Crítica de Sole (2019)

Director: Carlo Sironi | Guión: Antonio Manca, Giulia Moriggia, Carlo Sironi | Producida por: Kino Produzioni, Lava Films, Polski Instytut Sztuki Filmowej | Fotografía: Gergely Pohárnok | Reparto: Bruno Buzzi, Sandra Drzymalska, Marco Felli, Barbara Ronchi, Claudio Segaluscio, Vitaliano Trevisan

Sole, ópera prima de Carlo Sironi, se estrena en España el próximo 6 de noviembre tras su excelente acogida en distintos festivales internacionales. Un debut sorprendente, en lo positivo, por su propuesta cruda e inesperadamente emotiva.

Los primeros compases de Sole, en los que se nos presenta la premisa descrita en nuestro resumen, anticipan un film de fórmula y procedimiento conocidos por el espectador. Partiendo del planteamiento anunciado, esto es, el trato económico al que llega una joven polaca para vender a su bebé a un matrimonio italiano y el intermediario, a modo de cuidador y vigilante, encargado de vivir con ella en las últimas semanas del embarazo, Sole puede, sin duda, llevarnos al equívoco. Carlo Sironi rechaza cualquier artificio dramático en la narración de este lapso de pocas semanas en los que acontece lo que debe acontecer con una aproximación casi estoica del realismo social.

Sole 01

Sole no endulza la premisa, no depende de sorpresas o del tránsito narrativo emocional que uno anticiparía (especialmente si la película tuviera firma estadounidense), ni siquiera confía en la empatía de los dos personajes centrales, sino que se abre en canal de pura sobriedad emotiva en franca sintonía con el tamiz social en el que sucede la historia de esta película. De ese modo, empezando con un triunfo absoluto por su veracidad, los protagonistas Lena y Fabio se muestran con una patina casi antipática hacia el espectador.

En el fondo nunca llegamos a conocer a Lena, ni sus motivaciones, ni mucho menos a Fabio. La trama, esa anticipación de lo obvio tras la premisa, se torna inesperadamente emotiva y embriagadora ante ese escenario casi grisácea urbanidad. Ambos personajes permanecen ajenos al conocimiento de sus circunstancias, entre ellos, y para nosotros, sin que nos preocupe lo más mínimo: su historia, seguro, es la de un fracaso urbano y social, y la desidia vital con la que afrontan su particular situación, así como su relación de notable peso moral, se fusionan brillantemente con el tono requerido y, en ello, el escenario al que nos lleva Carlo Sironi.

Sole 02

Decíamos que el espectador puede anticipar esta historia e incluso su proceder: son dos chicos jóvenes, atractivos (sin llegar, en absoluto, al timo imaginativo que podría suceder en, insistimos, una producción más lujosa), inicialmente fríos el uno con el otro. Ese proceder ocurre, por supuesto, pero Sironi traza cada paso sin temor: el espectador se agarra, irremediablemente, a esos personajes porque no tienen nada, absolutamente nada más, que lo que vemos en pantalla.

Tal vez ahí radica el triunfo de esta ópera prima de Carlo Sironi: ese camino, esa anticipación, parece suceder a medio metro de ti. Sin todo el embalaje que uno podría presuponer en el género, o en una trama chico-chica, quedan -y discúlpenme la intromisión cursi- los ojos de Lena (Sandra Drzymalska) o la rendición vital que desprende Fabio (Bruno Buzzi) metidos en un instante de sus vidas en el que no tienen, decíamos, nada más que el uno al otro. Sole, con su descarnado realismo, consigue -inesperadamente- que uno abandone la sala de cine inmensamente feliz con la elección. Y así debería ser siempre, ¿no creen?