Le Mans ’66 nos narra la historia de cómo Ford luchó en la década de los 60 por acabar con la hegemonía de Ferrari en las carreras de resistencia. Con unos actores de primer nivel y una gran edición de sonido y fotografía, la cinta logra un resultado excelente que se disfruta especialmente en el cine, regalándonos una experiencia única.
Este viernes 15 de noviembre llega a nuestros cines Le Mans ’66, la nueva película protagonizada por Matt Damon (Suburbicon) interpretando a Carroll Shelby y Christian Bale (El vicio del poder) como Ken Miles. En la cinta ambos tratarán de vencer a Ferrari y hacer renacer a Ford creando el GT40 y buscando ganar en la famosa pista de Le Mans.
James Mangold (Logan), quien ya había trabajado con historias basadas en hechos reales en Walk the Line, dirige esta película con mucho gusto, centrándose en los pequeños detalles sin, por ello, dejar de lado la espectacularidad. Un ejemplo de esta atención a los pequeños detalles, es la continua representación de la rivalidad entre Ford y Ferrari confrontando los colores rojo y azul en la pantalla.
Y es que nos encontramos con una cinta muy atractiva para el gran público, ya que, pese a contar con 150 minutos de metraje, consigue tener pegados a la pantalla tanto a aquellos fans de los coches que ya conocían al dedillo la historia como a aquellos neófitos que solo buscan una aventura emocionante.
Para estos últimos, cabe resaltar el genial uso del hijo de Ken Miles como recurso para poder explicar conceptos complejos sobre el mundo del motor sin caer en la sobreexplicación (fallo en el que tanto cae, por ejemplo, Christopher Nolan), y también para dar a conocer los pensamientos más profundos del personaje.
En cuanto a espectacularidad, es imposible no comentar los impresionantes planos a ras de pista, donde vemos las carreras como si la cámara estuviera situada en la matrícula del coche, consiguiendo una gran sensación de velocidad que ayuda mucho al desempeño de la película.
Por último, resaltar además de las geniales actuaciones de los dos protagonistas (aunque el talento de John Bernthal es poco explotado) la importancia que tiene en esta película el sonido.
Y es que, en la cinta, el ruido de los motores pasa a ser parte de la banda sonora, haciendo la experiencia de visualizar esta película mucho más especial si se ve en el cine. Poder escuchar rugir el motor del GT40 a todo volumen en una sala grande con unos potentes altavoces es algo que no sabía que quería pero que definitivamente resulta que necesitaba.
Por todo esto, si lo que quieres ver es un pedazo emocionante de la historia del automóvil, te recomiendo que aproveches y te cojas una entrada y unas palomitas para poder disfrutar de esta experiencia.