toto, ante una película de mujeres. Aquellas que durante estos episodios tan terroríficos de la historia han sido quienes más han sufrido de forma inocente y se han tenido que encargar de mantener unidas a las familias. No estamos ante una película rompedora, ya que se siente como una historia que hemos visto muchas más veces, pero lo que destaca es la forma en la que es contada, cómo con sus colores traza tanto las líneas de dolor como las de unión de pueblos y generaciones. En resumen, el registro y las formas de “Nayola” y el poder emocional de una historia tan trágica construyen una obra bastante especial que ya ha dejado su huella en la animación y el cine de conciencia social.