Nostalgia, drama italiano de Mario Martone y con Pierfrancesco Pavino como protagonista, llega a nuestros cines el próximo 9 de diciembre. Un film crudo, real, incómodo, por momentos emotivos, en honor a ese buen hacer de la ficción italiana. Y, pese a ello, tal vez no del agrado de todo el mundo.

La escuela italiana, bien en su acepción televisiva o en la cinematográfica, lleva eones regalándonos dramas y aproximaciones sociales con un componente casi alquímico. Es ese don para un realismo sucio, tan crudo que te gana por creíble, tan directo que no precisa de la elaborada fantasía emocional de Hollywood, y sobre todo tan mediterráneo que -por lo menos en nuestra tierra- logra un placentero nivel de empatía personal. Nostalgia, el film que nos ocupa, es otro ejemplo de ello. Y tarda, exactamente, muy pocos minutos en dejarlo claro.

Nostalgia (01)

Nostalgia cuenta el retorno de Felice Lasco a su Nápoles natal tras cuarenta años en el extranjero. A su regreso se encontrará con un Nápoles similar al de su infancia, con su madre anciana y especialmente con la necesidad de encontrarse con su viejo mejor amigo. Algo que le reportará inevitables dosis de peligro: se ha convertido en el capo de la camorra imperante en su barrio natal. Un tipo peligroso y que no ve con buenos ojos el regreso de Felice debido a un hecho delictivo ocurrido en su adolescencia. Cuentas pendientes, por supuesto.

Ese realismo crudo, esa emotividad que te atraviesa el alma, nos llega -decíamos- en los primeros minutos de Nostalgia. En frío. Una escena durísima en la que Felice baña a su anciana madre (un desnudo casi imposible en el cine comercial estadounidense) en su humilde y destartalado piso. Una escena triste y tan desprovista de artificios que pisa casi el terreno de un posible documental. Sin embargo Nostalgia sucumbe a su propia trama en lo que se torna como su mayor problema.

Nostalgia (02)

Sigue siendo un film notable, no lo podemos negar, pero la trama definitiva es donde los cimientos plantados en el primer tercio quedan algo difusos. El regreso de Felice, la noción de que su barrio está peor que nunca el encuentro con su viejo amigo (hablamos de la Camorra y de un barrio humilde: no esperen lujo ni a Tony Soprano comiendo cannolis),  todo nos invitaba a un desarrollo casi western: el local que regresa sólo para encontrarse rivales hostiles que le quieren fuera de ahí y se remata todo con un duelo de los que marcan época.

Nostalgia (03)

Huelga mencionar que, como buen producto italiano de esta índole, Nostalgia se regala con profusión de imágenes de Nápoles, y el barrio de La Sanità, en un recorrido urbano que presta atención a sus gentes, a la guerra abierta entre un cura y la camorra por el devenir de los adolescentes, sin olvidar recorridos placenteros (y en moto) por sus calles. Un entorno degradado, pobre, que Nostalgia ni esconde ni modifica.

Por supuesto no entraremos en spoilers pero Nostalgia es un film que, en su tercer acto, queda diluido en su propia premisa. Eso no resta un ápice del trabajo actoral del trío Pierfrancisco Favino, Francesco Di Leva y Tommaso Ragno, así como de Aurora Quattrocchi (interpretando a la madre de Felice: enorme, enorme papel), la dirección de Mario Martone y en definitiva esa fórmula italiana que te mete (con emoción, desesperanza y dolor a partes iguales) sin remedio en la película.

Reseña
Puntuación general
7
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critica-de-nostalgiaDespués de vivir muchos años en Egipto, Felice Lasco regresa a Nápoles para reencontrarse con su anciana madre, a la que había dejado repentinamente cuando aún era un niño. De vuelta a su ciudad natal, se perderá entre las piedras de las casas e iglesias del barrio de Sanità, impregnado de las palabras de una lengua que ahora percibe como extranjera, pero que en realidad es la suya. El hombre parece ser presa de una extraña fascinación, mientras los recuerdos de una vida lejana que pasó con Oreste -su mejor amigo de la infancia-, y con quien comparte un secreto, vuelven a surgir en su interior. Cuando se hace evidente que Nápoles representa para él una vida perdida, se verá atrapado por la fuerza invencible de la nostalgia.