Trol es el nombre de la nueva película de acción y fantasía que se estrena el primer día de este último mes de 2022 en Netflix. Auténtico cine de Kaijus, o de monstruos gigantes, a la vieja usanza nipona, cargado de acción y efectos especiales, cuanto menos aceptables.
Trol comienza con una presentación mágica de la familia Tidemann. Tobías, que cree que en las montañas noruegas existieron monstruos gigantes en el pasado, le enseña a su hija Nora cómo las leyendas nórdicas pueden tener su base en la realidad mediante un truco de luz solar que dibuja sombras en las montañas, dando el aspecto a estas de caras de troles. Nora crece, se hace paleontóloga y se distancia de su padre y sus desvaríos sobrenaturales. Un día, tras dinamitar el interior de una montaña, un enorme trol emerge de dentro de ella y comienza a sembrar el caos en toda la región.
Un punto de partida interesante y si no fuera por la película Troll Hunter (2010), que recomiendo incluso por encima de esta, podríamos decir que es totalmente original y novedosa. Y es que no existen más películas que traten estos monstruos en su forma gigantesca y aterradora. Hay películas que nos los presentan como seres divertidos o en tamaños similares a los de los humanos. Lo más parecido serían los personajes que todos recordamos y añoramos por la serie española de dibujos animados, David el Gnomo de 1985. Aquellos troles malévolos y roñosos llenos de mocos, pero que no podías resistirte a amarlos.
Por otro lado, está el cine de kaijus. Para el que desconozca qué es esto, tiene su origen en Japón y nació con el más conocido hasta nuestros días, Godzilla. Pero hay muchos más, la mayoría son familia de este, como Mothra (una polilla xD), King Ghidora (un dragón de 3 cabezas), Gamera (una tortuga voladora) o Rodan (un dinosaurio volador parecido al Pteranodon). Este cine tuvo su apogeo en los años 50 y 60, gracias al director Ishirô Honda y la productora Toho, pero últimamente estamos ante un gran repunte de este tipo de cine y la saga de Godzilla y King Kong lo demuestran.
Una vez puestos en antecedentes vamos con Trol, la película que nos ocupa. Lo primero que tengo que decir es que es muy disfrutable. Sus 101 minutos de metraje se pasan volando. Esto creo que en este tipo de cine es condición indispensable. Diré también que sus efectos especiales son como mínimo aceptables, podemos discutir el diseño del monstruo, que puede parecer un poco infantil, aunque creo que está justificado por su naturaleza de fábula o cuento de hadas.
Por otro lado, tiene un mensaje marcadamente ecológico, muy común en todas las películas de este tipo, creo que también necesario. Los Kaijus suelen despertar y liarla cuando los humanos nos excedemos y cometemos grandes agravios en contra de la naturaleza. También es cine de catástrofes, generalmente también suele ser así el cine de Kaijus, pero aquí es donde más falla la obra y donde empiezan a aflorar clichés, embutidos con no muy buena fortuna.
Voy a ver si me explico. El jefe de la excavación recibe una llamada de que se acaban los fondos, se lo cuenta a nuestra genial protagonista Nora y en ese mismo momento se encuentra con un inmenso cráneo de dinosaurio enterrado a 10 cm de la superficie, salvando así la excavación. Nada más ocurrir esto, tenemos al tipiquísimo helicóptero del gobierno que llega en ese mismo instante a por Nora, la experta científica para un asunto de seguridad nacional. Nora llega a la reunión y es la más lista de todos en todos los aspectos. Todos los políticos y demás expertos son cuñados sentados en la barra de un bar. Tiene varios momentos parecidos hasta llegar al más deshonroso de todos ellos que es el del discurso arenga antes de entrar en combate, pronunciado por el Capitán Kris, encima de un 4×4, como si fuera el mismísimo William Wallace en Braveheart… «Pueden quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán… ¡La libertad!»
Así pues, Trol es una película muy entretenida, con buen mensaje y que nos acerca a la mitología nórdica desde un punto de vista poco frecuente. Tiene algunos fallos que nos pueden sacar un poco, pero… ¡Cómo molan los Kaijus!
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