Llega a España de la mano de Filmin Living, el remake de una de las películas más profundas de uno de los mejores directores nipones, Akira Kurosawa, ‘Ikiru’ o traducido al español ‘Vivir’. Al igual que en la original, en este remake viviremos los últimos meses de un funcionario al que le han diagnosticado cáncer terminal.
La mortandad de la cotidianeidad



Living es la adaptación inglesa de una de las piezas más importantes de Akira Kurosawa. Una cinta que es una lección sobre la vida y el conocimiento de la muerte; pues cuando sabes que tus días están llegando a su fin, todo tu mundo se tambalea. Aquí nos encontramos con el señor Williams, interpretado por un impresionante Bill Nighy del cual hablaré más tarde, un funcionario de Obras Públicas al que le diagnostican un cáncer terminal, dándole de vida entre seis meses y nueve. Esto le transforma por completo; pues se da cuenta del temor que le tiene a la muerte y decide experimentar la vida como debería haber hecho muchos años atrás.
No me gustaría explayarme mucho en la original, solo me gustaría que supierais que es clavada a la historia original. Uno de los detalles que más me han llamado la atención es en la oficina donde trabajaba, una localización que es exactamente igual al japonés. En cuanto al resto de localizaciones, creo que han acertado de lleno, diferenciándolo por completo de la original; ya que ambas provienen de unas culturas extremadamente diferentes y esto hace que cada cinta tenga un estilo y una belleza completamente únicos.
Trabajar para morir, vivir es secundario



Lo que más me llama la atención en Living es en como la fotografía nos hace viajar al pasado con unos planos que parecen sacados de la hemeroteca inglesa de aquellos en los que se basan la cinta. Por desgracia, no soy un experto en fotografía, pero puedo distinguir que las intenciones y la técnica en los planos en los que vislumbra Living. Por otro lado, Living es una muestra de belleza en cuanto a banda sonora, hablamos. Unas piezas de instrumentos musicales clásicos que también nos hacen teletransportarnos hacia el pasado. Para mi gusto es algo que para nada es chocante y no solo eso, sino que te internas en el metraje de forma casi inmersiva.
Otro gran acierto que podemos darnos cuenta es que este remake de Oliver Hermanus sabe que es solo un remake y por ello se expande en algunas de las ideas que tocó su creador. Para muchos serán un insulto a la obra de Kurosawa, pero yo creo que es un gran acierto el poder expandir esa sabiduría que nos quería hacer reflexionar el director nipón. Por ejemplo, meten a un personaje que en el original no veamos en este film será aprovechado para introducirnos un poco más en la vida laboral de los funcionarios. Un punto que en lugar de ser chocante yo creo que es necesario.
Lo que no te mata, te hace vivir más



Y, al fin, os voy a hablar de Bill Nighy. Un hombre que desde que aparece desde el minuto uno solo se te viene a la cabeza una sola pregunta: ¿Cómo un hombre como ese puede cambiar su vida de una forma tan drástica?’. Y es que si alguien me preguntara sobre la función del casting en una película, este caso sería la definición perfecta. Porque Bill Nighy tiene ese aire tosco, serio y deteriorado que necesita un hombre que sabe que no va a durar ni un año. Si me tuviera que decantar por Takashi Shimura o Bill Nighy os aseguro que el inglés se llevaría el premio a mejor moribundo. Ojo, que a mí Shimura me encanta, hace un papelón en ‘infierno del odio’ y en ‘Los siete samuráis’. Pero Bill Nighy está sencillamente magistral.