El Hombre del Norte, o The Northman, el nombre por la que la habíamos conocido y esperado con anhelo desde que se anunciara su producción. La última película de Robert Eggers, o mejor dicho, la última obra de arte, porque este joven director, de momento, es infalible. Un inicio de carrera al alcance de muy, muy, muy pocos en la historia del cine, de momento lleva pleno, 3 de 3… ¿Cuándo sacas la siguiente Bob?
El Hombre del Norte es una película de venganza. El joven príncipe vikingo Amleth (Oscar Novak) es testigo de la muerte de su padre a manos de su tío Fjölnir (Claes Bang) y de la toma de posesión como esposa de su madre, la Reina Gudrún (Nicole Kidman), por parte este mismo. Amleth, consigue escapar y, desde ese momento, crece con un único propósito que repite constantemente, como si de un mantra se tratara… «Te vengaré padre. Te salvaré madre. Te mataré Fjölnir.»
Documentalización, Rodaje y Postproducción
Robert Eggers aceptó la oportunidad de hacer una gran película de estudio. Le dieron 90 millones para ello. Era la primera vez que sabía que no iba a tener un control total de su obra, pero aún así accedió. De otra forma sería impensable, al menos de momento, que un director autoral de sus características y bagaje pudiera realizar un trabajo de tal magnitud. Los admiradores de Eggers albergábamos serias dudas de que pudiera llevar a buen puerto esta misión y al mismo tiempo, que el producto final tuviera su sello característico e inconfundible. Cuando en una entrevista, el propio Eggers afirmó que el proceso de montaje y postproducción había sido el momento más doloroso de su vida, se encendieron todas las alarmas. Nos equivocábamos de cabo a rabo. The Northman es maravillosa.
Eggers tuvo que salir a matizar sus palabras, o más bien a hacer un añadido. Aunque confirmó sus declaraciones anteriores, explicó que el rodaje fue totalmente suyo, sin injerencias y que todas las decisiones posteriores también fueron validadas por él mismo. Aunque hubo una lucha constante con la productora, ejecutaron varios cortes, y según él, finalmente, salió una mejor película que la que él hubiera montado sin esas intromisiones. Según él, necesitaba la presión del estudio para hacer la versión más entretenida de la película. Y esto realmente se palpa, el filme tiene un gran ritmo, y a la vez, se nota la mano de Eggers en cada instante. Es un prodigio técnico, bellísima y lúgubre, brutal, sangrienta y épica.
El Hombre del Norte está rodada con una sola cámara y sin lo que se llama ‘pick-ups‘, lo que quiere decir que no se añadieron pequeñas tomas filmadas a posteriori, muy comunes al filmar escenas de acción de grandes batallas. Esto es una complicación enorme, ya que hay que repetir muchas veces las tomas hasta que salgan totalmente perfectas. El rodaje fue un auténtico infierno. Había que filmar muchas escenas con mucho frío y lluvia, escenas en aguas gélidas y había que repetirlas una y otra vez. Eggers comenta en alguna entrevista que parte de la enérgica actuación de Alexander Skarsgård es solo porque realmente deseaba retorcerle el cuello.
Intentar tener la máxima rigurosidad histórica es una de las características principales de este cineasta. Es un enorme friki de los datos, un intelectual que ahonda en la historia real de las épocas que trata en sus filmes. No hay nada en The Northman que no pudiera haber sido así en la época vikinga. Esto no quiere decir que todos los aspectos estén aceptados y contrastados por los historiadores, ya que desconocemos muchas costumbres y particularidades de ese periodo. La mayor parte está basado, además de, en irrefutables pruebas arqueólogicas halladas, en unos escritos llamados ‘Sagas Nórdicas o Eddas‘. Estos relatos mitológicos se fueron transmitiendo de forma oral, y no es hasta unos 200 años después cuando algunos eruditos de la época comienzan a transcribirlas. Esto implica que esos escritos puedan no ser todo lo fehacientes que pudieran ser si se hubieran redactado en su momento. Parece que los vikingos no eran muy de escribir.
La película también tiene unos referentes claros. Los guiños a Conan, el Bárbaro (1982) son los más evidentes y reconocibles. Eggers apuntó en entrevistas que «Este soy yo tratando de hacer Conan el Bárbaro a través de Andrei Rublev«. Así, tenemos a los dos referentes cinematográficos clave de este filme. Pero también está la obra de Shakespeare. Aunque Eggers haya intentado hacer una película a partir de la historia real en la que el literato medieval también se basó, se respira el aroma shakespeariano por los cuatro costados, sin ser otra película más de Hamlet ni muchísimo menos. Algo parecido a lo que hizo el maestro Kurosawa con su Trono de Sangre (1957).
