Estrenada en Argentina y Uruguay el 11 de enero, No dormirás, film co-producido entre España, Argentina y Uruguay, y dirigido por Gustavo Hernández, apuesta por una premisa un tanto bizarra pero interesante por sus posibilidades, presenta talentos de nueva generación y sitúa a Belén Rueda como rostro reconocido y, tal vez, cierto gancho automatizado debido a sus participaciones en otras cintas de terror.
Situada brevemente en 1975, durante un logrado prólogo que, de haber mantenido lo allí expuesto, podría redundar en un film más convincente (y cercano en lo que anuncia su género híbrido de suspense y terror), aterriza en 1984 para contarnos el proceso de ensayos de una extraña compañía de teatro, liderada por la enigmática Alma Böhm (Belén Rueda), y sus intentos de cuadrar una obra basada en un supuesto estado pureza emotiva alcanzado tras varios días de privación de sueño.
La suspensión de incredulidad no es problema en numerosas cintas de terror, especialmente cuando logran su objetivo primario, pero en No dormirás uno no puede pasar por alto lo absurdo que resulta la idea de preparar una obra de teatro con actores sumidos en un estado casi zombie, ensayando en un antiguo hospital psiquiátrico, y pretendiendo -además- estrenar ante un público regular.
Más allá de eso, No dormirás navega por todos los espacios, movimientos, trucos y recursos de las cintas más comunes de terror, hasta el punto que la sala entera podrá anticiparse a todos los sustos aunque debemos rescatar una ambientación más que lograda, amén de una fotografía acorde con las localizaciones del film, y cierto gusto en la dirección formal de Hernández, jugando positivamente con los elementos físicos que le aporta cada escena.
Belén Rueda, lejos del papel que interpretó en aquella El Orfanato (J.A. Bayona, 2007) y Eva de Dominici (Bianca, de facto una pseudo Final Girl si abordamos esto como una suerte de slasher lisérgico), cumplen en el escaso margen que impone ese estilo -a veces abusivo- del cine latino: una seriedad imperante, carente de matices, en el que la excesiva dramatización cancela opciones para una mayor naturalidad que, en este caso, podría beneficiar la mencionada credibilidad de No dormirás.
El último tercio de No dormirás, del que no revelaremos nada, claro, mantiene su dosis de escenarios ya conocidos, giro final inclusive, pese a que Gustavo Hernández remata con un film bien narrado y en el que se agradece cierta concreción, mientras la chica final aborda su destino.