La televisión cada día parece tener menos y menos ideas con las que sorprender al espectador y en ocasiones nos encontramos con casos como Traces. Este tipo de series te hacen llegar a pensar si un drama forense se habría llegado a emitir de no ser por la época que estamos viviendo. Lo único que podemos llegar a pensar es que Traces intenta matar nuestro aburrimiento pero, ¿realmente lo consigue?
Para responder a esta pregunta vayamos con la prueba número 1. Traces nos ofrece un reparto lleno de talento, donde podemos encontrar a Laura Frase, Molly Windsor, John Gordon Sinclair y Martin Compston. Pero el talento no lo es todo. Si una historia no puede manejar a sus personajes de una manera en la que estos puedan llegar a transmitir algo más que una simple reacción a los eventos que se van sucediendo entonces algo falla. Y es que durante los 6 capítulos que dura Traces se puede sentir como que a esta historia le falta algo. Se puede llegar a pensar que algo muy similar se ha visto en algún otro sitio pero sin saber muy bien dónde.
Por otra parte, hay que admirar el hecho de que Traces intente ser algo que quizá le quede un poco grande, como CSI. CSI nos bombardea con información en una escena del crimen dando así a entender que lo que se está tratando es un tema serio, un tema profesional donde entender algo no es simplemente observar si no prestar atención. En cambio Traces te hace pensar que te están tratando como a alguien que no puede entender ni los detalles más simples de un delito. Te tira obviedades a la cara, haciendo que quien busque algo más de un drama forense se sienta incluso molesto.
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Lo más intrigante de un drama forense suele ser la famosa pregunta de “¿Quién es el asesino?” En el caso de Traces, tenemos a Emma Hedges (Molly Windsor), que vuelve a Dundee unos años más tarde después de que su madre fuera asesinada. La serie estará principalmente centrada en el caso de la madre de nuestra protagonista. Después de que este caso fuera enterrado por no encontrar pruebas suficientes, vuelve a surgir a la luz por un curso forense que Emma estaba realizando, donde el caso explicado aquí era muy parecido al de su madre. A partir de esto diferentes eventos se van arrojando a la luz diferentes pruebas sobre el caso de su madre. Esto hace que el espectador empiece a armar su propio puzle para poder averiguar quién es el asesino antes de que la propia serie te lo diga. ¿Es su padre? Bien podría serlo ya que se droga, es cantante y tiene una moto. ¿Fue la mejor amiga de su madre? Parece tener muchas cosas escondidas. Quizá fuera el mayordomo, siempre es el mayordomo. Las muchas posibilidades de quién podría ser hace que Traces tenga un pequeño foco de interés para el espectador.
Las pequeñas migajas que este drama forense nos va dejando cada capítulo hace que queramos ver más y más. Querer saber cómo acaba una historia y no dejarla a mitad es algo que no todas las series pueden llegar a conseguir. Traces consigue que el interés siga ahí capítulo tras capítulo, mostrándonos nuevas evidencias y viejos acontecimientos entre otras cosas. De esta manera el espectador puede hacer eso que más le gusta, averiguar por sí mismo quién es el culpable.
En definitiva no es una experiencia que va a perdurar en tu memoria durante mucho tiempo. Traces va a pasar por tu vida como algo que has disfrutado en el momento, algo que te ha hecho volverte a meter en ese papel de detective que nos envuelve cuando vemos una serie de este género. Al final, todo se reduce en atrapar al asesino antes que la serie en sí. Todos sabemos que es lo que nos lleva a querer acabar algo como esto, el descubrir si el asesino fue el mayordomo o no.