Vuelve el sexo, vuelve Gillian, vuelve Maeve; vuelve Sex Education. Una de la mejores series que Netflix ha producido en su corta pero intensa historia regresa con una segunda temporada prácticamente perfecta. Estreno, 17 de Enero.
Las hay que rompen tabúes; narraciones televisivas que en su primera temporada ponen toda la carne en el asador, buscando provocar, aturdir a espectadores faltos de emociones; efectismos se dan cita y un puñado de petulantes personajes atemorizan durante un segundo el status quo del mundo de las series, llegando a una segunda temporada innecesaria, inorgánica, desprovista de todo golpe de efecto que la haga funcionar y pasa a engordar la larga lista de productos que caen en el olvido. Por otra lado, nos encontramos historias que oxigenan, rezumando verdad, personalidad y carisma, al acartonado universo de ficción que aparece en nuestro televisor pasada la hora de la cena. Creadores que confían en la historia, su historia, y la capacidad de un público atento que viene de un access prime time que reduce su actividad cerebral al mínimo. Y solo unas forman parte de algo más. De ese elevado lugar al que pocas acceden, aquellas que son por ellas mismas, y no por el lugar, el tiempo o las circunstancias. Sex Education es.
Tras una primera temporada notable; en la que cada capítulo era mejor que el anterior, y en la que un todo resonaba en tu cabeza una vez finalizado el último. Apreciando una evolución casi constante dentro de la propia narrativa, donde cada personaje crecía en términos de escritura, de interpretación, de profundidad en cada momento. La serie se encontraba a sí misma en la segunda mitad de temporada. Lógico, por otro lado, teniendo en cuenta la cantidad de personajes que manejaba, los tempos de cada uno; y el conocimiento por parte del espectador del lugar de cada uno de ellos en el gran mosaico.
Superado el impacto inicial queda todo lo demás, y la serie responde a la ambivalente pregunta: ¿tengo algo que contar, o soy fuegos actificiales en el candente terreno del sexo? La serie no tiene algo que contar, tiene algo que hacernos saber, algo que hacernos sentir, algo que recordarnos… Ideas, pensamientos, momentos pasados y seguramente futuros. Sex Education está llena de personas de verdad, de carne y hueso, no trazos en un papel en blanco que intentan emocionarnos como sea y a costa de lo que sea. Atesora una genuina verdad que no precisa de grandes momentos cinematográficos o grandes gestos inenarrables en el terreno de la realidad. Hace lo más difícil, nos llega al corazón. Y lo hace con algo simple, la escritura. Sencillamente. Y cuando hay un guion perfecto, todo alcanza su potencial… y fluye en la dirección correcta.