En paralelo a nuestra crítica de Venus sin spoilers, animando, o no, a acudir al cine a verla a partir de este próximo 2 de diciembre, nos disponemos a destripar el film adentrándonos en sus (sangrantes) vísceras en una crítica con spoilers. Porque, amigos, tenemos que hablar…

Si algo podemos decir (o cuanto menos un servidor) es que a medida que transcurre el visionado de Venus uno no termina de entender a que subgénero se adscribe esto. Es decir, sí, es un film de terror. No sabemos si de terror ibérico (¿existe eso?), o patrio, pero es de terror. Pero es un ¿slasher? ¿Es sobre un edificio maldito? ¿Es sobre brujas? ¿es sobre un evento solar bíblico que requiere algunos sacrificios humanos? ¿O es todo a la vez y aquí que lo que (nos) ocurre es que no compramos la mezcla?

Venus (01)

Venus se inicia con una secuencia que lleva a la protagonista a Lucía (Ester Expósito), y por supuesto a nosotros, hasta ese maldito bloque que da nombre al film de Jaume Balagueró. En el imaginario de terror clásico, especialmente slashers, la idea de una protagonista (a menudo rubia, las cosas como sean), perseguida por el evento maligno de turno es casi un totem del género. Que la chica, en el arrebato de supervivencia, aprenda rápido y empiece a ser ella quien se carga al mal, ya es otra historia. Son las llamadas final girl (aunque en este caso dejan de ser, por lo general, rubias; a mi no me miren, es como funciona esto al parecer). Entonces, ¿es Lucía una final girl? Y si lo es, ¿consigue ella unir esa aparente disgregación de subgéneros?

No vamos a entrar en que esa introducción, en la discoteca, nos da coartada a que este film, como tantos otros del género, tenga a un cañón de mujer como protagonista. A fin de cuentas cualquier persona puede meterse en un bloque de hormigón perseguida por catetos mafiosos, un novio traidor, brujas taradas y hasta sueños de los que te salen insectos de todas partes. Pero le ocurre a Lucía. Así que esa intro y lo que parece ser una vida festiva de aislamiento de su hermana y familia, justifican que tengamos a esta protagonista repartiendo mandanga. Sin problemas.

Venus (02)

El problema, o a nuestro entender, obstáculos en el camino de meternos en el film es que vamos cambiando de tercio cuando ya habíamos asumido lo que estábamos viendo. La huída de la discoteca, el que se vea perseguida, y su inevitable encontronazo con los mafiosos (que, ojo, ella ha robado pastillas y pretende venderlas: como víctima es dudoso esto) queda diluida en la desaparición de su hermana. Las pesadillas a lo Elm Street se fusionan con leves apuntes a que la niña es el mal (otro clásico: ¡niños!). Y finalmente vemos la llegada de un eclipse y nos presentan, sin dudarlo, a las veteranas amantes de la liturgia bíblica y cosmo demoníaca. Sin dudas, eso sí, innovadoras: invocar al nuevo gobernador mundial en un bloque del extra radio de Madrid es de una originalidad excepcional. Concedemos.

Dicho esto Venus, en su último tercio, con todo el pescado vendido, remonta algo el vuelo al concentrarse en algo simple (la receta del terror): sangre. Lucía desatada, curándose sus heridas con cinta aislante y cargándoselos a todos. No nos atrevemos a elucubrar que ha fallado, o faltado ahí (¿tal vez un final a lo La cabaña en el bosque?) pero, ah, como siempre el factor humano, o emotivo (o como quieran llamarlo) es determinante: Lucía nos da igual. Un momento, o era Alba (Inés Fernández) la víctima por la que debíamos sufrir, seguir y alegrarnos de su supervivencia? Entre tanta sangre, mafiosos catetos y brujas, no nos quedó claro.

Crítica de ‘Venus’ (2022) SIN SPOILERS: el edificio malditamente malo