El Hombre del Norte: Opinión y Sensaciones
Cuando te sientas en tu butaca de cine y sientes hormigueo casi constante ante lo que se muestra en pantalla, sabes que estás ante algo muy grande. Cuando escuchas el gimoteo de las personas sentadas alrededor tuya, te giras y los ves retorcerse en sus butacas, la sensación de felicidad te invade. Me encanta ver esas reacciones viscerales en una sala. Yo mismo las he tenido, no en esta película, ya que estoy prácticamente inmunizado ante escenas brutales, violentas o gores. Las dos últimas veces que me ocurrió fue con Climax (2018, Gaspar Noé) y Hereditary (2018, Ari Aster).
La película, como ya dije antes, tiene buen ritmo en todo momento. Las escenas más oníricas representadas en ella, van acompañadas de una tremenda belleza y colorido que las hacen accesibles y no exceden en longitud, por lo que no se hacen pesadas para nada. Eggers consigue realizar una gran película, de estudio, pero autoral. Respira su cine por los cuatro costados.
El Hombre del Norte se pasa por la piedra cualquier otro trabajo anterior de vikingos, y digo esto encantándome el Conan de John Milius y el Valhalla Rising de Nicolas Winding Refn. Siempre se suele hablar de Los vikingos (1958) como otro de los grandes exponentes de esta temática, pero he de decir que es una película que ha envejecido muy mal, el paso del tiempo ha hecho estragos y la cara completamente afeitada del vikingo interpretado por Kirk Douglas se me hace prácticamente un meme.
Los actores están todos espectaculares. El elenco elegido no era para menos. Soy fan incondicional de Anya Taylor-Joy desde La Bruja (2015, Robert Eggers) y, aunque está espectacular como siempre, he de admitir que no es capaz de robarle una sola escena al poderoso Alexander Skarsgård. Menudo portento físico e interpretativo. En las escenas de acción, la brutalidad que exhibe no tiene parangón. Cuando tiene que mantener el perfil bajo es igualmente de empático, quedando patente que Eggers es un magnífico director de actores, ya que Alexander está siempre en el punto adecuado de su personaje.
La única persona capaz de eclipsar y robarle una sola escena al gigante Skarsgård es Nicole Kidman. Es una Diosa, todos lo sabemos. Esa apariencia angelical y solemne que mantiene en segundo plano contrasta de forma clamorosa cuando comienza a declamar cualquiera de las líneas que le corresponden. Se adueña de la pantalla como ninguna otra lo hace. No creo que haga falta nombrar la escena a la que me refiero, pero fácilmente es la mejor y más impactante de la película y ella se sale, pareciera que le hubieran puesto efectos 3D, casi parece que puedas tocarla, pero no, es una Diosa, no tenemos permitido eso los humildes mortales.
Voy a dejar una queja por escrito. Willem Dafoe tiene muy poca cuota de pantalla. Es inadmisible. Si hay otro Dios actuando esta película es él. Aunque saliera una hora entera en el total del metraje me parecería poco, pero esto de que únicamente lo podamos disfrutar unos míseros minutillos, hace que te odie un poco Bob, pero solo un poco. No sé si habéis visto a este señor recitar mientras engulle tierra en El Faro (2019), pero es algo celestial, no se olvida. Exclusivamente diré, para no hacer spoilers, que en The Northman actúa sin estar, su presencia, sin estar, es divina, así, comprendemos que Dios es omnipresente.
Björk sale lo justo también. Mal, muy mal. Tremenda caracterización del personaje que hace las veces de invidente profetizadora del destino. Inciso curioso y necesario, su hija, Doa, también hace un pequeño papel en el filme. Es la mujer esclavizada que canta junto a otro esclavo alrededor del fuego. Ethan Hawke totalmente correcto, con una solemnidad impecable y el premio de consolación para un magnífico Claes Bang, muy musculado, que en cualquier otra película se hubiera llevado el premio principal, pero no en esta, confrontado contra la bestia Skarsgård.
A lo mejor, cuando vuelva a ver la peli en casa, seguramente un par de veces seguidas y otra más parando cada fotograma, me decida a hacer un análisis más pormenorizado. Y es que sobre todo me queda pendiente la labor de investigación pictórica y alusiones artísticas que el bueno de Eggers habrá metido por doquier. Pero vamos a ir acabando ya, aunque siento que me dejo muchas cosas en el tintero. Tengo que hacer el inciso que no es solo una película de venganza. El Hombre del Norte trata de la bondad, de la muerte, de la esperanza y de la fuerza más poderosa y que puede hacer cambiarlo todo, hasta los deseos más acuciantes, el amor.